Es 23 de marzo de 1930, Barcelona. Ana María Matute tiene 5 años y todavía es catalana. Una gran muchedumbre se agolpa junto al Apeadero de Gracia y a la salida de la propia estación, en la calle de Claris. La expectación es enorme. Cuando por fin aparece el expreso procedente de Madrid, los aplausos y vítores dirigidos a los recién llegados apagan con su clamor el chirrido del tren al detenerse. De la portezuela del vagón salen Menéndez Pidal, el doctor Marañón, Pérez de Ayala, Bergamín… Mezclados entre el gentío les recibe también el otro grupo que llegó en el primer expreso la noche anterior: Giménez Caballero, Sánchez Albornoz, Pedro Salinas, Américo Castro, Araquistain, Benjamín Jarnés, Fernando de los Ríos, Ortega y Gasset… Todos forman parte del homenaje que la ciudad de Barcelona rinde a los intelectuales castellanos en agradecimiento al apoyo que éstos otorgaron a la lengua y cultura catalanas durante la dictadura de Primo de Rivera. Varios coches les trasladan a los hoteles donde se hospedarán, el Ritz y el Colón, excepto Marañón, que condescendiendo con la multitud, acepta ir a pie, acompañado por un gran número de personas. A las 12.30h llegan al Ayuntamiento, entre el entusiasmo de las masas, reunidas en la Plaza de San Jaime, que a duras penas pueden ser contenidas por la guardia urbana; allí les recibe el alcalde conde de Güell y casi todos los concejales; les hacen pasar al Salón de Ciento y en tan solemne marco, el alcalde da su discurso: “La intelectualidad no ha revestido nunca en ninguna raza forma más elevada que la de la comprensión, la transigencia y la admiración al saber ajeno. […]Yo os digo a los representantes de la intelectualidad de toda España que Cataluña os queda agradecida, y os digo a vosotros los catalanes que me oís, que no olvidéis que la intransigencia, las imposiciones, y el imperialismo miniaturizado no son sino plantas de la decadencia española: que la verdadera España es la que hoy representan estos amigos de Cataluña que nos visitan, y por eso yo, que por mi sentir y por mi nombre soy tan catalán como el que más lo sea, que tanto quiero a España, os pido que admiréis y améis a España”.
A las 17h son invitados al concierto que el Orfeó Català ha preparado en su honor bajo la dirección de su cofundador, el maestro Millet, bisabuelo del indigno bisnieto. Cuando los intelectuales toman sus palcos, el público les recibe con una atronadora ovación.
Por la noche se celebra un banquete en el Ritz, presidido por Menéndez Pidal, que tiene sentado a su izquierda a Pompeu Fabra. Más discursos entre los brindis. El catedrático catalán, Serra Hunter, menciona la Exposición del Libro Catalán de Madrid y alaba La Gaceta Literaria, de Giménez Caballero, que da acogida a las obras escritas en catalán.
Al día siguiente, se produce una excursión a Sitges; recibe a los intelectuales el alcalde Planas y visitan el “Cau Ferrat”, donde Santiago Rusiñol les hace de cicerone. Después, el banquete en el Hotel Terramar, vuelta a Barcelona, visita a la Diputación con especial atención a la Biblioteca de Estudios Catalanes y regreso a Madrid.
27 de abril de 2011. Ana María Matute tiene 85 años y recibe el Premio Cervantes. Barcelonesa, dicen. De manera vergonzante, ninguna autoridad catalana acude al acto. Ella no se acuerda de aquel luminoso y fraternal año 30; era sólo una niña. Hoy, los gurús del catalanismo más excluyente deciden cuál es la forma “canónica” de ser y sentirse catalán, como si uno no tuviera la libertad de ser y sentirse catalán como le diera la real gana. Por ejemplo, sentirse catalán escribiendo y comunicándose en castellano. Pero no, Ana María Matute no es catalana. Aunque da lo mismo. Porque es del mundo. Y esa universalidad no la hallarán nunca quienes cifran su identidad en ese centrífugo“imperialismo miniaturizado”.
