domingo, 6 de septiembre de 2009

15. La amigdalitis de Tarzán


En 1999 Alfredo Bryce Echenique dio vida a un Tarzán remozado, algo diferente al de Edgar Rice Burroughs pues es una Tarzán llamada Fernanda María de la Trinidad del Monte Montes cuya andadura vital se desarrolla en una jungla, pero de asfalto. Como el genuino, Fernanda es una mujer que ha sabido sobrevivir a todo tipo de adversidades -personales y sociales- por lo que es fuerte y astuta mas, en ocasiones, sufre de amigdalitis y se queda "sin grito ni voz". Por tanto, a finales del siglo XX renació una nueva Tarzán que, si bien no es tan conocida como el de 1914, merece ser tenida en cuenta.
Con un título tan sugerente como La amigdalitis de Tarzán, el autor limeño presenta al lector una entrañable historia de amor entre Juan Manuel del Carpio y Fernanda María que sigue viva gracias al intercambio epistolar que ambos mantienen. Se trata de personajes marcados por su movilidad espacial y su consiguiente separación física; de hecho, son muy escasas las ocasiones en las que logran estar juntos desde que se separan por primera vez en París a causa de lo que Bryce Echenique denomina Estimated time of arrival (ETA), causante de que los enamorados se caractericen por "nunca haber sabido estar en el lugar apropiado ni mucho menos en el momento debido". Son las misivas que se han escrito a lo largo de los años las que han dado forma a una historia de amor plagada de saltos en el tiempo. Fernanda y Juan Manuel bien podrían ser los nuevos protagonistas de una tragedia griega a la limeña pues nunca dejan de amarse a pesar de estar marcados por el ETA que dificulta sus encuentros, por un destino caprichoso que los une y los separa constantemente haciendo de ellos juguetes del destino.
Ahora bien, el cariz trágico de la historia está aderezado con el humor del autor. Así, aparece en la novela un humor anecdótico que ayuda a reflejar la realidad de la vida cotidiana, una realidad en la que conviven los momentos más dramáticos con otros distendidos y humorísticos. Gracias a esta combinación, Bryce Echenique deja en el lector un sabor agridulce pues éste se enfrenta a la lectura de una historia hasta cierto punto trágica en la que los toques de humor restan dramatismo al relato.
Por otra parte, la acción se enmarca en un contexto político y social efervescente que condiciona también la unión y/o separación de los protagonistas. De modo que de la mano de este limeño el lector pasea por el París en el que vivieron los escritores del llamado Boom latinoamericano y conoce la situación política vivida en Chile y San Salvador a partir de los años 70. Y es que, como suele ser habitual en las novelas latinoamericanas, Bryce Echenique encuadra el argumento de su obra en un contexto político adverso y difícil que condiciona la vida de los personajes. En este caso es Fernanda quien habrá de exiliarse en varias ocasiones. Representa, por tanto, al prototipo de ciudadano latinoamericano que ha visto cómo su vida quedaba marcada por el fantasma del exilio a causa de fanatismos absurdos y dictadores sin escrúpulos. De este modo, el lector puede conocer la Historia de estos países a través de la intrahistoria personal de Fernanda y Juan Manuel.
Quizás, esta novela no sea la mejor del autor limeño mas me atrevo a afirmar que Bryce Echenique ha logrado hilvanar una historia cautivadora que hace que el lector se identifique con los personajes y los avatares que viven a lo largo de los años. En los tiempos que corren en los que priman la caducidad y el pragmatismo, es agradable leer una historia de amor duradero más allá del espacio y del tiempo. Fernanda y Juan Manuel se erigen en modelos del amor de antaño, de ése que se mantenía vivo mediante cartas que eran cuidadas como pequeños tesoros concebidos como caricias en forma de letra manuscrita. En definitiva, esta novela bien pudiera ser la versión extendida de una conocida canción que decía "hay gente a la que no consigues olvidar, no importa el tiempo que eso dure" para la que Alfredo Bryce Echenique parece haber creado a dos personajes a los que podemos conocer mediante la lectura de su peculiar historia de amor marcada por la distancia y el desencuentro.

9 comentarios:

Capitán dijo...

Bryce Echenique es un escritor de culto en mi casa, mi mujer disfruta con sus libros como con ningún otro. La semblanza que hacéis del libro coincide plenamente con mis recuerdos sobre su lectura, y si bien estoy de acuerdo que no es el mejor libro del autor, si mantiene sus características habituales: siempre queda ese sabor agridulce que bien indicáis.

