Al conocer la muerte de Josefina Aldecoa, la primera de sus obras que me ha venido a la cabeza ha sido Historia de una maestra. Al principio me he reprochado a mí mismo esta simplificación de la producción narrativa de la escritora leonesa. Primero, porque seguramente no es el mejor de sus libros (en ocasiones cae en el sentimentalismo fácil de las evocaciones idealizadas). En segundo lugar, porque no deseaba caer en el tópico de citar su obra más conocida (a veces, de forma inmerecida, la única de la autora que se puede encontrar en los anaqueles de las librerías). Pero la memoria es siempre selectiva por algún motivo. Y es que la vida de Josefina Aldecoa es la historia de una maestra. Su vocación pedagógica, heredada del krausismo y de la venerable Institución Libre de Enseñanza, es un ejemplo de dedicación entusiasta a la docencia en un momento en que el profesorado no disponía de los recursos que hoy se le facilitan y cuya utilidad se antoja totalmente sobredimensionada si partimos de las experiencias pedagógicas que en ese libro se recogen. La figura del maestro, que sólo disponía de su palabra y entrega, se erige majestuosa ante los nuevos gurús de las pizarras y libros digitales.
Eclipsada por los escritores con los que compartió generación, entre ellos su propio marido, Ignacio Aldecoa, del que tomó incluso el apellido, a Josefina Rodríguez creo que le hubiera gustado que se la recordara principalmente por su verdadera pasión. Y si nadie puede discutir su calidad como la escritora Josefina, estoy seguro de que a ella no le importaría que en su epitafio rezara el noble marbete de “la maestra Josefina”.
[En la foto, Josefina Aldecoa en una representación de las misiones pedagógicas. Fuente: El País]
Me entero por ti, Píramo, de que ha muerto Josefina Aldecoa. Durante muchos años mis alumnos han leído "Historia de una maestra". Recuerdo que un año tenía un alumno guineano y le gustó mucho al transcurrir parte de la historia en Guinea Ecuatorial. De la trilogía, me gustó también mucho "Mujeres de negro", no así "La fuerza del destino (aunque quizá merecería una relectura por mi parte).
ResponderEliminarEn cuanto a sus postulados pedagógicos, siempre me han parecido que están muy bien para un colegio elitista como el suyo, con familias de una estracción social alta y comprometidas con la educación de sus hijos. Pero, desde luego, se me antojan imposibles de aplicar en la mayoría de los institutos públicos de hoy en día.
Antes de nada, pido disculpas porque voy a escribir sin tildes. Ignoro el motivo pero los acentos me salen duplicados y desplazados de la vocal. Cosas de la inform´´atica.
ResponderEliminarJAVIER. Mas que a los postulados pedagogicos de Josefina Aldecoa, me referia al teson de los maestros de la Republica que aparece reflejado en el libro de la autora que menciono. Pero es verdad. Estoy de acuerdo en que son de dificil aplicacion y que sus destinatarios son familias adineradas. Ahi tienes el ejemplo de Berrueta y sus viajes de estudios con Lorca. Pero tambien los hay, que siguiendo los principios de la ILE, conseguian llegar a los grupos mas desfavorecidos. Ahi tienes a Andres Manjon, fundador de las escuelas del Ave Maria destinadas a las clases obreras y de las que se beneficio Miguel Hernandez a traves de don Ignacio Gutierrez Tienda.
Quede claro a todo aquel que se pase por nuestra bitacora, que Javier Angosto ha sido absuelto por el tribunal de faltas (que diria Gatopardo) por su error en la palabra "estraccion" (por extraccion, y con la tilde que yo no puedo poner, claro). El mismo Javier me envio un correo electronico practicamente instantaneo a la publicacion de su comentario lamentando el error. No es Javier sospechoso, no, de tales descuidos. Todo lo contrario: adalid implacable del yerro ortografico.