No
conozco a la señora que ha publicado el repulsivo tuit que aparece en la
imagen. Así pues, si quisiera trazar un perfil sobre su personalidad, tendría
que hacerlo desde los prejuicios, con los que tan poco comulgo. Sin embargo, confío
en que la tuitera en cuestión sepa disculpármelos, pues parece haberse
doctorado en ellos. Aunque, a decir verdad, no creo que la tal Núria lea
siquiera este artículo: para ella es inconcebible que un catalán escriba en
castellano y más aún que un medio de comunicación catalán como este se preste a
tamaña herejía. No leerá en castellano. Me atrevería a decir, incluso, que eso
de leer no está entre sus costumbres. Tracemos, pues, el perfil de la señora.
Será fácil. No nos harán falta aquellos complicados tratados frenológicos
decimonónicos, aunque ella quizás los reivindicara, por aquello de que la raza
catalana debe de tener algunas peculiaridades físicas que la distinguen del
resto de etnias. De eso sabe algo la alcaldesa de Vic. Igualito que los
tratados sobre la raza aria. Y es que todos los totalitarismos se parecen. La
frenología y el nacionalismo: esas cosas del siglo XIX. Venga, pues, ese perfil
psicológico. El espectro diagnóstico podría ir desde la enfermedad mental,
pasando por un pírrico resultado en el índice de coeficiente intelectual, hasta
su nada descartable deseo de depuraciones de catalanes subversivos al más puro
estilo nazi. Pero no exageremos. Quizás sea solamente una mala persona. O una
víctima, como tantas, del lavado de cerebro que el nacionalismo catalán y su
narcisismo vienen ejerciendo sobre las moldeables seseras de la gent de pau desde hace años. La revolució dels somriures. Ya.
Ha
sido morirse Pau Donés y a la señora del tuit le ha faltado tiempo para decir
que el cantante no es de los suyos, porque siendo catalán, decidió labrarse su
carrera en castellano. Podría haber encomiado su ejemplar lucha contra el
cáncer; haber repasado su trayectoria musical; podría haber citado, a modo de
homenaje, algunas de las letras de sus canciones; y si todo esto era mucho
pedir, podría haberse limitado a lamentar, con sincera humanidad, su muerte. O
podría haberse callado. Pero ni en una situación tan triste como la muerte de
alguien, la tuitera pudo resistirse a dejar claro que Pau Donés no es de los
suyos. Porque Pau Donés, como todos los catalanes que resistimos en la
disidencia, no somos catalanes de verdad. Que se lo digan a la pobre Ana María
Matute cuando fue a recoger el Cervantes y ninguna autoridad catalana se
presentó al acto. Pero, claro, ella tampoco era catalana, pese a haber nacido
en Barcelona. Hay quien me dice que hay que tratar de soslayar este tipo de
ejemplos de intransigencia como el de la tuitera; que ellos mismos se
descalifican con sus dislates. Y eso es verdad, si no fuera porque ese tipo de
mentalidad tiene su origen en las autoridades políticas y son estas las que
mueven los hilos para que la cultura en castellano reciba todos los agravios
que impiden el respaldo institucional. Pregúntese, por ejemplo, cuántos actos
literarios en castellano se producen en Cataluña con el patrocinio de los
organismos públicos. El castellano como lengua de cultura en Cataluña es casi
un exotismo. En las carteleras de los teatros de Tarragona, cuando alguna de
las escasísimas funciones que se representan en castellano son anunciadas en el
tablón, se coloca un asterisco (estoy tentado de hacer la analogía judía, pero
me retengo) acompañado de un texto en cursiva avisando de tamaña anomalía. Solo
les falta poner: «¡Cuidado, que es en castellano, tú verás lo que haces,
catalán de bien!».
No,
Núria, no somos de los tuyos. Por suerte. Por decencia. Por dignidad.
"O podría haberse callado", efectivamente. Pero no: la intransigencia en algunos va acompañada de incontinencia verbal. Y entonces, pasa lo que pasa: que se les escapa la intolerancia. ¡Qué malaje...!
ResponderEliminarBravo
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