Ya
el título, tomado de Paul Theraux, es una declaración de intenciones. Rosa
Cuadrado nos invita a un viaje por diferentes ciudades europeas para hacer un
muy especial estudio cartográfico, nos coge de la mano para trazar junto hermosos
mapas literarios que tienen marcados como puntos de interés esos refugios que
son las librerías.
Quienes,
como yo, sean lectores empedernidos y viajeros infatigables sabrán que el
algoritmo «viajar + libros» incluye inevitablemente
la variable «librerías». Cómo no visitar, además de los monumentos turísticos
de rigor, esas «cuevas de las maravillas», para dar cobijo a las desnortadas
almas que a veces somos. Cruzar el umbral de una librería siempre tiene efectos
balsámicos.
En cualquier otra parte (Ediciones Menguantes) no
incurre en el error de ser un mero catálogo de librerías ni la aséptica
descripción de una guía de viajes al uso. Su autora ha sabido crear un texto
sugestivo, con una voz narrativa, perfecta cicerone , que nos descubre
historias fascinantes sobre librerías, libreros, autores, hechos históricos,
sucesos políticos…
Rosa Cuadrado tiene la capacidad de crear atmósferas envolventes
que permiten al lector ver y sentir aquello que está leyendo. Así, paseamos por
París con Hemingway, quien nos presenta la icónica Shakespeare and Co., y a su
librera Sylvia Beach, madrina del Ulises de Joyce; conocemos la historia
de los beaterios belgas, esos centros que acabaron ejerciendo una importante
labor social, educativa y sanitaria en época medieval (¿y acaso no son eso
también las librerías, lugares de encuentro, de aprendizaje y de sanación a
través de la palabra y de la belleza que se esconde en ellos?); nos refugiamos
del frío en hermosas librerías-cafeterías en Holanda, en Viena o en Londres y
leemos, a través de los ojos de la autora, poemas que ella también leyó en esos
lugares, en un bisbiseo a dos voces acompasado por el olor a café, a té
humeante, a chocolate caliente y a lignina. Siguiendo los pasos de Pessoa
recorremos Lisboa, una ciudad en la que el mar y la saudade invitan a la
lectura sosegada en librerías tan icónicas como Bertrand. Nos adentramos en
episodios de la historia como la operación Market Garden en la librería de
Arnhem; deambulamos por librerías de viejo, por puestos callejeros con libros
de segunda mano, como el del Tío Turgut
en Ankara, que parecen implorar a los
posibles compradores una segunda vida en otras manos amorosas; descubrimos que
una librería también puede dar cobijo a un árbol, el famoso «eje del mundo» de la
librería Dost, símbolo de la conexión entre cielo y tierra (¿y no son las librerías también
lugares de conexión con otras vidas, con
otros mundos, con otros yoes?).
Página a página recorremos la ruta del Ulises en Dublín y
peregrinamos por librerías con impresionantes escaleras de caracol, por las más
antiguas de las ciudades, por librerías especializadas en todo tipo de
literaturas, por las más arriesgadas que han creado su propio sello editorial,
convirtiéndose así en adalides de primer orden en la defensa de la cultura, por
librerías que son en sí mismas obras de arte, como la Taschen de Milán… Este
paseo también nos permite conocer la historia del icónico Grupo de Bloomsbury o
a personajes como Aspasia de Mileto, en el último capítulo dedicado a Grecia,
un homenaje a la cuna de la cultura europea que no podía faltar.
En cualquier otra parte se puede definir como un libro interdisciplinar por el que
desfilan en perfecta simbiosis nombres de escritores, músicos, pintores,
escultores… y en el que todo lo descrito forma parte de la experiencia personal
de su autora, quien consigue un equilibrio entre la parte informativa y su
propia intrahistoria personal. El libro fusiona las cualidades de ambos
registros para convertirse, al igual que las librerías que nos descubre, en un «puente
de la palabra» que nos hermana a quienes sentimos la necesidad, en ocasiones,
de estar en cualquier otra parte, pero con la sempiterna compañía de los libros,
«esas pequeñas promesas de felicidad».
Hola Fernando. Me llamo Mónica.
ResponderEliminarHa sido un placer leer algo tan cultural, como mencionas a Rosa Cuadrado.
Saludos
Mónica