lunes, 10 de diciembre de 2018

425. La Constitución es de las plazas



Estatua de la Plaza de la Constitución de Bonavista (Tarragona)

La celebración de los 40 años de la Carta Magna y la restauración de la estatua que preside la Plaza de la Constitución de Bonavista, me han llevado a recordar la historia de nuestro primer Teatro Principal, derruido en 1964, y cuya fachada, como se sabe, estuvo coronada por la escultura de marras antes de ocupar su emplazamiento definitivo en el carismático barrio de Poniente.
Está atestiguado que Tarragona dispuso de teatro ya en 1636 vinculado al Hospital de la ciudad, que usaba la taquilla de los espectáculos como fuente de ingresos. Esta práctica era habitual entre los hospitales catalanes. Ya en 1587, un Real Privilegio de Felipe II aprobaba una subvención para pagar a los comediantes que actuaban en el teatro anejo al Hospital de la Santa Creu, en Barcelona, con el fin de garantizar el beneficio neto de los espectáculos. También los hospitales de Reus y Valls siguieron esa costumbre. En el Llibre del Consolat del 29 de abril de 1636 se dice, respecto al edificio de comedias del Hospital de Tarragona, que se hace necesaria “una casa y aposento per els comediants per a que quant vingessen comediants, puguessen representar ab comoditat, per lo que diuhen a de resultar molt profit per la dita casa del Hospital”. Esta crónica podría colocar al teatro de Tarragona como el más antiguo de Cataluña tras el del Hospital de la Santa Creu de Barcelona. La historia de aquel primer teatro tarraconense, que compartía edificio con el hospital, está jalonada de curiosas anécdotas. En 1667 se constata la presencia de comediantes en la ciudad, “puix an ficat cartells o titols per los cantons de la Ciutat”, y las autoridades instan a la compañía a que actúe en el espacio del hospital y no en la calle, pues por aquel tiempo se estaban realizando actos de plegarias para combatir la sequía. En 1675, el salón de comedias fue utilizado como cárcel para los presidiarios franceses que habrían participado en la Guerra dels Segadors. En 1733 se sabe que actuó en el teatro la compañía italiana de los Trufaldines, cómicos dell’arte que influyeron decisivamente en importantes dramaturgos españoles del siglo XVIII como Antonio de Zamora y José de Cañizares y precursores de la “comedia de magia”, que cosechó enorme éxito durante toda la centuria. En 1820, se decidió ampliar el teatro del hospital de Santa Tecla, construyendo un edificio exento en la calle Comte de Rius. El proyecto corrió a cargo de Vicenç Roig, escultor, a su vez, de la estatua de la Constitución que erigiría en lo alto de la fachada del teatro, y conocido también por su Presentació al temple, altorrelieve de la capilla de la Presentación de la Catedral de Tarragona, o por sus dibujos sobre la Guerra de la Independencia que se conservan en el MNAT, en cuya fundación contribuyó decisivamente. La estatua del teatro tuvo que ser remodelada cuando llegó la reacción absolutista, cambiando el libro de la Constitución de 1812 que sujetaba la diosa en las manos por una lira; se evitaba así su destrucción. Tras la demolición del teatro en 1964, la estatua quedó olvidada en los almacenes municipales de la Plaça del Pallol durante 20 años. En 1984, de nuevo con la Constitución en las manos, la estatua fue colocada en Bonavista. Su nueva vida vinculaba ahora la Constitución de Cádiz con la de 1978 y se convertía en el primer monumento de la ciudad que conmemoraba la Carta Magna. Quizás los avatares de la estatua sean signo de su verdadero destino. La Constitución no se hizo para mirarnos desde las alturas en la fachada de un teatro, sino para mezclarse con las gentes en el ágora de su pueblo, que es la plaza pública. Yo, que nací el mismo año que la Constitución, me detengo a veces a contemplar la estatua más emblemática de mi barrio, mientras oigo los gritos libres de la chiquillería jugando en la plaza. Y pienso en los absolutistas del siglo XIX y no veo muchas diferencias con los absolutistas del siglo XXI. Y miro orgulloso a mi barrio, aguerrido custodio del libro que sujeta la diosa en las manos, que no es una lira, pero como si lo fuera.



Plaza de la Constitución de Bonavista (Tarragona), con la estatua de espaldas.


Antiguo Teatro Principal de Tarragona. La estatua de la Constitución luce coronando la fachada.



1 comentario:

Javier Angosto dijo...

¡Con qué emoción leo siempre todo lo referido a Bonavista! Allí di clases dos años y allí conocí a mi mujer... Poca gente habrá en este mundo más amable que las buneas gentes de Bonavista.Y entre ellas,tú, naturalmente.