Se cumplen 60 años desde que Vladimir Nabokov
publicara en la parisina Olympia Press su novela más famosa, Lolita. Con
ella, el autor ruso engrosó esa lista de personajes literarios que han acabado
por formar parte del vocabulario común más allá de su origen novelesco. Así, si
existen celestinas, lazarillos o donjuanes, existen también las lolitas. El
DRAE, una vez aclarada su ascendencia literaria, define ‘lolita’ como aquella
“mujer adolescente, atractiva y seductora”. La definición de la Academia salva
los muebles al anteponer a “adolescente” la palabra “mujer”. “Mujer” es, en su
primera acepción, “persona del sexo femenino”, pero, connotativamente, solemos
asociar el término con la edad adulta. De este modo, la definición de ‘lolita’,
revestida así de una falsa mayoría de edad, atenúa el embarazoso aprieto de
decir solamente “adolescente atractiva y seductora”, sin más, lo que le habría
reportado algún problema derivado del falaz prejuicio social que considera
imposible que una adolescente pueda resultar “atractiva” o “seductora” o, por
lo menos, que considera indecoroso el afirmarlo.
Viene toda esta pejiguera lexicográfica a constatar un
hecho: la incomodidad del lector actual ante la novela de Nabokov. En la
sociedad ultrasensibilizada en la que vivimos, donde cualquier anuncio
publicitario sin mala intención es enseguida tachado de sexista o donde la
atención a la protección del menor llega, en ocasiones, a situaciones
ridículas, es natural que el lector asista a las confesiones del obsesivo
Humbert Humbert con la perplejidad y el sofoco moral de su tiempo. Si el acto
inocuo de cualquier profesor de instituto al colocar su mano sobre el hombro de
una de sus alumnas, en un ejercicio de franca, sana y humana complicidad, puede
llegar a convertirse para mucha gente en un gesto peligrosamente ambiguo, ¿cómo
no podrá horrorizarse el lector de Lolita ante la afición incestuosa del
protagonista hacia su “nínfula”? Lo que parece claro es que la publicación de Lolita
hoy habría sido imposible y que la condescendencia social que actualmente se
tiene para con la novela sólo viene avalada por su naturaleza de clásico.
Pero los que vamos más allá del rubor biempensante e
hipócrita de esta sociedad civilizada, vemos en Lolita una de las
mejores novelas eróticas de todos los tiempos y una compleja historia de amor.
La delicadeza y elegancia de la estilizada prosa de Nabokov se corresponde con
la sutileza velada de sus imágenes, absolutamente deliciosas. Por supuesto que
el erotismo de Lolita reside en lo prohibido, en lo clandestino. No hay
erotismo si no se incumplen algunas normas sociales y morales, si no se
experimenta la sacudida de lo ilícito y de lo sórdido; pero el erotismo de
Nabokov va más allá de todo eso: es una erótica del lenguaje, del uso exquisito
del idioma, de la estética del decir.
Tampoco sabremos si Nabokov hubiera querido escribir Lolita
hoy. En un mundo donde la mayoría de adolescentes vienen ya erotizadas de
serie, donde la moda, las costumbres livianas y la aceleración prematura de las
relaciones sexuales, han terminado con el espacio mítico de la infancia,
escribir sobre lolitas se antoja aburrido de tan trillada que está de ellas
nuestra realidad. Muchas de estas adolescentes comparten con la Lolita de
Nabokov la conciencia perversa de su poder, escondida tras una aparente
ingenuidad, y parapetada tras las leyes, que conocen y utilizan cuando es
preciso, enfrentando sobre la palestra convenciones y naturaleza, moralidad y
seducción, quizás porque, por encima de lo consuetudinario, y citando a Humbert
Humbert “el sentido moral de los mortales es el precio que debemos pagar por
nuestro sentido mortal de la belleza”.
Píramo, a ver si me aclaras una duda porque yo hace siglos que leí la novela y soy pésimo a la hora de recordar argumentos. En el imaginario colectivo ha quedado la imagen de una adolescente que seduce y que lleva las riendas (y así ha pasado, ciertamente, al léxico español). Pero o yo la recuerdo ya muy mal o en la novela más bien había chantaje por parte de él y lágrimas por parte de ella. Y diría, incluso(aunque, ya te digo, hace mucho tiempo que la leí e igual estoy confundido), que ella no tiene nada que ver con el cliché de la adolescente que juega a seducir segura de gustar.
