Existen disciplinas cuya jerga es tanto o más apasionante que el objeto mismo al que dedican su estudio. Este es el caso de la ciencia heráldica. Si los diseños de los blasones son ya de por sí auténticas obras de arte, la descripción técnica que los acompaña es un deleite para quien sabe degustar la belleza de las palabras. Cuánto ha tenido que disfrutar don Faustino Menéndez Pidal, nuestro más acreditado heraldista, premio Príncipe Viana de la Cultura en 2011, desentrañando durante tantos años los símbolos que definen los distintos linajes. Y con cuánto respeto habrá estudiado esas genealogías, él que conoce la importancia de la suya misma, sobrino nieto del gran don Ramón Menéndez Pidal.
El peculiar vocabulario que la Heráldica utiliza para las fichas de los blasones no hace sino redundar en la artesanía de esta ciencia. El uso del lenguaje que asiste a cualquier rama del saber define su naturaleza y hasta la engrandece. Así, si la Medicina, por ejemplo, sostiene sus tecnicismos sobre la base de la cultura greco-latina, tan presente en la prefijación o en la parasíntesis de sus términos, y con ello se prestigia partiendo del mismo Hipócrates, la Heráldica recibe el sustento de la Poesía, que es el lambrequín que la rodea.
Véase también:
La poesía del té
La poesía del vino
El peculiar vocabulario que la Heráldica utiliza para las fichas de los blasones no hace sino redundar en la artesanía de esta ciencia. El uso del lenguaje que asiste a cualquier rama del saber define su naturaleza y hasta la engrandece. Así, si la Medicina, por ejemplo, sostiene sus tecnicismos sobre la base de la cultura greco-latina, tan presente en la prefijación o en la parasíntesis de sus términos, y con ello se prestigia partiendo del mismo Hipócrates, la Heráldica recibe el sustento de la Poesía, que es el lambrequín que la rodea.
En Literatura, los blasones han dejado alguna anécdota curiosa. La más famosa es aquella relacionada con Lope de Vega. El padre de éste era bordador. Durante los Siglos de Oro se debatió si este oficio pertenecía o no a las artes liberales, propias de hidalgos y nobles, o si, por el contrario, era un arte mecánico, perteneciente al pueblo llano. Lope siempre reivindicó la nobleza de su linaje. Por eso, en la primera edición de su Arcadia (1598), usó el supuesto escudo nobiliario del apellido Carpio, con 19 torres. Góngora se burló de las pretenciosas aspiraciones de Lope con aquella famosa letrilla:
“Por tu vida, Lopillo, que me borres
las diez y nueve torres del escudo,
porque, aunque todas son de viento, dudo
que tengas tanto viento para tantas torres”.
Los escudos heráldicos hablan por la boca y, orgullosos, se miran el ombligo; se jactan de ser jefes y tener puntos de honor; su corazón es un abismo; dan gritos de guerra, visten forros de armiño; el tiempo cuartela su pecho o lo hace jirones; visten buen calzado y lucen capa de azur, de gules, de sinople, de oro o de plata; atan su casco con burulete, se adornan presumidos con lambrequín. En su origen medieval, rescatan palabras de antaño que quizás habrían sido ya olvidadas y las salva así del tiempo, petrificadas en el blasón como el blasón mismo en tantas casonas de pueblos de España.
Y como la Heráldica está en deuda con la palabra poética, nosotros proponemos aquí, en nombre de aquélla, el blasón de la Poesía, pidiendo disculpas de antemano por los errores y torpezas que, profanos en la materia, cometeremos a buen seguro en nuestra descripción:
Escudo cuartelado con escusón y boca de plata; 1º, en campo de azur, una lira de oro; 4º, en campo de azur, un legajo de oro atado con balduque de gules; 2º, en campo de oro, un cerro en sinople encumbrado por una fontana de plata; 3º, en campo de oro, un peregrino en sable, con la cabeza ligeramente levantada hacia el cuartel 2º. Al timbre, una corona de ovación de laurel, sujetada por dos cariátides tenantes desnudas que flanquean el escudo. De la corona parte un lambrequín que cubre parte de ambas cariátides. En el abismo del escusón aparece una O. En la base del escudo hay una divisa en caracteres griegos con los nombres de las musas Erato y Euterpe.
Véase también:
La poesía del té
La poesía del vino
Tengo ganas de ver el escudo de la poesía. La descripción que haces de él me parece preciosa.
