miércoles, 8 de junio de 2011

104. La violación de Lucrecia

El pasado 28 de mayo Píramo y yo cerramos nuestra particular temporada teatral en el Principal de Alicante. La obra elegida fue La violación de Lucrecia, un poema de juventud del genial dramaturgo y poeta inglés William Shakespeare. Al principio teníamos dudas acerca de la puesta en escena de un poema narrativo interpretado por una única actriz. Ahora bien, la calidad incuestionable de Núria Espert nos animó a comprar las entradas. Desde el minuto uno de la representación tuvimos la certeza de que no habíamos errado.
Como es sabido, La violación de Lucrecia relata el terrible momento en que Tarquino viola a Lucrecia, esposa del general romano Colatino, tras ser hospedado en su casa y colmado de buenas atenciones. El cruel violador no logra reprimir sus instintos más bajos y sucumbe a sus malos pensamientos. Lucrecia, loca de dolor y de vergüenza por lo sucedido, escribe una misiva urgente a su querido esposo y, a su llegada, le relata lo sucedido para acabar arrebatándose la vida con un puñal, tras la petición de venganza y limpieza de su honor a un Colatino que no da crédito al cruento relato que ha escuchado. A través de este terrible episodio, Shakespeare plasma literariamente el final de la monarquía romana y la llegada de la República. 
La representación comienza con la interpretación de Núria Espert de sí misma, cuando se la ve ensayar, bisbiseando los versos, el texto de la obra. Minutos después, la actriz se transforma en narradora que da cuenta de las oscuras tentaciones que corroen la mente de Tarquino y de los acontecimientos terribles que irán teniendo lugar en escena. Pero, además, Espert da voz y vida al propio Tarquino, a Lucrecia, a Colatino y a un noble romano. Todo ello con una perfecta armonía y con una delicadeza asombrosa que presentan al espectador el hecho de que una sola actriz encarne hasta cinco papeles como un proceso natural, como si Núria Espert tuviera la capacidad innata de desdoblarse en otros personajes, pasando de uno a otro con una naturalidad absoluta. Para ello no precisa de grandes vestuarios, pues ella se vale de la modulación de su propia voz y de un bello juego con diferentes telas que funcionan como indumentarias de los personajes que encarna. Lo mismo sucede con el decorado. En escena aparecen simplemente una mesita, un sillón y una cama con dosel que representa la alcoba de Lucrecia, ese lugar mancillado por un loco pecador que deshonra a la esposa fiel. Esta escasa decoración se completa con la voz de la actriz, con sus palabras, con sus pausas, con sus entonaciones, con sus gritos, con sus sollozos... pues no hay mejor decorado que una interpretación sublime. La sencillez escenográfica predomina para ensalzar la palabra, pues en ella radica el verdadero germen dramático.
Baste citar como ejemplo el magistral monólogo que pronuncia Lucrecia tras ser ultrajada en el que le pide al tiempo que se detenga y le dé "tiempo" a Tarquino para saber lo que es el dolor, la deshonra y el desprecio de sus amigos; o cuando contempla un lienzo que reproduce la guerra de Troya y se identifica con algunos de sus personajes. Son éstos dos de los momentos que erizan la piel del público pues Núria Espert crea un ambiente sobrecogedor que envuelve al respetable en una tensa atmósfera que llega a cortar la respiración.Y es que con un gusto exquisito y una sensibilidad desbordante, la actriz presenta  uno de los espectáculos que, a buen seguro, pasará a los anales de la historia del teatro. Prueba de ello son los aplausos infinitos de un público puesto en pie y absolutamente entregado que recibió al finalizar la obra, tras 80 intensos minutos sin descanso, en los que demostró la perfecta simbiosis a la que ha llegado con el poema shakesperiano. He aquí la muestra definitiva de que un buen texto unido a una magnífica intérprete es sinónimo de perfección. Una perfección que se traduce en otro gran éxito de esta sublime actriz, que vuelve a demostrar que es una auténtica "mujer de teatro". No hay mejor ni más bella definición para Núria Espert que ésta.

6 comentarios:

Javier Angosto dijo...