ResponderEliminarJavier, el comportamiento de Lolita en la novela es bastante ambiguo. Al principio es ella quien claramente seduce a Humbert e incluso toma la iniciativa en la primera relación sexual que mantiene con su padrastro. De hecho, Lolita ya había tenido relaciones sexuales previas en el campamento Q, primero con una compañera y, después, como testigo (no sé bien si activo) de una pareja de adolescentes. Pero tengo la sensación de que Lolita se toma el sexo como un juego infantil más sin tener del todo conciencia de sus implicaciones. Luego, durante el viaje con Humbert, Lolita parece hastiada de las solicitudes de Humbert pero, consciente de su poder sobre él, explota sus recursos para conseguir caprichos o dinero. Es cierto que Humbert chantajea en algún momento a Lolita instándola a guardar el secreto de sus relaciones. Para ello le dice que si todo se supiera, ella pasaría a la tutoría del Estado, presentándole toda suerte de encierros y privaciones de libertades. Ella no parece sufrir del todo con la situación, se muestra altiva, caprichosa, indolente, aunque es cierto que hay escenas donde Humbert descubre a Lolita llorando. Luego, cuando Lolita escapa y Humbert pierde su rastro durante años, aquella se pone en contacto con su padrastro para pedirle dinero y el reencuentro no es violento para ella, sino más bien para él. Lo cierto es que la actitud de Lolita desconcierta bastante y daría para un perfil psicológico muy interesante.
ResponderEliminarMuchas gracias, Píramo, por refrescarme el argumento. Lo tenía muy olvidado.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo en que es una de las mejores novelas eróticas. ¡Hay que leerla!
ResponderEliminarPara mí, una gran relato memorialista, mucho menos erótico de lo que se dice.
ResponderEliminarSí, Maite. En realidad, el erotismo se reduce a la primera parte de la novela. Pero es tan exquisito, que acaba uno catalogándola entera como tal.
ResponderEliminarBueno. Hay tb un viaje por la América profunda, de un hombre y su ahijada... Me parece un tópico lo de erótica.
ResponderEliminarHasta el momento del viaje, la novela es absolutamente erótica. Luego se desvanece algo.
ResponderEliminarPor otro lado, habría que revisar el concepto de erotismo. Tan erótica es la pulpa exultante de la fruta de un huerto como la mano que se desliza bajo la tela por un muslo
En estos momentos de mojigatería, una novela como "Lolita" tendría serios problemas de publicación. Seguro.
ResponderEliminarEstá en mi lista de mis mejores novelas.
ResponderEliminarSupe a través del grupo que Nabokov nació el mismo día que yo y pedí para mi cumple una edición en catalán. Estos días la estoy leyendo.
Escribes muy bien y de hecho te leo a veces en el Diari, pero sinceramente creo que el "mito Lolita" ya huele. Huele a rancio, por viejo y socialmente aceptado. En su día Nabokov arriesgó (con dos **) e hizo una novela de algo que no es nada nuevom, ni entonces ni ahora. Léase "Justine" (también menor, atrayente - seductora para los hombres que querían verlo así - aunque no llevaba las riendas como Lolita). Hoy se acepta a Lolitas y Justines y no son mejor unas que otras. Son. Existen y seguirán existiendo.
ResponderEliminarLo leí en el Diari el otro día y me encantó el artículo, estoy muy de acuerdo. Felicidades!
ResponderEliminarLuis, totalmente de acuerdo
ResponderEliminarLourdes, qué coincidencia literaria tan sugestiva: la del día de tu nacimiento y la de que hayamos compartido la misma lectura este verano. Disfrútala.
Anne von B, gracias por tus palabras. Dices que el mito Lolita está ya socialmente aceptado. ¿De veras lo crees? En nuestra sociedad hipersensibilizada creo que es más tabú que nunca. Sugerir siquiera que una adolescente puede ser atractiva o, cuanto menos, poseer una belleza perturbadora, puede estigmatizar de por vida a quien lo afirme. Creo sinceramente que Nabokov no podría haber escrito LOLITA hoy. No le habrían dejado.
Marina, gracias. Eres muy amable.
Píramo, enhorabuena por el gran éxito de este artículo.
ResponderEliminarConsidero que una novela como LOLITA no se habría podido publicar en la actualidad. Ahora la sociedad está hipersensibilizada con ciertos temas y el de esta novela, es uno de ellos.