Un saludo

Javier Angosto dijo...

Leí en su día esta novela como leí mucho a Bryce Echenique en aquellos años. Me gustaron especialmente "Un mundo para Julius" y "Reo de nocturnidad" y también leí con agrado sus memorias. Me cautivó su sentido del humor y su apuesta -por qué no decirlo- por la sentimentalidad. Pero debo confesar que me defraudó rotundamente cuando se descubrió que algunos de sus artículos estaban plagiados. Qué pena.

Píramo dijo...

"La amigdalitis de Tarzán" es el primer libro que me regaló Tisbe cuando ni siquiera Tisbe era Tisbe. Entonces el que tenía amigdalitis era yo de tanto gritar que te quería o quizás del frío que pasaba, indigente todavía de ti. Guardo el libro entre mis querencias más preciadas. Es el único libro que jamás olvidaré sin haberlo leído. Porque sí, aún no lo he leído. Prometo hacerlo. Por aquel entonces aún no sabíamos que a nosotros, como a los protagonistas, también nos esperaban cartas, teléfonos, distancias. Aunque nuestros encuentros son mucho más numerosos que lo de los personajes del libro, claro está. Gracias por recordarme con la glosa del libro, que estás, también, en mi estantería. Y si alguna vez tienes amigdalitis, cuélgate de la liana hasta llegar a mi arbolito que, lastimado por tu ausencia, siempre espera, como el olmo de Machado, un milagro de tu primavera. Te quiero. ¡Y ahora ya lo saben hasta en Perú!

Mª Carmen dijo...

No me he leído este libro ni nada de Echenique, pero el comentario me ha recordado un poco a "El amor en los tiempos del cólera", sobre todo su inicio: la relación amorosa entre Florentino Ariza y Fermina Daza en forma epistolar. Ojalá esa historia de amor acabe mucho mejor que la de García Márquez.

Besos.

Gatopardo dijo...

Tisbe: me malicio que Píramo le ama. Al menos, eso he creído entender entre las volutas y ornatos de su prosa retrechera.
Pero no abuse usted: no la quiere tanto como para haber leído con urgencia apasionada "La amigdalitis de Tarzán", que es una de las varias novelas de Bryce Echenique que tiré al contenedor de papel sin llegar a la pág 40.
Y es que todos sus personajes, sean mujeres, hombres, o militares sin graduación hablan como el narrador, y como Bryce Echenique; un defecto propio de un no-novelista o de principiante.

Y sí, además plagia, y eso está más feo que pegarle a un padre.

Saludos cordiales

Píramo dijo...

Gatopardo, es curioso comprobar que su primera visita a mi blog se produce justo después de mi comentario en el suyo. No contento con asumir que no es usted la abuela de nadie, decide ser la madrastra mala. No le vi a usted en mis artículos sobre Menéndez Pidal y Diego Catalán, cuya causa del Olivar de Chamartín tan vehementemente defiende. A usted le encanta salir a la palestra sólo para alardear de su supuesto (supuesto, porque sólo usted se lo cree) implacable ojo crítico. Pero no seré yo quien le dé juego. Vuélvase a maullar a su blog, que tantas visitas recibe, y no pierda el tiempo en estos arrabales de gente inculta que jamás estará a la altura de su nunca suficientemente ponderada superioridad.

Gatopardo dijo...

Sepa usted, querido, que soy de las veteranas lectoras de su bitácora, y me he leído todos y cada uno de los artículos publicados, tanto de Tisbe como de Píramo.

Lo que pasa es que no suelo comentar, porque llevo a rajatabla la receta de belleza que me dio mi madre: callada estoy más guapa.

¡Pero es que Bryce Echenique!...

Espero que no sea alguien de su familia...

Mari dijo...

Ohhhh, estoy muy intrigada a causa de las disputas palaciegas entre Píramo y Gatopardo. Desconozco los roces existentes, sin embargo, mientras se mantenga la educación y cortesía siempre se puede debatir para alcanzar un punto de encuento.

Besos.

Gatopardo dijo...

Estimada Mari: están muy sobrevalorados los buenos sentimientos y las buenas maneras en la crítica literaria.

En literatura, hay que elegir si se quiere estar orgulloso de los amigos o de los enemigos...

Saludos cordiales