[En la foto de arriba, la muchedumbre esperando el tren de los intelectuales castellanos en el Apeadero de la Estación de Gracia; en la foto de abajo, la misma escena de acogida en las calles barcelonesas. Ambas fotos datan del 23 de marzo de 1930]
[Estoy en deuda con el escritor Antonio Tello, de quien he tomado el título de mi artículo. En compensación, remito al lector mediante este enlace a su bitácora (Cuaderno de notas de A.T.), donde se hallará tratado el mismo asunto, aunque centrado más específicamente en la espantada de las autoridades catalanas]
¡Cuánta mezquindad aquí y allá! Menos mal que, como bien dices, algunas obras, como es la de Ana María Matute, van y están más allá de tales mezquindades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Estimado Fernando, le agradezco el enlace a mi blog, pero creo que lo más importante es que estamos enlazados en una visión amplia y fraternal de la vida. Un abrazo
ResponderEliminarOjalá aprendiéramos todos de otras épocas en las que imperaba más la cordura. Qué bonita imagen la de la estación de tren llena de gente esperando deseosa a los intelectuales, hecho que está en las antípodas de lo que sucede en la actualidad. Ahora únicamente mueven a las masas los famosillos de turno y los futbolistas. Qué triste y qué efervescencia cultural más admirable la de aquéllos años.
ResponderEliminarHablas, Píramo, de catalanismo excluyente... En los tiempos que corren, sencillamente -y por desgracia- un pleonasmo.
ResponderEliminarLo he leído, Fernando. Y me ha gustado mucho. Precisamente uno de los temas en los que investigo son las relaciones Castilla-Cataluña en el inicio de siglo... Cuánto tienen que aprender los de hoy, y no sólo los políticos, también muchos intelectuales...
ResponderEliminarComo siempre que leo los artículos del blog saco partido. Enhorabuena, el sitio web se ha convertido para mí en una referencia. Podré estar o no de acuerdo con algunos planteamientos pero siempre es enriquecedor leer los artículos colgados. Felicidades nuevamente, seguid así y animo a la gente a que participe con sus comentarios en este tipo de sitios educativos porque la verdad es que son de un valor enorme en esta época de internet.
ResponderEliminarÁnimo y suerte con las publicaciones, os seguiré
La lectura detallada de 'Otelo' me ha llevado a pensar que el protagonista no es el 'moro' celoso ni la no-tan-cándida Desdémona. La estrella que ilumina la escena es Yago, el 'hijoputa' encargado de meter cizaña entre ellos, cosa que hace con perfección inusitada.
ResponderEliminarLos nacionalistas de toda laya son al tiempo responsables de divisiones entre los grupos sociales. ¡Malditos!
Esto convierte a la obra literaria de una tragedia en una comedia, pero a mi 'se me da una higa', que diría mi amigo caballero en rucio.
Antonio del Camino, qué razón tienes. La universalidad por encima del localismo cerril.
ResponderEliminarAntonio Tello, y que siga ese vínculo.
Tisbe, completamente de acuerdo contigo en esa visión tan hermosa de la muchedumbre agolpada ante los intelectuales. Hoy parece ciencia ficción.
Javier, desgraciadamente sí. No parece existir ya un catalanismo de amplias miras.
Gracias, Inma. Y qué sociedad tan distinta. ¿Tú te imaingas hoy en día una marabunta de gente esperando a unos intelectuales en la estación de tren y ovacionándolos en las calles y plazas? Hoy eso sólo pasa con los futbolistas y el famoseo. ¡Qué envidia, la eferevescencia cultural de aquellos tiempos! Suerte en tus pesquisas y, sobre todo, disfrútalas.
Lecturayescritura, (tengo que dirigirme a ti con el nombre de la página web que tan bien gestionáis gracias por tus palabras. Es un acicate enorme lo que nos dices para seguir trabajando con la misma ilusión.
Alfonsinn, muy bien traído ese Yago para referirte a los nacionalistas. Afortunadamente, todavía hay gente que busca un discurso más conciliador.
Te quedaste corto
ResponderEliminarLo sé, Dolors. Piensa que tengo que evitar el linchamiento del oficialismo. No puedo ir mucho más allá y más publicando en un periódico catalán. Aunque en el Diari, un periódico plural, nunca me han censurado nada.
