domingo, 29 de mayo de 2011

102. Ramón García Mateos

Aquel “niño asombrado en Salamanca” es hoy un hombre robusto de barba florida, uno de esos hombres al que elegirían las viejas a la vera del fuego para el héroe de sus consejas. Noble reciedumbre como la del venerable muro ciclópeo que esconde tras la dura piedra el temblor cromático de olvidados frescos. Aquel niño al que “se [le] volvieron tristeza las canicas”, juega hoy al juego serio de ser poeta. Su voz profunda bien pudiera servir para la arenga espartana; sin embargo, brota para derramarse abonando la cadencia de un verso de tierra y, en su queja, hay también un algo épico, porque “no es más noble el soneto que la copla” y hasta ésta puede llegar a ser el hexámetro del alma cuando grita la epopeya de las vidas. La voz de Ramón, que es la voz heredada de todos los muertos que tuvieron voz, que la tienen todavía cuando alientan su escritura y le acostumbran a “contemplar las cosas con las mismas palabras con que otros las miraron”. Los muertos que “ofuscados reniegan del olvido” y de los que hereda “la palabra para conjurar la derrota que profana la delgadez del tiempo”. Y así, la voz de Ramón es epifanía triunfante de la voz de Machado, cuando el alma queda embebida en un paisaje crepuscular mientras suena la eterna “música del agua”; o es la voz de Gil de Biedma cuando las palabras prolongan las horas “compartiendo un cigarro y algún vaso de vino”; o la de Bécquer, si el poeta va persiguiendo “el eco de un poema” y “la estela de [unos] ojos”; o la de Juan Ramón Jiménez, “raíz y luna”; o la ebria de poesía de Claudio Rodríguez; o la combativa de Blas de Otero y José Alfonso; y la de tantos otros. Muertos ilustres pero también los muertos “sin remedio y sin fosa” porque sólo nos queda su memoria y no hay que olvidar su melodía.
Prendido de la memoria como del amor, que acaso es lo mismo: “amarrado a tu aroma, / peregrino de un beso, / prisionero en tu boca”, entregado a la plenitud del deseo, religión sacrílega de la piel mientras cae irreverente el agua y enloda “la luz cenital de las verdades”.
 El pasado jueves nos convocaste, Ramón; “venid todos”, nos dijo el olifante de tus versos y allí acudimos “los soñadores [y] los enfermos de luna” para ser esa tarde de ti, cubiertos de tinta, versos tuyos también nosotros, modelado nuestro corazón con el cincel de tu generosidad, fuimos a recuperar contigo tu reino sin fronteras, a levantar tu patria desolada, legión incondicional de ruidosos bereberes, grafiteros de tu evangelio “en las paredes de los hospitales y en el atrio de las iglesias […] en las ventanas de los ministerios y en el vestíbulo de los palacios”. Para ser tierra y sementera y “roturar barbechos con palabras”, las tuyas; para ayudarte en el misticismo comunitario de los corazones encogidos a buscarte en la esencia a que aspiras, ese “latido auroral del primer hombre”, que te explique. Sentimos tu Rumor de agua redonda rodar sus cangilones al son de una guitarra goliarda y, cerrando los ojos, alcanzamos la cima “donde suenan las campanas con el alba y crece el bosque hasta el vértice del cielo […] donde se cruzan las hablas y en una torre en ruinas reverberan, para buscar los sonidos que envolvían las antiguas palabras, la savia de los árboles y el amargo sabor de la memoria”. Y allí, en ese lugar, “en la frontera misma de todos los recuerdos/, donde habit[a] el temblor de la inocencia/ […], donde la vida reverbera/ en arpegio de luces que ciega los oídos/, […] [en el] territorio del alma sin herida y sin nombre”, allí te reconocimos.  Porque nosotros sí sabemos de dónde vienes; porque sabemos por qué escribes; porque sabemos quién eres, Ramón García Mateos.

