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lunes, 28 de enero de 2019

431. Yxart y Galdós



El caprichoso mundo de las efemérides ha querido que el año próximo Benito Pérez Galdós y José Yxart compartan sendas conmemoraciones de sus tristes decesos. Del canario se recuerda el centenario y del tarraconense los 125 años de su prematura muerte. De este modo, la azarosa cábala de los aniversarios perpetúa, tras la muerte de ambos, la mutua amistad que se profesaron en vida.
Yxart conoció a Galdós primero como lector de sus Episodios Nacionales, como demuestra la carta del 16 de mayo de 1875 enviada por aquel a su primo Narcís Oller, comentando su opinión acerca de algunos de los libros de la colección galdosiana. El primer contacto, sin embargo, se produce a través de una carta enviada por Yxart a Galdós el 4 de junio de 1883. Yxart había heredado la dirección de la revisa Arte y Letras, en la que Galdós figuraba como redactor a pesar de no haber escrito ni un solo artículo en ella, y en su carta el nuevo director quería saber si el escritor canario deseaba seguir formando parte de la nómina. Galdós, con su honestidad habitual, aconseja la desaparición de su nombre, pues no puede comprometerse, debido a su enorme caudal de trabajo, a enviar nada a la revista. Pero es durante la Exposición Universal de Barcelona de 1888, a la que Galdós acude acompañado de Pardo Bazán en calidad de diputado, cuando germina la verdadera amistad entre ambos, con la mediación de Narcís Oller. En una carta del 20 de abril de 1891, Yxart trata ya a Galdós con franca confianza y pondera las virtudes de su novela Ángel Guerra, sobre la que quiere escribir una reseña en La España Moderna, a lo que el autor responde casi un mes después, agradeciendo las palabras del crítico y ofreciéndole el tercer tomo de la novela, aún en capilla, para el prometido artículo. El 27 de julio de 1893, Galdós envía una carta a Yxart, aunque éste tarda en recibirla, pues se halla ausente de Barcelona, tratándose en Aigües Bones de la afección tuberculosa que había de acabar con su vida. Galdós echa de menos Barcelona y a los amigos que allí trató (Sardà, Pellicer, Guimerà, Rusiñol, Casas y el propio Yxart) y le invita a viajar a Madrid para sacarle de su “aburrimiento en la capital”. El 1 de septiembre contesta Yxart, algo frustrado por su tratamiento en el balneario y preocupado por si su salud le permitirá acabar el primer tomo de su famoso tratado teatral El arte escénico en España. El 8 de enero de 1894, Yxart vuelve a escribir a Galdós lamentando no poder ir a verlo a Madrid, pues su salud se ha agravado. Yxart descansa por esas fechas en Tarragona y echa en falta su actividad en Barcelona, cerca de sus amigos. Aunque pondera la decadente belleza de la ciudad (“la ciudad vieja, alrededor de la Catedral, es de un feo bellísimo, con hierba en las calles, plazuelas solitarias, conventos de monjas, seminario y Arzobispado y todo”) habla de Tarragona como una capital de provincia “fósil, burocrática y levítica.  […]. Mucho campaneo melancólico, mucha paz, y mucha majestad tristona de caserón de gran señor en ruinas”. Describe también sus solitarios paseos por la muralla romana y  las vistas de su casa al Mediterráneo. Yxart no podrá ir nunca a Madrid. En su última carta a Galdós, del 30 de enero, vuelve a hablar de su enfermedad, pero tiene fuerzas aún para realizar una crítica, sin medias tintas, de la obra teatral de don Benito, Los Condenados, enumerando sus aspectos negativos en un ejercicio de honestidad intelectual impensable en nuestro presente de camaradería interesada y pusilánime. Yxart morirá el 25 de mayo de 1895 en su casa de Tarragona. En una carta de Galdós a Oller, el escritor canario escribirá: “la pérdida de aquel grande ingenio, de aquel generoso, incomparable amigo, del crítico extraordinario, y escritor como pocos, me tiene inconsolable […]. Barcelona ha perdido un hijo ilustre, y España uno de sus más grandes talentos”.

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