ResponderEliminarEste artículo tuyo de hoy haría las delicias de la hermosa Concha, de la "Sonata de otoño" de Valle-Inclán.
ResponderEliminarYa sé que me vence la vagancia, pero no estaría mal que hicieras un pequeño apartado de vocabulario en tu blog, no??? Así no perderíamos tiempo buscando en la RAE, jejeje.
ResponderEliminar¡Qué bonita entrada! No sabía mucho de esta disciplina, aunque lo de Lope sí que me suena que lo dijeras en clase cuando lo estábamos dando.
ResponderEliminarEstoy deseando ver el escudo, para ver si es como yo lo he imaginado...
¡Nos vemos pronto!
Interesante entrada y anécdota!! Y mira que siempre he estado intrigada por la heráldica aunque nunca me he puesto a estudiarla con profundidad. Ya estoy deseando ver el escudo de la poesía!!
ResponderEliminarTisbe, seguro que nuestro artista nos hace un buen trabajo. Gracias.
ResponderEliminarJavier, muy bueno. Bien traída la referencia literaria.
Laura, probablemente sí haya explicado lo de Lope en clase. Es una anécdota que me gusta explicar. Ya ves que la poesía está en todos los ámbitos de la vida si uno sabe buscarla. Yo también tengo ganas de ver el escudo. Nos vemos pronto.
Érie, es todo un mundo. Se ha desvirtuado mucho merced a los aficionados. Los heraldistas se quejan bastante por ello. Probablemente, si leyeran mi descripción heráldica también se echarían las manos a la cabeza. Pero creo me perdonarían porque la intención era buena.
En atención a la petición de Mari Carmen, adjuntamos un pequeño glosario con las palabras de mi propuesta de blasón. Salvo algunas, van ordenadas por orden de aparición. También se adjunta una justificación interpretativa.
ResponderEliminarCUARTELADO: Dividido en cuarteles, cada una de las divisiones o subdivisiones en que se puede distribuir el escudo. En nuestro caso, se divide en 4 cuarteles.
ESCUSÓN: Escudo pequeño que se coloca en el centro del escudo. En nuestro caso tiene una "O." que simboliza la eternidad. Porque la Poesía es eterna.
BOCA: Borde del escudo.
CAMPO: Superficie interior del escudo donde se pintan las figuras.
LIRA: Símbolo de la Poesía de todos conocido.
BALDUQUE: Cinta para atar los legajos. En nuestra propuesta simboliza el arcano de la Poesía, su misterio oculto tras el legajo atado.
CERRO Y FONTANA: En nuestro escudo, simbolizan el Monte Parnaso y la Fuente Castalia, respectivamente.
PEREGRINO: El peregrino levanta la cabeza hacia el segundo cuartel, donde está el Monte Parnaso y la Fuente Castalia porque desea ascender a la cumbre. Representa el esfuerzo del poeta para lograr la creación, a la manera en que Fray Luis de León instaba a su amigo, el licenciado Juan de Grial.
CORONA DE OVACIÓN: Era la destinada a los generales victoriosos sobre enemigos inferiores o sin derramamiento de sangre. Generalmente se hacían de mirto pero me he tomado la licencia de hacerla de laurel, porque el laurel es también símbolo de la poesía, como sabemos. La corona de ovación, en este caso, simboliza el triunfo de la poesía y de su superioridad por encima de todas las artes, triunfo que, efectivamente, se hace sin derramamiento de sangre porque son otras sus armas.
CARIÁTIDES TENANTES. Son figuras femeninas a modo de columnas que sujetan el escudo por sus 2 lados. Estas dos figuras son las musas Erato y Euterpe, la primera musa de la poesía amorosa; la segunda, de la música. Elijo estas dos musas porque la creación es un acto de amor y porque la música es fundamental en ese proceso de creación poética.
LAMBREQUÍN: Adorno formado por hojas de acanto que, partiendo del casco, rodea el escudo. Pueden ser de plumas. Tienen que tener los mismos colores que los esmaltes del blasón. En nuestro caso, no parten de un casco, sino de la corona y cubren parcialmente los cuerpos desnudos de las musas.
DIVISA. Lema que se suele colocar bajo el escudo.
ABISMO. Centro del escudo.
COLORES: Plata (gris); azur (azul); oro (amarillo); gules (rojo); sinople (verde); sable (negro)
¡Fantástico!
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