El pasado miércoles 7 de enero se emitió por televisión el primer
episodio de la serie Alatriste. A Pérez-Reverte no ha acabado de
convencerle la adaptación de su novela y se ha mostrado algo tibio en sus
apreciaciones, en las que sólo salva el guión y el compromiso de los actores a
la hora de mostrarse fieles a los personajes. Yo todavía tengo pendiente
completar las aventuras de Diego Alatriste, así que no dispongo de elementos de
juicio suficientes como para adentrarme en un análisis comparativo. Sí vi en su momento la película de Agustín
Díaz Yanes y me gustaron muchas cosas, entre ellas la inolvidable
caracterización e interpretación de Juan Echanove como Quevedo. No veré, en
cambio, esta pantomima semanal del miércoles, cuyo estreno duró en mi televisor lo
que duraría un púber en la habitación de María de Castro pero sin la precocidad
del placer. Me resultó un producto acartonado, sin fuerza expresiva y con ese
tufo telefílmico que convierte a la Historia en un carnaval colorista, con sus
decorados de piedra pómez, su vestuario impostado y sus abundantes
anacronismos, a la manera de la sonrojante Águila roja. La comparación
con la película o con otras series históricas españolas recientes de calidad,
como Isabel, son inevitables y dejan la producción de Telecinco en una
posición embarazosa.
Pero no está en mi ánimo meterme a crítico televisivo,
que eso hay quien lo hará mucho mejor que yo, sino reflexionar sobre ese debate
espurio que siempre se origina cuando se comparan obras literarias y sus
correspondientes adaptaciones cinematográficas. Ha ocurrido ahora con la obra
de Pérez-Reverte, pero sucede cada vez que una película se basa en un libro.
Ese cotejo puede ser entretenido e interesante por muchos motivos pero conviene
no ser demasiado purista y escrupuloso en la lista de paralelismos. Hay que
recordar que el cine es una manifestación artística regida por sus propios
códigos e independiente. Recoger al dedillo los detalles de un libro en una
película es, además de imposible, contraproducente para el producto final. Cuando
se estrenó Troya (2004), los lectores de la Ilíada clamaron al
cielo por la retahíla de discordancias de la película respecto a la epopeya
homérica. Pero si, por ejemplo, en el duelo singular entre Paris y Menelao el
director Wolfgang Petersen hubiera incorporado el pasaje sobrenatural en que la
diosa Afrodita salva al raptor de Helena, la escena habría resultado ridícula y
contraria al análisis estrictamente humano que rodea a las bajas pasiones y el
alma de los personajes de la cinta, en este caso la cobardía de Paris, que en
la película huye a los pies de Héctor.
No obstante, cine y literatura se vinculan en el
territorio del guión y es deseable que éste, al menos, conserve el espíritu del
libro pero no todos sus pormenores. A un director de cine, como a cualquier
creador, no se le puede constreñir su libertad expresiva en virtud de una mal
entendida fidelidad al libro; ello sólo
deriva en artefactos forzados. El cine tiene su particular lenguaje, igual que
la pintura, la música o la escultura. Mucho nos extrañaría ver recitar versos a un compositor en un
concierto; sencillamente, nos bastaría con que su melodía dijese el poema en el
que se basa y que los acordes fueran los mismos versos que nos conmovieron hechos
ahora música.
Las aventuras del capitán Alatriste es una saga de novelas. Quien quiera fidelidad que
lea los libros. Porque la celulosa y el celuloide son dos palabras que podrán
parecerse mucho pero nadie podrá negar que son distintas.
Suculento comentario, como siempre. Ahora bien, en estos casos conviene, además de medir la calidad de la versión cinematográfica o televisiva con respecto a otras, hacer lo mismo con su referente. 'Retorno a Brideshead' es una serie de altísima calidad, pero es que la novela de la que parte, también; las adaptaciones españolas de Clarín, Galdós, Agustí o Torrente Ballester son buenas y además están basadas en grandes novelas. ¿Quieres decir que hay más diferencia entre la adaptación televisiva de 'Alatriste' y, por ejemplo, la de 'Isabel', que entre la novela de Pérez Reverte y, qué se yo, 'El hereje' de Delibes?
ResponderEliminarUn abrazo.
Justamente las adaptaciones de los autores citados por A.C. me parecieron en su día muy dignas. Pero desde hace años he dejado de ver en la televisión o en el cine adaptaciones de novelas.
ResponderEliminarA.C. Gracias por tu participar con tu comentario. Yo prefiero comparar dos artefactos artísticos del mismo género porque los elementos de cotejo son los mismos. Por eso prefiero comparar libros con libros y películas con películas pero no libros con películas puesto que no manejan los mismos resortes compositivos, más allá de los paralelismos del guión y el texto literario. Pero, efectivamente, supongo que es inevitable echar la mirada al referente del que parten las versiones cinematográficas y los ejemplos que mencionas son, como tú bien dices, casos donde libro y adaptación están ambos a gran altura.
ResponderEliminarJAVIER, quizás haya que acudir al cine sin demasiadas expectativas acerca de la fidelidad de la película respecto al libro y tomar el filme como un artefacto autónoma, válido en sí mismo. Pero entiendo tu decepción. Mejor entonces leer sólo el libro.
Una pura decepción y un insulto a la saga
ResponderEliminarHe visto dos episodios y es esperpentico. De acuerdo en que una cosa es el libro y otra una serie o pelicula, pero tienes el ejemplo de la tabla de Flandes, que me parecen una maravilla ambas.
ResponderEliminarEs decepcionante para los lectores de la saga Alatriste ver una adaptación tan mala. No entiendo por qué Pérez-Reverte permite que se desvirtúe a su personaje puesto que así, con un producto televisivo de tan poca calidad, lo que se puede conseguir es que los posibles nuevos lectores de estas novelas, no lo sean nunca.
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