ResponderEliminarTú sabes lo que firmas y quién lo lee. Quizá eso es suficiente. Aunque me temo que eso también es suficiente para estar en la lista negra. Pienso en Goitysolo (dep), Juan Marsé, Eduardo Mendoza...Resulta todo tan ridículo...
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ResponderEliminarEso le pasa hoy día en Galicia a Valle Inclán. Todo es Castelao, Rosalía y demás. Y no digo que no sean buenos, pero oye, qué injusticia.
Por cierto, me ha encantado el artículo. Lo encuentro elegantísimo
A mí también me ha encantado. La última frase es contundente. Poco más que añadir
ResponderEliminarUn artículo muy valiente y esclarecedor, más de uno debería reflexionar sobre ese desprecio a la diversidad de la sociedad catalana desde los poderes establecidos
ResponderEliminarY el silencio culpable de muchos, Carlos. Esto no se ha cocido en una legislatura
ResponderEliminarMuy cierto, Dolors, me apena mucho lo que está ocurriendo y que tan sutilmente refleja el artículo
ResponderEliminarMe alegra ver que hay más gente que ve las cosas como yo. Píramo, me ha gustado mucho lo que dices. Enhorabuena
ResponderEliminarNadie puede decir a otro lo que ES. No sé decirlo mejor. Ella era lo que ella quiso ser, no lo que nadie decidiera. Muy bueno el artículo
ResponderEliminarGracias a todos por vuestras palabras y solidaridad
ResponderEliminarNo puedo estar más de acuerdo, si realmente la situación es así.
ResponderEliminarPor otro lado, no veo que sea nada nuevo. No he estudiado nunca en literatura española a Mercé Rodoreda o Ausiàs March. No conozco a ningún autor que publicase en euskera, o a ninguno que publicase en gallego.
No sé vosotros, pero veo imposible que el discurso de "la pluralidad de las españas" y similares sea posible mientras que cosas como ésta sigan ocurriendo. Es imposible que se intenten integrar distintas identidades y que éstas coexistan en un "algo" mayor si desde ese propio "algo" mayor se las excluye continuamente.
En literatura inglesa, no se incluyen sólo las obras escritas en inglés, sino también aquellas que fueron escritas en francés, por ejemplo. Ninguna de ellas es menos inglesa.
Sinceramente, creo que no me he explicado para nada bien, así que espero que se entienda el mensaje. Un saludo!
Una consecuencia más de la ridiculez que supone el hecho de que las lenguas oficiales no lo estén al mismo nivel que en Suiza. Consecuencias: imperialismo gañán por una parte y aldeanismo por otra. Y lo digo como catalanoparlante y profesor de catalán
ResponderEliminarEn un mundo globalizado, no ver más allá de tu nariz (aunque lo que veas alrededor cuando abres la ventana sea maravilloso) es limitarse de una manera muy penosa. Igualmente, que al que vive lejos de ti le cueste entender que tú eres diferente sin pensar que eres peor, pues también me da pena. Yo soy gallega y he vivido en Madrid 6 años y me decían unas marcianadas ¡que me quedaba muerta! Jajajajajaja, en fin, comprensión mutua y un poco de curiosidad por lo distinto nos vienen muy bien a todos...
ResponderEliminarBuen artículo
ResponderEliminarSergio, disiento parcialmente contigo. En el plan curricular de Lengua y Literatura Españolas se prevé el estudio de las literaturas escritas en las otras lenguas oficiales del Estado. De hecho, un profesor que aspire a ocupar una plaza en la administración como docente debe estudiar en el temario de las oposiciones las literaturas gallega, catalana y vasca. Otra cosa es que su tratamiento sea menor. Pero ello se debe a que ya existen en las comunidades bilingües las asignaturas correspondientes que se encargan de esas literaturas. Así que no se puede hablar de exclusión. Exclusión es lo que se hace con el castellano en las aulas catalanas, donde su presencia está exclusivamente limitada a la asignatura que la imparte. Si Cataluña es plural y las aulas deben representar esa realidad plural, no se entiende la exclusión de uno de los dos idiomas cooficiales como lengua vehicular de los centros. Te lo dice un profesor que lleva más de 10 años enseñando en Cataluña.
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