domingo, 8 de marzo de 2009

3. A José Perona

Hace unos días, leyendo un obituario escrito por Arturo Pérez-Reverte, conocí la triste noticia del fallecimiento del catedrático de la Universidad de Murcia José Perona. Quizás algunos de los que leáis estas torpes palabras no sepáis quién era pese a haber publicado numerosos estudios, algo lógico puesto que es casi imposible conocer a todos los ilustres profesores que pueblan las universidades españolas. En mi caso, yo sí conocí a Pepe, como le llamábamos quienes fuimos alumnos de una academia murciana que preparaba las oposiciones para Secundaria. Recuerdo el primer día que apareció por clase dispuesto a instruirnos en la práctica del comentario filológico-literario: "olvídense de los conciertos de Sabina y de los novios", nos dijo tratando de remarcar que debíamos esforzanos hasta la extenuación para alcanzar nuestra anhelada plaza. Tenía aspecto de buena persona, era cercano a los alumnos y sus comentarios estaban cargados de una fina ironía que nos solía hacer esbozar una sonrisa. Más allá de los conocimientos que nos transmitió, lo que recuerdo hoy, tras leer el periódico, son los debates que se establecían en aquella pequeña aula sobre la educación y la cultura en general. Era un hombre un tanto escéptico en cuanto al futuro de la cultura occidental y un gran amante de los libros. Asimismo, era capaz de hacer reaccionar a unos profesores/alumnos que a esas horas de la tarde de los viernes pensábamos más en irnos a nuestras casas que en las sibilantes alfonsíes.
No quiero resultar demasiado nostálgica al evocar la figura de alguien que no fue más que mi profesor durante unos meses, pero ante tales nuevas he sentido la necesidad de plasmar, de algún modo, la congoja que se instaló en mi garganta. Una mezcla de rabia, pena e indignación ante esta injusta vida. Las parcas han cortado con demasiada celeridad el hilo de la vida de un hombre -estoy segura- lleno de proyectos, inspirador del personaje de Néstor Perona de La carta esférica de su amigo Reverte.
Soy consciente de la caótica ordenación de estas líneas mas únicamente deseaba rendir un humilde homenaje a este catedrático del cual, pese a los años transcurridos desde que abandoné dicha academia, guardaba un grato recuerdo. Si como se suele decir, las personas que desaparecen siguen vivas mientras permanecen en la memoria de alguien, confío en que el recuerdo de Perona perdurará en muchos de los alumnos que bebieron de sus conocimientos. Supongo que, entre otros aspectos, esto supone un éxito en la vida de cualquier docente.
Hasta siempre, maestro de gramática.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Leí el obituario de Pérez Reverte al que se refiere Tisbe y la verdad es que me gustó mucho. Me sorprendió el pesimismo tan afilado del profesor Perona, y pensé también en lo alejadas que muchas de sus afirmaciones estaban de lo políticamente correcto. Me reí mucho con su recomendación de no leer y su sorpresa ante el hecho de que se incluyera a Cervantes en los planes de estudio.
Sin duda, tuvo que ser una persona muy interesante y de las que dejan huella. Para quien le interese leer el obituario, lo tenéis publicado en EL PAÍS del pasado viernes 6 de marzo.

Píramo dijo...

Cuando Tisbe vino a visitarme, traía consigo el recorte del artículo de EL PAÍS, plegado en su bolso. Tras recogerla en la estación, quisimos pasarnos por la biblioteca, así que buscamos un aparcamiento próximo, que en Tarragona es misión imposible. Estábamos en el interior de mi coche, esperando a que dieran las 19h en el reloj porque habíamos aparcado en una zona de carga y descarga de esas en las que puede uno dejar su vehículo tras dicha hora, y faltaban todavía 20 minutos para ello. ¡A ver si por 20 minutos nos iban a multar! Fue en ese momento cuando Tisbe me comunicó la noticia y me entregó el pliego. Cualquier momento es bueno para leer, ya se ve. Yo no conocía a José Perona pero sí a Tisbe. Y noté en su rostro el efecto de pesadumbre que la noticia había ejercido sobre ella, así que surgió la idea de dedicarle unas líneas en el blog. Ya lo has hecho, Tisbe, y ya tenemos a tu entrañable Pepe vivo en nuestro espacio. Espero que te sientas mejor y que la experiencia de estas desaparición repentina haga que te vuelques con amor en todo aquello que es importante, como él lo hizo para con lo que amaba. Por cierto, tus palabras no son torpes; a ti te lo parecen porque están dedicadas a alguien a quien respetabas tanto; ni tu exposición ha sido caótica; a ti te lo parece porque escribiste a borbotones llevada por la impresión de la mala noticia y por la precipitación de los acontecimientos, y porque, por una vez, no había que ser, no debías ser metódica: tu maestro de gramática no se hubiera merecido ahora un texto académico.

Anónimo dijo...

Pepe Perona,

Desde aquí te escribo estas líneas, sé que eras un hombre moderno, actualizado con las nuevas tecnologías, y sé que desde
algún lugar las leerás.

Pienso en tu repentina huida y me entristece. Pienso en todo lo que sabías, pero sobre todo en lo que todavía te quedaba por enseñar. Eras un pozo de sabiduría, pero de sabiduría adictiva, que nos invitaba a saber más, a curiosear en el conocimiento que desprendías con tus palabras.
Pienso en todo lo que te quedaba por hacer, vivir, disfrutar y leer. Y me duele.

Me acordaré siempre de tus ironías, tus consejos sobre la docencia, "no os preocupéis porque aprendan u os amargaréis". Nosotros nos reíamos por tu sinceridad y llorábamos de risa cuando escribías en la pizarra los
millones que ganaríamos si aprobásemos la plaza.

Pepe Perona, siempre te recordaré y leeré.

Teatinera dijo...

Ayer me acordé de èl, frente a las tumbas de sus padres "Eve y Joaquín".
Era el día de navidad y el cielo lloraba una lluvía fina que acentuaba la soledad que queda después de la muerte.
El cementerio de Teatinos era un páramo triste y desolado.