El caprichoso mundo de las efemérides ha querido que
el año próximo Benito Pérez Galdós y José Yxart compartan sendas
conmemoraciones de sus tristes decesos. Del canario se recuerda el centenario y
del tarraconense los 125 años de su prematura muerte. De este modo, la azarosa
cábala de los aniversarios perpetúa, tras la muerte de ambos, la mutua amistad
que se profesaron en vida.
Yxart conoció a Galdós primero como lector de sus Episodios
Nacionales, como demuestra la carta del 16 de mayo de 1875 enviada por
aquel a su primo Narcís Oller, comentando su opinión acerca de algunos de los
libros de la colección galdosiana. El primer contacto, sin embargo, se produce
a través de una carta enviada por Yxart a Galdós el 4 de junio de 1883. Yxart
había heredado la dirección de la revisa Arte y Letras, en la que Galdós
figuraba como redactor a pesar de no haber escrito ni un solo artículo en ella,
y en su carta el nuevo director quería saber si el escritor canario deseaba
seguir formando parte de la nómina. Galdós, con su honestidad habitual,
aconseja la desaparición de su nombre, pues no puede comprometerse, debido a su
enorme caudal de trabajo, a enviar nada a la revista. Pero es durante la
Exposición Universal de Barcelona de 1888, a la que Galdós acude acompañado de
Pardo Bazán en calidad de diputado, cuando germina la verdadera amistad entre
ambos, con la mediación de Narcís Oller. En una carta del 20 de abril de 1891,
Yxart trata ya a Galdós con franca confianza y pondera las virtudes de su
novela Ángel Guerra, sobre la que quiere escribir una reseña en La
España Moderna, a lo que el autor responde casi un mes después,
agradeciendo las palabras del crítico y ofreciéndole el tercer tomo de la
novela, aún en capilla, para el prometido artículo. El 27 de julio de 1893,
Galdós envía una carta a Yxart, aunque éste tarda en recibirla, pues se halla
ausente de Barcelona, tratándose en Aigües Bones de la afección tuberculosa que
había de acabar con su vida. Galdós echa de menos Barcelona y a los amigos que
allí trató (Sardà, Pellicer, Guimerà, Rusiñol, Casas y el propio Yxart) y le
invita a viajar a Madrid para sacarle de su “aburrimiento en la capital”. El 1
de septiembre contesta Yxart, algo frustrado por su tratamiento en el balneario
y preocupado por si su salud le permitirá acabar el primer tomo de su famoso
tratado teatral El arte escénico en España. El 8 de enero de 1894, Yxart
vuelve a escribir a Galdós lamentando no poder ir a verlo a Madrid, pues su
salud se ha agravado. Yxart descansa por esas fechas en Tarragona y echa en
falta su actividad en Barcelona, cerca de sus amigos. Aunque pondera la
decadente belleza de la ciudad (“la ciudad vieja, alrededor de la Catedral, es
de un feo bellísimo, con hierba en las calles, plazuelas solitarias, conventos
de monjas, seminario y Arzobispado y todo”) habla de Tarragona como una capital
de provincia “fósil, burocrática y levítica.
[…]. Mucho campaneo melancólico, mucha paz, y mucha majestad tristona de
caserón de gran señor en ruinas”. Describe también sus solitarios paseos por la
muralla romana y las vistas de su casa
al Mediterráneo. Yxart no podrá ir nunca a Madrid. En su última carta a Galdós,
del 30 de enero, vuelve a hablar de su enfermedad, pero tiene fuerzas aún para
realizar una crítica, sin medias tintas, de la obra teatral de don Benito, Los
Condenados, enumerando sus aspectos negativos en un ejercicio de honestidad
intelectual impensable en nuestro presente de camaradería interesada y
pusilánime. Yxart morirá el 25 de mayo de 1895 en su casa de Tarragona. En una
carta de Galdós a Oller, el escritor canario escribirá: “la pérdida de aquel
grande ingenio, de aquel generoso, incomparable amigo, del crítico
extraordinario, y escritor como pocos, me tiene inconsolable […]. Barcelona ha
perdido un hijo ilustre, y España uno de sus más grandes talentos”.