Hace unos meses, los amantes de la Literatura
recibimos la feliz noticia del descubrimiento de una obra inédita de Lope de
Vega gracias a la admirable investigación de Álvaro Cuéllar y Germán Vega,
quienes trabajaron sobre un manuscrito anónimo de finales del siglo XVII, que
se conservaba en la Biblioteca Nacional, haciendo uso de la inteligencia
artificial. La francesa Laura ya luce en las estanterías de librerías y
bibliotecas gracias a la editorial Gredos, con una impecable edición de ambos
estudiosos en la que explican y justifican los argumentos filológicos que
legitiman al gran Lope como padre de esta comedia. El nacimiento en papel urge la necesidad del
bautismo, de la presentación en sociedad de esta apasionante obra. Marta Poveda
ha sido la encargada de amadrinarla y de infundir vida a estos personajes. La
actriz, conocidísima por sus múltiples interpretaciones en espectáculos de la
Compañía Nacional de Teatro Clásico, y ahora directora, sortea con solvencia el
vértigo de llevar a escena por primera vez esta comedia palatina de acción
inventada que acaba siendo un drama de honor.
La obra gira en torno a los deseos irrefrenables del
Delfín de Francia de conseguir a la protagonista, la francesa Laura, quien está
casada con el conde Arnaldo. Para lograr saciar su lujuriosa sed, el Delfín
obliga a Arnaldo a viajar a Londres con el pretexto de concertar el matrimonio
del príncipe francés con la infanta de Inglaterra, afianzando así la paz que
ambos países acaban de sellar. A partir de este momento, Laura se erige en
símbolo del amor fiel e inquebrantable a su esposo, pero los equívocos se
suceden: falsas cartas, viajes de incógnito para confirmar oscuras sospechas,
celos, máscaras, deseos de venganza, acciones incontroladas por la acción
irrefrenable del deseo, posibles envenenamientos… Todos los elementos
típicamente lopescos contribuyen a una acción vertiginosa, con giros
inesperados y con un final esperadamente feliz, si bien cuestionable para los
ojos de los espectadores del siglo XXI.
Poveda ha declarado en múltiples ocasiones su
debilidad por Lope de Vega, por la vida y la intensidad que emanan de sus
obras, por la humanidad que desprenden sus personajes con alma, por la manera
de tratar temas tan universales como el amor, los celos, la justicia o la
venganza. Esta multiplicidad de aristas y la belleza de los versos de Lope
relucen en boca del elenco de actores que nos regalan un trabajo perfecto. No
es baladí su vinculación con la Fundación Siglo de Oro. El verso, en sus
labios, cobra alada forma sonora, escucharlos y deleitarse con el ritmo y la
cadencia es inevitable.
La puesta en escena es sencilla, sin recargamientos.
Poveda ha querido potenciar la importancia de la palabra, de la acción sin
artificios para incidir en la exploración del amor y de todo el abanico de
sentimientos que surgen en torno a él, subrayando así la fragilidad de los
personajes y su evolución hacia comportamientos ennoblecedores o actitudes
miserables. El espacio escénico simula el Corral de Comedias de Almagro, cuna
del teatro del Siglo de Oro. El vestuario es de una sencillez elegante, con
tonos pastel que contribuyen a la percepción armónica de la pieza. Nada
chirría. Todo resuena a respeto por el original, a veneración a los versos de
Lope; lo cual no impide concesiones más actuales como la recurrente melodía de Blue
Moon que cantan los actores unas veces, que entonan instrumentos de cuerda
como el violín en otras ocasiones; así como los movimientos de danza al inicio
de la obra y en algunos momentos de transición.
La francesa Laura recalará en nuestro Teatro
Principal el próximo 19 de octubre. No se pierdan la ocasión de celebrar el
nacimiento inesperado de esta obra. Seguramente, cuando finalice el
espectáculo, no tendrán reparo en decir que sí, que esta francesa ¡es de Lope!
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