CESÓ TODO Y DEJÉME se complace en presentar la exposición conjunta de los poemas de Miguel Hernández y la producción pictórica de Maruja Mallo glosada en el artículo anterior. En negrita, los versos que remiten a la iconografía de la pintora. Los poemas pertenecen a La imagen de tu huella y El rayo que no cesa. Los títulos de los cuadros los hallará el lector en el artículo previo. Lamento la disposición desaliñada de algunos poemas pero no soy un dechado en esto de la informática y la aplicación de Blogger tampoco dar para más. Espero sepáis disculpar este detalle.
Astros momificados y bravíos
sobre cielos de abismos y barrancas
como densas coronas de carlancas
y de erizados pensamientos míos.
Bajo la luz mortal de los estíos,
zancas y uñas se os ponen oriblancas,
y os azuzáis las uñas y las zancas
¡en qué airados y eternos desafíos! ¡Qué dolor vuestro tacto y vuestra vista!
intimidáis los ánimos más fuertes,
anatómicas penas vegetales
Todo es peligro de agresiva arista,
sugerencia de huesos y de muertes,
inminencia de hogueras y de males.--------------------------------------------------
que no menoscabó su arquitectura
y probé su amargura sin embargo. Con el golpe amarillo, de un letargo
dulce pasó a una ansiosa calentura
mi sangre, que sintió la mordedura
de una punta de seno duro y largo.
Pero al mirarte y verte la sonrisa
que te produjo el limonado hecho,
a mi voraz malicia tan ajena,
se me durmió la sangre en la camisa,
y se volvió el poroso y áureo pecho
una picuda y deslumbrante pena.
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Ya de su creación, tal vez, alhaja
algún sereno aparte campesino
el algarrobo, el haya, el roble, el pino
que ha de dar la materia de mi caja.
Ya, tal vez, la combate y trabaja
el talador con ímpetu asesino
y, tal vez, por la cuesta del camino
sangrando subre y resonando baja.
Ya, tal vez, la reduce a geometría,
a pliegos aplanados quien apresta
el último refugio a todo vivo.
Y cierta y sin tal vez, la tierra umbría
desde la eternidad está dispuesta
a recibir mi adiós definitivo.
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Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos..
No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando nardos y agostando hinojos.
No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.
Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, y en mí termina.
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Vierto la red, esparzo la semilla
entre ovas, aguas, surcos y amapolas,
sembrando a secas y pescando a solas
de corazón ansioso y de mejilla.
Espero a que recaiga en esta arcilla
la lluvia con sus crines y sus colas,
relámpagos sujetos a olas
aumenta de mirada mi deseo
y no crezco en espigas o en pescados.
Lunas de perdición como ningunas,
porque sólo recojo y sólo veo
piedras como diamantes eclipsados.
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La muerte, toda llena de agujeros
y cuernos de su mismo desenlace,
bajo una piel de toro pisa y pace
un luminoso prado de toreros.
Volcánicos bramidos, humos fieros
de general amor por cuanto nace,
a llamaradas echa mientras hace
morir a tranquilos ganaderos.
Ya puedes, amorosa fiera hambrienta,
pastar mi corazón, trágica grama,
si te gusta lo amargo de su asunto.
Un amor hacia todo me atormenta
como a ti, y hacia todo se derrama
mi corazón vestido de difunto.
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No me conformo, no: me desespero
como si fuera un huracán de lava
en el presidio de una almendra esclava
o en el penal colgante de un jilguero.
Besarte fue besar un avispero
que me clama al tormento y me desclava
y cava un hoyo fúnebre y lo cava
dentro del corazón donde me muero.
No me conformo, no: ya es tanto y tanto
dolatrar la imagen de tu beso
y perseguir el curso de tu aroma.
Un enterrado vivo por el llanto,
una revolución dentro de un hueso,
un rayo soy sujeto a una redoma.
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Por desplumar arcángeles glaciales,
a nevada lilial de esbeltos dientes
es condenada al llanto de las fuentes
y al desconsuelo de los manantiales.
Por difundir su alma en los metales,
por dar el fuego al hierro sus orientes,
al dolor de los yunques inclementes
lo arrastran los herreros torrenciales.
Al doloroso trato de la espina,
al fatal desaliento de la rosa
y a la acción corrosiva de la muerte
arrojado me veo, y tanta ruina
no es por otra desgracia ni por otra cosa
que por quererte y sólo por quererte.
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Silencio de metal triste y sonoro,
espadas congregando con amores
de la región volcánica del toro.
Una humedad de femenino oro
que olió puso en su sangre resplandores,y refugió un bramido entre las flores
como un huracanado y vasto lloro.
De amorosas y cálidas cornadas
cubriendo está los trebolares tiernos
con el dolor de mil enamorados.
Bajo su piel las furias refugiadas
son en el nacimiento de sus cuernos
pensamientos de muerte edificados.
Muchas gracias por darnos a conocer estas pinturas de Maruja Mallo. Tu artículo anterior me recordó que tengo pendiente de lectura la biografía de Maruja Mallo escrita por Ferris, quien ya en su biografía sobre Miguel Hernández hablaba largo y tendido de la importancia de Maruja Mallo en la vida y en la obra de Miguel Hernández.
ResponderEliminarNo había visto las pinturas y menos las había relacionado con los poemas. la entrada es estupenda, esta noche la pienso leer con calma y disfrutarla.
ResponderEliminarGracias
Has hecho un trabajo estupendo, Píramo. La labor de comparación entre los cuadros y los poemas es realmente buena. Gracias por traer a la bitácora temas desconocidos por mí. Sé de primera mano la ardua labor de documentación que has hecho y espero que estés satisfecho porque te ha quedado redondo el artículo. Enhorabuena.
ResponderEliminarEl comentario que aparece inmediatamente antes del mío, lo escribí yo ayer: TISBE. No sé por qué aparece el nombre de Píramo. No piense nadie que Píramo se autoelogia (aunque bien podría hacerlo).
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