16 comentarios:

Javier Angosto dijo...

Vuelvo de pasar el fin de semana en Teruel, Píramo, y me encuentro con la agradabilísima sorpresa de este artículo tuyo tan hermoso.
A Ramón le encantará.

Tisbe dijo...

Coincido con Javier en la belleza de tu texto. Doy fe de que lo has escrito con el corazón y seguro que tu querido profesor así lo sabrá valorar. Qué orgullo que un antiguo alumno hable así de su profesor. Estoy convencida de que a ti te pasará lo mismo en un futuro porque tienes mucho talento. Enhorabuena.

Píramo dijo...

Javier, gracias. A Ramón le ha gustado, efectivamente, que era de lo que se trataba. Me doy por bien pagado.

Tisbe, ¡exagerada! Gracias por tu paciencia y perdona este afán mío, ladrón de las horas.

Muchas gracias a todos los amigos que, desde Facebook, han leído el artículo y han dejado su "Me gusta" o su comentario allí. Me permito reproducir esos comentarios para recogerlos todos aquí y evitar que se disipen, efímeros, tras la urgencia que traen los días.

Ramón García Mateos dijo...

Muchísimas gracias, Fernando. Muchísimas gracias. Has aromado mi corazón en esta tarde en la que mayo se ha hecho primavera. Un abrazo muy fuerte y todo mi cariño.
Precioso artículo que me dedica el profesor Fernando Parra: se publicó el domingo en el "Diari de Tarragona" (en la sección literaria "El cura y el barbero" del propio Fernando) y aparece también en su blog "Cesó todo y dejeme". Fernando Parra fue alumno mío en la Universidad, lo digo como explicación de su cariño, que me conmueve y, a la vez, aligera mi corazón.

Eva Gutiérrez dijo...

Lo corroboro

Jacint Andreu dijo...

Jopé, Ramón, quina enveja, el que em vaig perdre...pel que he pogut llegir....

Miquel Jorda dijo...

Es un artículo cojonudo! Cuánta admiración, respeto, sensibilidad...que guay. Con cosas como esta me doy cuenta que como especie no esta todo perdido...

Alejandra Moglia dijo...

¡Qué hermoso!

Eusebio Ruiz dijo...

Luminoso viaje desde la admiración por los versos del reconocido maestro.

Alba Moya dijo...

Todo el mundo que te conoce te quiere Ramon! que suerte el tenerte como profesor... yo te tengo como tio y no te cambio por nadie en el mundo!!

Paquita Dipego dijo...

Fantástico artículo, Fernando. Has hecho que rememore de nuevo la tarde tan plagada de emociones en la presentación del libro de Ramón. Muchas gracias.Mi enhorabuena !!

E. Martí dijo...

No se queda corto Píramo en elogios al maestro que le encauzó por los caminos de la literatura (supongo)
Conozco desde niña a Ramón y mantengo desde entonces una amistad profunda con él. Me ha llegado este parto literario con aroma de infancia, de adolescencia, de queja, de solidaridad, de entrega, de justicia, de reconocimiento, de sensibilidad... Así es Ramón.

Enhorabuena por el artículo, impecable, como todo lo que escribes y gracias a Ramon por este rumor que nos sabe a agua fresca.

Abrazos a ambos.

Raquel Martínez dijo...

¡Brillante! Precioso.

Dolors Martorell dijo...

A veces nos cuesta demostrar las emociones, yo también estoy orgullosisima de formar parte de su familia, y de que tambien formeis todos vosotros parte de la mía. Besotes

Núria de Santiago dijo...

Precioso, Fernando.

Juan Ramón dijo...

El libro de Ramón está magníficamente escrito, pero das en el clavo al analizar su naturaleza. No asistí a la presentación (me hubiera encantado saludarte), pero me habían comentado ya lo certero de tu crítica. Es un texto lúcido y cariñoso. Un abrazo.