El himno de Galicia está basado en las primeras cuatro
estrofas de un poema titulado Os pinos, del poeta Eduardo Pondal. En
él se apela antes a Breogán, mítico rey precéltico, fundador de la legendaria
Brigantia (La Coruña), que al Apóstol Santiago. ¡Qué paganos estos gallegos! Y
ya que esta alusión pseudoliteraria aparece en el propio himno, creemos que el
Apóstol nos disculpará si en nuestro peregrinaje a la tierra de Rosalía
sustituimos el bordón y la vieira por la pluma y la lira apolínea. A fin de cuentas,
para los letraheridos, la literatura es religión.
No obstante, ésta le debe mucho a la ruta jacobina,
empezando por el excelso Códice Calixtino. Ya Dante decía en su Vita
nuova que “non s’intende pellegrino si non chi va verso la tomba de S. Jacopo,
o viene”. Guillermo X de Aquitania, hijo del primer trovador provenzal de
nombre conocido (Guillermo IX),
peregrinó ocho veces a Compostela bajo el seudónimo de Gaiferos de
Mount-Marsan, famoso personaje del Romancero y que Cervantes recogió en el Quijote,
en el capítulo del retablo de Maese Pedro. Guillermo murió en su última
peregrinación, al pie del altar, el 9 de abril de 1137.
Asimismo, Chaucer, en los Cuentos de Canterbury crea el personaje de la viuda de Bath, peregrina penitente que, además de a
Santiago, había visitado también otros puntos de devoción como Roma, Bolonia y
Colonia.
El nombre de la céntrica Rúa da Raiña (de la Reina),
que junto a la Rúa do Franco, constituye la calle gastronómica más famosa de
Compostela, seguramente haga alusión a la reina Isabel de Aragón, peregrina
también de Santiago. Se da la circunstancia de que esta reina estuvo casada con
el rey Dionisio I de Portugal (1261-1325), célebre y prolífico trovador
representante destacado de la poesía galaico-portuguesa, que también cultivaron
los compostelanos Joam Airas y Ayras Nunes.
Y si de yantar se trata, el peregrino literario puede
detenerse en “El Padre Benito”, mítica pulpería frecuentada por Álvaro
Cunqueiro (ahora, “Los Sobrinos del Padre Benito”). A lo largo de 1947,
Cunqueiro dejó escritos en la revista Finisterre, bellísimos artículos
gastronómicos que ya quisiera para sí la insufrible caterva de los actuales
gurús de los fogones:
“Donde realmente se bebe es en las tabernas de Santiago
de Compostela. Se bebe allí un vino que ha aprendido a trepidar en las barricas
cuando repican las campanas basilicales. Algo pasa en las tascas compostelanas,
en el Padre Benito, el Túnel, el Senado, el Tanque… los vinos del país van a
mejor, se reposan y anchean, toman una temperatura humana y grave, y parece
como si fuese allí, en Compostela, bajo la camelia de aquel cielo sacro, donde
se descubren las íntimas cales de los vinos del Miño y del Avia, del cabal
Espadeiro, de los benedictinos albariños”.
De todos modos resulta más sabroso el alimento sugestivo del recuerdo de
Cunqueiro en “El padre don Benito” que el pulpo mismo del local. Éste hay que
comerlo en “El gato negro”.
También podemos tomar un café en el Derby, con su
atmósfera modernista, lugar frecuentado por Valle-Inclán, aunque yo prefiero
sentarme con él en su banco del Parque de la Alameda y contemplar la catedral,
después de admirar, en el mismo parque, la estatua de Rosalía.
A Rosalía de Castro hay que visitarla en el Panteón de
Galegos Ilustres pero yo la prefiero viva en su casa-museo del Padrón o en la
vivienda junto al arco de Mazarelos, donde Rosalía residía cuando publicó sus Cantares
gallegos en 1863. Muy cerca, se halla la Facultad de Geografía e Historia,
en cuya magnífica biblioteca Manuel Machado ejerció como bibliotecario. Si se
viaja a Padrón, hay que ver, además, la estatua de Macías, el trovador
enamorado cuya trágica muerte inspirara a Lope o Larra; y es innegociable también la visita a la
vecina Iria Flavia y a su Fundación Camilo José Cela.
De nuevo en Santiago, la Casa de la Troya es la
antigua pensión estudiantil situada en la calle del mismo nombre que inspirara
la novela de Pérez Lugín y las versiones cinematográficas posteriores. Y
hablando de ambiente académico, hay que homenajear al “Batallón Literario”,
unidad universitaria que participó en la Guerra de la Independencia contra los
franceses uniendo “Minerva a Marte”, según rezaba el poema que los soldados
portaban en una cinta. Puede verse una placa homenaje en la Plaza de la Quintana.
Y con esta dulce penitencia, el peregrino literario en
Santiago puede darse por redimido. Si, además, lleva en su maleta los versos de Rosalía, completará el jubileo.
ÁLBUM LITERARIO DEL VIAJE
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Café Derby, habitual de Valle-Inclán |
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Vidriera del Café Derby |
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Placa homenaje al Batallón Literario, en la Pz Quintana |
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Tumba de Rosalía de Castro, en el Panteón de Gallegos Ilustres |
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Casa donde vivió Rosalía de Castro, cerca del Arco de Mazarelos, en Santiago. |
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Biblioteca de la Facultad de Geografía e Historia, donde ejerció como bibliotecario Manuel Machado |
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Casa de la Troya, pensión de estudiantes que inspirara la novela homónima de Pérez Lugín |
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Pulpería "Los sobrinos del Padre Benito", que frecuentaba Cunquiero |
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Casa-Museo de Rosalía de Castro, en Padrón. Retrato de la escritora |
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Casa-Museo de Rosalía de Castro, en Padrón. Habitación donde murió |
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Casa-Museo de Rosalía de Castro, en Padrón. Fachada. |
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Casa-Museo de Rosalía de Castro, en Padrón. Entrada al pazo. |
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Busto de Camilo José Cela, frente a la Fundación que lleva su nombre, en Iria Flavia |
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Estatua dedicada a Rosalía de Castro, en el Parque de la Alameda |
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Con Valle-Inclán, en el Parque de la Alameda |
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El trovador Macías, en Padrón |
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Segunda estatua del trovador Macías, en Padrón. |