lunes, 10 de noviembre de 2025

707. El día que Hitler recibió un 'no' por respuesta

 


En 1943, durante la ocupación de Francia por parte de los nazis, el músico Pau Casals recibió la invitación de tocar en Berlín, dentro de los actos de conmemoración del décimo aniversario del acceso al poder de Hitler. Y su respuesta fue un contundente “no”. Partiendo de este hecho real, Yolanda García y Juan Carlos Rubio fabulan con qué pudo ocurrir en esa conversación privada que el violonchelista mantuvo con tres oficiales nazis. Aprovechan ese resquicio real, pero desconocido, para dar forma a una pieza que aprueba con nota, no sólo por el contenido del texto sino también por la impecable interpretación del elenco que da vida a los personajes.

Johann (Cristóbal Suárez), es un soldado que llega a Prades con la misión de convencer al músico de que acepte la propuesta. Melómano confeso, admirador de Bach y del propio Casals, se aleja del fácil maniqueísmo que podría aparecer por su condición de nazi. A lo largo de la representación, se van descubriendo capas de su herencia vital que han configurado su personalidad y que han condicionado su posición en el mundo. Se presenta como antagonista de Pau Casals, quien durante su estancia en Francia se dedicó a ayudar a los refugiados españoles que allí habían llegado. El músico, interpretado por un espléndido Carlos Hipólito, es dibujado desde su faceta pública y privada, ya que se plantean en el escenario los tormentos que padecía, incapaz de hacer sonar una nota ante el horror de la situación política que se vivía en toda Europa. Deprimido ante la atrocidad, pero sin olvidar los principios éticos y morales que lo acompañaron durante toda su existencia, preocupado por la salud de su compañera sentimental (Kiti Mánver, fantástica) y por el bienestar de su sobrina (Marta Velilla), tuvo la fortaleza y la valentía de declinar la invitación del Führer. Es en esas conversaciones con Johann donde radica el núcleo central de la obra y de donde se desprenden las ideas principales que, sin duda, favorecerán la reflexión del espectador. Así, se pone de manifiesto el valor del Arte como elemento catalizador ante la barbarie, como antídoto sanador ante el sinsentido del mundo, como refugio ante la desolación; la capacidad del ser humano a decir “no” pese a las coacciones del poder o la necesidad de ser fieles a férreos principios que nos alejen de radicalismos. En definitiva, Música para Hitler es una defensa de la libertad, pero también plantea el tema de la incapacidad de alguien alineado con el salvajismo de mostrar esa especial sensibilidad que se precisa para tocar un instrumento. El Arte con mayúsculas es incompatible con la deshumanización y con la indignidad de los bárbaros. La escena en la que Johann pide a Casals que le escuche tocar el violonchelo es muy reveladora en este sentido, pues las reflexiones del maestro sobre la música, sobre el alma de las notas, sobre la necesidad de que suenen como un todo, resultan harto reveladoras sobre la opinión que el músico tenía de cómo debía ser el mundo. La música como metáfora de la vida y de la organización social. La música como factor que posibilita el cambio. Y es en esta reflexión de Casals donde radica la reacción final de Johann.

La escenografía, una estructura circular de madera que se abre y se cierra según la acción se desarrolle en el ámbito familiar o cuando el militar visita la casa, merece también ser mencionada pues en su simplicidad encierra gran potencia sugestiva, ya que los personajes están atrapados en una espiral de fanatismo, de crueldad y de injusticia. Tampoco falta la música, la Suite Nº. 1 de Bach suena en escenas tan destacadas como la anteriormente comentada o en la primera aparición de Johann, en la que el público asiste al solemne proceso de vestirse con el uniforme nazi.

Juan Carlos Rubio, como director, ha conseguido acompasar todos los elementos que deben sonar de forma armónica para configurar un espectáculo exitoso. Texto, actores y escenografía afinados ofrecen una música que no es para Hitler, pero que sí hará las delicias de los espectadores que se adentren en este enigmático suceso de nuestra historia reciente.

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