Tisbe: me parece muy bien que cerréis la temporada de teatro, pero que eso no signifique que durante meses vas a estar ausente de este blog, que tanto se enrqiuece con tus aportaciones teatrales.
No he visto la obra, pero quisiera preguntarte dos cosas si no es mucho abusar. Veo en el cartel que Núria Espert viste como una mujer de nuestros días. ¿Qué opinas de que los actores representen obras antiguas con vestuario actual? Y la otra pregunta: ¿no cuesta un poco, al principio al menos, que una actriz tan mayor encarne el papel de la joven Lucrecia? ¿No es ése un obstáculo para el espectador?

Tisbe dijo...

Javier, muchas gracias por tus palabras.
Ya sabes que soy defensora acérrima de respetar los clásicos y huir de modernidades absurdas. Pero en este caso, era necesario que Núria Espert no apareciera vestida como una romana, ya que ella sola interpreta 5 personajes y hubiera resultado poco creíble que apareciera como hombre, luego como mujer, etc. Además, piensa que durante la hora y media que dura el espectáculo ella no abandona el escenario en ningún momento, por lo que un cambio de indumentaria habría roto la tensión dramática que tan finamente estaba tejiendo. La caracterización de cada personaje se hacía con la modulación de su voz y con la colocación sobre sus hombros de algunas telas que formaban parte del propio decorado. Te aseguro que con esto bastaba para que el espectador tuviera claro qué personaje hablaba en cada caso. Vuelvo a remarcar que la fuerza de esta obra radica en la palabra, pura y auténtica, declamada magníficamente por la actriz.
Por otra parte, no creo que sea un obstáculo para el espectador que una señora de la edad de Núria Espert interprete a la joven Lucrecia, ya que en todo momento se sabe que la obra que se va a representar huye de los convencionalismos que presuponen una adecuación entre el personaje interpretado y la actriz que le da vida. Te aseguro que ella se mete tan bien en el papel que no es relevante que tenga cierta edad, pues lo que importa es la brutal situación que se nos presenta en el escenario y la trágica consecuencia que acarrea consigo. Es espeluznante cómo interpreta el momento de la violación y creo que poco le importa al espectador que la actriz tenga 20 ó 70.
Siento haberme extendido tanto en mi contestación, pero he quedado tan maravillada con esta representación que no me canso de recomendarla. En este caso, estoy convencida de que el espíritu clásico de la obra se ha mantenido desde el momento en que una gran actriz ha sabido dar vida a un texto tan complejo como es este poema narrativo, desde el respeto más absoluto, cuidando en todo momento las reflexiones y situaciones tan peliagudas que se han llevado a escena.

Javier Angosto dijo...

Muchas gracias, Tisbe, por tu rápida y completísima respuesta. Me has despejado las dudas que tenía para, en el caso de tener oportunidad, acudir a ver la obra. Debo confesarte que en ocasiones Núria Espert me resulta un tanto sobreactuada. Y perdón por este comentario rayano en la herejía.

Tisbe dijo...

Javier, nada de pedir perdón. El intercambio de opiniones es enriquecedor y te agradezco enormemente tus preguntas. Espero que si ves la representación, no te defraude y podamos comentarla detenidamente. Un saludo.

Píramo dijo...

Para mí es una obra absolutamente insuperable. La culminación artística de Núria Espert, sin duda alguna. Respondiendo también a Javier, creo que la actuación de Núria Espert está tan por encima del atrezzo, que éste ocupa un lugar completamente marginal en la percepción del espectador. Respecto al tema de la edad, no es relevante. El texto es un poema narrativo, de modo que Núria Espert nos relata una historia. Cuando encarna a alguno de sus personajes, la voz narrativa no desaparece, sigue ejerciendo como tal. Es decir, Lucrecia no es Lucrecia: es la voz narrativa haciendo de Lucrecia, de modo que no supone ningún obstáculo. El juego de luces, la naturalidad con la que hace suyo el escenario y la belleza del texto, hermosísimo y profundamente humano, hacen el resto. Una obra maestra, de aquellas de las que uno puede presumir de decir en un futuro: "yo estuve allí". Y lo dice quien no comulga, lo sabéis, con el halago fácil y la exageración.

Laura Guerrero dijo...

Una reseña maravillosa que me ha hecho mucha ilusión leer, ya que el pasado viernes hice un examen de latín y en el apartado de historia explicaba este relato.
No tenía ni idea de que hubiese un libro que explicara esta narración y gracias a tu comentario podré ampliar esta leyenda.
A parte de la historia he buscado el trailer de la obra de teatro de Núria Espert y me ha parecido espectacular...que lástima que haya pasado!
¡Gracias por compartirlo, un saludo!