El día que murió Lucio
Battisti lo supe porque él mismo me lo dijo. Era 9 de septiembre de 1998 y yo
tenía 20 años. Paseaba por el dial de la vieja radio que mis padres habían
comprado en Andorra y en todas las emisoras sonaba «Il mio canto libero» sin
que nadie aclarase por qué. Como entonces no había manera de conocer con la
presteza de hoy los sucesos que acontecían en el mundo, tuve que esperar a
escuchar el programa Flor de pasión, de Juan de Pablos, que por aquella época
se emitía de madrugada en Radio 3. Y allí estaba la voz quebrada de Juan,
traspasada por el dolor, anunciando la muerte de Battisti y dedicándole todo un
programa monográfico que grabé en una cinta de casete. No había escuchado a
Juan de Pablos tan afectado desde sus míticos sollozos en antena cuando murió
Dusty Springfield. Aún conservo aquel casete al que añadí una carátula con el
rostro de Battisti imprimido de forma tosca en una impresora que se caía a
pedazos.
La mayor parte de las letras
de las canciones de Lucio Battisti fueron compuestas por Giulio Rapetti, más
conocido como «Mogol». Los textos son pura poesía y la voz aterciopelada de
Battisti, unida a sus arreglos musicales, el cauce perfecto. Aunque la crítica
coincide en destacar la veta experimental de Battisti, a mí lo que me enamoró
de su producción fueron las baladas clásicas. Hay canciones celebratorias del
amor que son auténticos himnos, como «Il mio canto libero», que fue el tema que
lo hizo popular, pero también «29 de settembre» con ese final exultante de
felicidad o «Un’avventura», donde el cantante se rebela contra la
provisionalidad de un amor que nace y que «è fatto solo di poesia». En otras
ocasiones, los temas abordan el carácter redentor del amor, como en «Io vorrei,
non vorrei», una de las canciones más bellas que he escuchado nunca y en la que
el protagonista, roto durante mucho tiempo por un desamor, no sabe si debe o no
abrir su corazón a la persona de la que se está enamorando; pero, finalmente,
el «grande salto» hace liana. «Mi ritorni in mente» evoca la emoción de aquel
primer encuentro fundacional y en «Vento nel vento», el miedo no existe cuando
él recibe el cobijo cálido del abrazo de ella. Hay también canciones de desamor
muy potentes, sobre todo porque Battisti teatraliza vocalmente sus temas. Así,
en «Fiori rosa, fiori di pesco», el protagonista, tras un año sin ver a la
persona amada, vuelve ilusionado a la casa de ésta, pero pronto descubre que
ella ya no está sola; el momento en que se percata de ello es verdaderamente
conmovedor. En «Non è Francesca», el protagonista se niega a creer que ella lo
engaña con otro: «Come quell'altra è bionda, però / non è Francesca. / Era
vestita di rosso, lo so/ ma non è Francesca / se era abbracciata, poi / no, non
puo' essere lei». Y en «Io vivró senza te», el cantante dibuja la perspectiva
desoladora de una vida sin ella, en la que, cual autómata, se someterá a la
inercia de los días sin objeto; la instrumentación es casi un réquiem del
desamor. También es bellísima «Umanamente uomo: il sogno», donde Lucio Battisti
se limita a tararear o a silbar una melodía sin letra, que otorga a la
composición un intimismo lírico precioso. La letra de esta canción permaneció
inédita hasta 1999 (27 años después de ser compuesta): al parecer Mogol no quiso
incluirla en el tema. Se trata de un breve poema de carácter existencialista. Y
para acabar con esa lista de algunas de mis canciones favoritas de Battisti, no
puedo dejar de citar «La collina dei ciliegi», un ejercicio casi místico de
comunión compartida con el cosmos: una auténtica belleza.
Battisti murió prematuramente a los 55 años, probablemente de cáncer, aunque nunca trascendieran los verdaderos motivos de su muerte. A mí me queda aquel casete de mi juventud y aquella frase suya de «Il mio canto libero», que ha sido desde entonces una promesa cumplida: «Al fianco tuo mi avrai /se tu lo vuoi».
A Sandro Luna
Son las 6 de la mañana. El calor no me deja dormir. Estoy en el salón, sola. Abro un periodico digital local y leo un magnífico artículo sobre Azorín que me lleva a este blog. A esta entrada. Pongo un vídeo de Battisti en Youtube. Tengo el corazón encogido. No soy tan mayor y estoy tan sola. Me he acordado de los pocos que fuimos y que ya no están. De cuando no sabíamos que aún había esperanza.De la inocencia de otros tiempos. Será que no he dormido. Que asoma el sol. Lo veo todo tristemente claro. Gracias.
ResponderEliminarQuerida anónima:
ResponderEliminarOjalá Battisti y la literatura ejerzan su abrazo terapéutico contra tu soledad y te hagan compañía. Un fuerte abrazo.