La semana pasada les hablé a
mis alumnos de Espronceda. Situamos sobre un mapa Almendralejo, su ciudad
natal. Les expliqué que Espronceda, con tan solo quince años, asistió a la
ejecución de Riego tras la restauración del absolutismo. Hablamos del Himno de
Riego y de cómo este fue adoptado durante la monarquía constitucional y luego
por los republicanos españoles. Y de cómo la visión de la horca en la plaza de
la Cebada debió de causar una honda impresión en aquel joven Espronceda, ya
predispuesto para la rebeldía y la conciencia social. Y que Espronceda entonces
fundó una sociedad secreta a la que llamó «Los Numantinos». Y entonces hablamos
de Numancia y de la heroica resistencia de aquel pueblo ante los romanos. Y del
yacimiento arqueológico que aún se conserva en Soria donde se levantaba aquella
población celtíbera. Y del Club Deportivo Numancia y de su hazaña en la Copa
del Rey de 1996. Y de La Numancia de
Miguel de Cervantes. Y luego les expliqué cómo Espronceda tuvo que huir a
Lisboa, reuniéndose allí con los exiliados liberales. Y aprendimos el
significado de la palabra «exilio» y el matiz que la diferencia de la palabra
«destierro». Y recordamos a algunos exiliados y desterrados célebres. Y que
Espronceda participó en la Revolución de 1830 en París y que hay un cuadro
titulado La libertad guiando al pueblo que
recuerda aquel acontecimiento, y que este cuadro lo pintó Delacroix, y que
seguramente ahora entenderían a qué se refería Rigoberta Bandini cuando decía
aquello de Delacroix en su famosa canción. Y les conté después que Espronceda
se enamoró de Teresa Mancha, a quien dedicó un hermoso poema en El Diablo Mundo. Y que Teresa Mancha se
casó con un rico comerciante obligada por su familia, que estaba pasando por
algunos apuros económicos. Y de cómo Espronceda y Teresa decidieron fugarse
juntos. Y eso nos ha permitido analizar la situación de las mujeres en el siglo
XIX, utilizadas como moneda de cambio por sus padres, meras piezas de acuerdos
contractuales. Y de cómo el amor se supeditaba, pues, a los intereses
familiares, y de que nada había servido aquella obra de teatro de Moratín, El sí de las niñas, porque las cosas
seguían igual de jodidas para las mujeres, para los jóvenes y para el corazón.
Y de cómo luego Teresa Mancha abandonó a Espronceda y que cuando este volvió a
enamorarse la mala fortuna quiso que su nueva esperanza no prosperase porque enfermó
de difteria y falleció. Y entonces hemos hablado de la difteria y de la
etiología de otras enfermedades comunes del siglo XIX y de los índices de mortalidad
y de esperanza de vida, y de cómo habrían agradecido aquellos enfermos de
tuberculosis que se hubiera inventado una vacuna para su mal, y de cómo ahora
que tenemos vacunas, hay personas que las desdeñan, pero que hasta para eso hay
una Constitución que vela por los derechos de los ciudadanos, también de los
que no quieren vacunarse. Y luego leímos la Canción
del pirata y tuvimos que dejarla a medias porque sonó el timbre, y los
alumnos y yo mismo nos quedamos con ganas de más, ellos más que yo, porque a
ellos les entraba luego en clase la profesora esa de las rúbricas y de las
competencias y de las TIC y del proyector y de las cuotas de género y de la
gamificación y del destierro de la memorización y de los proyectitos y de los
trabajos cooperativos, y del ruido en el aula y es muy jodido lo del ruido en
el aula cuando la hora antes has estado embebido en la paz de la palabra.
Geografía, Historia,
Arqueología, Literatura, Arte, Sociología, Biología, Derecho, Estadística,
Música, fútbol, nuevo vocabulario. Y solo tres cosas: la voz del profesor, el
papel y el bolígrafo. Voz, papel, bolígrafo. Artesanía. Tanto con tan poco. Sin
zarandajas. A Espronceda lo mataron dos veces: una la difteria, la otra la
LOMLOE.
Formidable, me ha encantado el artículo
ResponderEliminarGenial! Refleja exactamente lo que he vivido como profesora de Literatura estos últimos años. Qué tristeza.
ResponderEliminar¡Me quito el sombrero!
ResponderEliminarEn forma, Fernando
ResponderEliminarTe la vas a cargar!!! Pero yo me subo a tu tren!!!
ResponderEliminarEs un texto fantástico por cotidiano de un mundo que ya no existe ¡Enhorabuena! Lo has definido perfectamente.
ResponderEliminarNo se puede expresar más bonito ni más contundente
ResponderEliminarQué maravilla! Me has hecho añorar los tiempos en que yo intentaba que mis clases fuesen así de vivas!
ResponderEliminarY así, señoras y señores, se enseña.
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