Morirse Martín de Riquer y desaparecer los estudios de Filología Románica de la Universidad de Barcelona ha sido todo uno. No se podría haber realizado peor tributo a la memoria del insigne medievalista. Con Riquer ha pasado como con don Quijote. Cuando el bueno de Alonso Quijano muere cuerdo en su cama, se lleva con él todo un mundo que, en realidad, estaba ya periclitado. La comparación cervantina es intencionada. La Filología en general, no sólo la Románica, hace ya tiempo que se halla sola e incomprendida en la trapisonda de una sociedad abocada al vértigo de lo práctico y de lo inmediato, incapaz de detener su vorágine para el cuidado esmerado de sus acciones o para el cultivo de la sensibilidad.
El filólogo es un pobre loco que se dedica a la inútil
tarea de “desfacer” entuertos ortográficos o a luchar contra los malandrines
que pervierten el idioma sin que el mundo perciba mérito alguno en esa empresa,
pues una tilde de menos poco daño puede causar al devenir del universo. Es
signo de los tiempos: se empieza por olvidar las tildes y se acaba por
extraviar el bisturí en el bazo del paciente operado. Y así vamos, chapuceando
por la vida y saliendo del paso tan ricamente. Los medios de comunicación
prescinden ya de la figura del corrector de ortografía y estilo mientras a un
filólogo en paro le atormentan las nuevas maritornes que se afanan en redactar
en los periódicos, en colocar titulares en los telediarios o en escribir
novelas. Por cierto que, llama la atención la escasa cantidad de filólogos que
se dedican a la labor creativa. En cambio, escriben novelas los abogados, los ingenieros,
los veterinarios y hasta los pilotos de avión. Por supuesto, el don de la
escritura no es, afortunadamente, patrimonio exclusivo del filólogo; pero
concedamos que le vincula a ella el lazo de la consanguinidad. Creo que hay
filólogos que no escriben porque su relación con los grandes clásicos, a
quienes conocen bien, llena de pudor cualquier intento de remedar el oficio
insuperable de aquellos. El pudor del filólogo es tanto su virtud como su condena. Pero, entretanto,
escriben otros.
Así están las cosas. La licenciatura de Filología
Románica, a la que los nuevos “peda-gogós” llaman ahora “grado” (los mismos que
llaman “máster” al doctorado de toda la vida), desaparece del panorama
universitario español mientras se proponen carreras sobre el arte circense.
Por ese motivo, en mitad de esta desolación, resulta
tan reconfortante la iniciativa formativa que la Universidad Rovira i Virgili
de Tarragona, a través de su Departamento de Filologías Románicas, ha puesto en
marcha al ofertar su Diploma de Especialización en Literatura Aplicada,
dirigido por los profesores Manuel Fuentes y Mª Isabel Calle y con un equipo
docente que garantiza el rigor y la calidad del curso (quien lo probó lo sabe).
La ficha informativa de este posgrado, 100% online, puede encontrarse
en la página web de la Fundació URV pero desde hace casi dos meses, la profesora Inmaculada Rodríguez viene
colgando a través de Facebook (Literatura Aplicada-Posgrado FURV) algunas
entradas deliciosamente sugestivas que, aunque son un anticipo del curso,
también son, por sí mismas, delicadas perlas culturales. El enfoque
interdisciplinar del posgrado desmitifica esa idea errónea que se suele tener
de la Literatura como una disciplina endogámica y sin horizonte práctico
(“Borges te ayudará a ser un arquitecto mejor”, se titula uno de los posts).
Desde luego, si el profesor Manolo Fuentes participa en el proyecto, el rigor, la calidad y, por supuesto, la pasión por la Literatura están garantizados.
ResponderEliminarMenos mal que aún hay profesores con ilusión que organizan cursos, grados, charlas o cualquier otra variedad de oferta formativa que constituyen un remanso de paz para los filólogos; esos locos que para buena parte de la sociedad dedican su vida a algo tan poco práctico como el estudio de la Lengua y de la Literatura.
ResponderEliminarLunes con sorpresa. Un "Filólogos" titula un artículo en el Diari. Los vientos no son favorables a las filologías, y Fernando Parra da la voz de alarma y reflexiona con lucidez sobre la sinrazón de éstos y otros asuntos universitarios. Pero qué ilusión la tierna imagen de nuestro grupo -14 años ha -y el generoso elogio a nuestro Literatura Aplicada - Posgrado FURV, que se ha empeñado en mostrar el horizonte práctico de las letras. Gustad del artículo, no os lo perdáis. ¡Mil gracias, Píramo Tisbe, por regalarnos este bálsamo (de Fierabrás, sin pudor, oye)!
ResponderEliminarPíramo, mil gracias por el artículo, por defender lo olvidado (no por ello innecesario) y por mostrar tu apoyo sempiterno a la difusión de la literatura y de las humanidades en general. ¡Gracias de nuevo!
ResponderEliminar¡Qué pena!
ResponderEliminar¡Ánimo filologos!! Tenemos que encontrar nuestro hueco en el mundo!
ResponderEliminarEn vez de buscar un hueco en el mundo, mejor intentad cambiarlo. La palabra escrita a veces es más letal que cien misiles balísticos
ResponderEliminar¡Un país de bárbaros, el nuestro!
ResponderEliminarMuchas gracias, Fernando, por tus palabras. Un artículo, aunque nos pese, muy acertado.
ResponderEliminarOye, ¡qué jovenes estamos!
Un fuerte abrazo para todos.
Madre mía qué chollas, gracias Fernando. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarSi estamos igual. Como dice la canción "veinte años no es nada"
ResponderEliminarMe hizo mucha ilusión encontrarlo por casualidad ¡Qué recuerdos!
ResponderEliminarGracias Fernando Píramo Cuanto más te leo más contenta me siento de haber sido compañeros de esta carrera, que más parece un paseo, que sólo abandonaríamos si se nos acabara todo el tiempo.
ResponderEliminarLa Filología nos abre tantas ventanas desde donde contemplar el mundo; tantas perspectivas ante tantas maravillas. Amantes y amadores del conocimiento para siempre serán nuestros tiempos!
¡Filólogos del mundo, uniós! Gracias a todos por vuestras cariñosas palabras.
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