martes, 22 de diciembre de 2009

24. Los villancicos

El villancico es una de las manifestaciones más antiguas de la lírica popular castellana. Sus orígenes se remontan al siglo XIII, momento en el que estas composiciones se entonaban con la finalidad de registrar los avatares de la vida cotidiana de los pueblos -de ahí el término "villancico", es decir, canción de la villa-. La temática religiosa estaba, pues, ausente en los primeros tiempos. Hacia el siglo XV aparece la costumbre de cantar villancicos en Navidad, a la vez que pervivían las piezas de este tipo que giraban en torno al amor cortés. De este siglo datan las primeras recopilaciones de villancicos - Cancionero de Stúñiga y Cancionero de Palacio, del año 1500- , que eran compuestos tanto por autores populares como por otros del renombre de Gil Vicente o Juan del Encina.
Por otra parte, cabe la posibilidad de que los primeros villancicos formaran parte de las representaciones medievales que tenían lugar en el interior de las iglesias y que pervivieran como cantos independientes una vez que la autoridad eclesiástica prohibió este tipo de espectáculos en los recintos sagrados. No obstante, la urgencia de que el mensaje cristiano llegara al pueblo -desconocedor del latín en su gran mayoría - propició que los clérigos mirasen con otros ojos al villancico en los albores del siglo XVI, pues hallaron en él una forma sencilla de acercar los misterios de la fe a los fieles, hasta tal punto que una de las obligaciones del maestro de capilla era componer este tipo de piezas. A partir de este momento, el tema profano centrado en el amor cortés deja paso con más fuerza al contenido meramente religioso.
En el siglo XVIII se observa una influencia muy fuerte de Italia en estas composiciones -estilo recitativo, arias da capo y el incremento del número de músicos- que provocó que desaparecieran de la celebración litúrgica en favor de los cantos gregorianos tradicionales. De modo que desde finales del siglo XIX el marbete "villancico" se asocia a los cantos que aluden a la Navidad y que son cantados de forma popular.
Como curiosidad, cabe destacar que en la antigua Al-Andalus existían unas composiciones llamadas "zéjel" formadas por un estribillo que cantaba un coro y diferentes estrofas interpretadas por un solista. La similitud entre ambas formas, a grandes rasgos, es evidente y no debe resultar extraña, pues es reflejo de la impronta que el mundo árabe ha dejado en nuestra cultura. No obstante, tal y como señala Tomás Navarro, el villancico y el zéjel se diferencian en algunos aspectos: "desde el punto de vista métrico, el villancico y el zéjel se diferenciaban por la forma de la mudanza, redondilla en el primero y terceto monorrimo en el segundo; además, el tema o estribillo, que en el villancico constaba generalmente de tres o cuatro versos, en el zéjel se limitaba de ordinario a dos, y los versos de enlace entre la mudanza y la vuelta, de uso corriente en el villancico, no figuraban con regularidad ni frecuencia en la composición del zéjel".
En otro orden de cosas, resulta sorprendente el origen de algunos de los villancicos que en la actualidad persisten. Así, Los peces en el río es uno de los más conocidos en España y en América Latina y en su musicalidad se pueden entrever sonidos árabes. El famosísimo Adeste fideles, fue compuesto en el siglo XVII por Juan IV de Portugal, conocido como "Rey Músico" por el amor que profesaba a este arte. Entre sus logros, destaca la fundación de una escuela de música en Vila Viçosa y la lucha que mantuvo contra el Vaticano para lograr que la música instrumental pudiera sonar en los recintos eclesiásticos. Verdaderamente curioso es el origen de la famosa expresión "armar la marimorena", que casi seguro hemos entonado todos en alguna ocasión. Los hechos se remontan al siglo XVI, cuando en Madrid existía una taberna regentada por Alonso de Zayas y María Morena. Los dueños del local reservaban el mejor vino para los clientes selectos. Un día, un grupo de personas solicitó probar dicho licor a lo que el matrimonio se negó en rotundo. Este suceso desencadenó una nada desdeñable pelea que terminó con la intervención de las autoridades. Desde ese momento, armar la marimorena se asocia con liar alboroto y ruido, y... ¿qué hacemos sino cuando entonamos este villancico al compás de la zambomba y de las panderetas? Menos accidentado es el origen de Noche de paz. Este villancico fue intrepretado la Nochebuena de 1818 en la iglesia de San Nicolás de Oberndorf (Austria) y se ha convertido en el más conocido. No en vano, ha sido traducido a más de 300 idiomas. La citada iglesia se derribó en el siglo XX y en la nueva construcción se le dio el nombre "Noche de Paz" a una de sus capillas, en honor de una composición que fue capaz de unir la voz de dos bandos irreconciliables -alemanes e ingleses- en la tregua que en 1914 firmaron para celebrar la Navidad.
En América Latina, la tradición de los villancicos se remonta al siglo XVII. Además de los citados y de otros muchos conocidos en España, existen títulos propios tan curiosos como Mi burrito sabanero en Venezuela (versionado recientemente por el colombiano Juanes), Tutaina tuturumaina en Colombia o Caminando por Tegucigalpa en Honduras. En todos ellos se percibe la huella latina pues son muy rítmicos llegando, en algunos casos, a recordar a la melodía de la salsa.
En la actualidad, son muchos los recopilatorios de villancicos que se sacan al mercado por estas fechas. Unos, cantados por coros de niños con voces angelicales; otros, por artistas de renombre como Raphael o por coros rocieros. En cualquier caso -y dejando al margen el tema del consumismo- considero que es bueno que los más pequeños de la casa conozcan estas composiciones tan nuestras así como que los mayores no las olvidemos y como formas populares que son, sigamos haciendo uso de ellas en las reuniones familiares tan típicas de estos días. Pues, ¿hay estampa más navideña que la de una familia reunida en Nochebuena entonando Ay, del chiquirritín o El tamborilero al son de las panderetas, las zambombas, las palmas y las botellas de anís? Evitemos, pues, que estas composiciones caigan en el olvido y busquemos en nuestro interior a ese niño chico que todos tenemos y que alberga el verdadero espíritu navideño.
¡Feliz Navidad! Ojalá todos tengamos un buen aguinaldo en estas fiestas y, cual Rómulo, recibamos nuestras particulares ramas cortadas de un árbol del bosque de la diosa Strenia que nos deparen suerte en este nuevo año.
La fuente de la que está extraída la cita en la que se explica la diferencia entre el villancico y el zéjel es Navarro Tomás, Métrica española, Labor, 1995, p. 154.

6 comentarios:

Capitán dijo...

Preciosa entrada, y los villancicos, además, generan un sentimiento de hermandad como ninguna otra canción.

Feliz Navidad

Fernando dijo...

Estupendas tus palabras y tus sentimientos. Nosotros queremos felicitarte a ti y a los tuyos esta Navidad, y te recordaremos al cantar los villancicos. Un abrazo fuerte.

Javier Angosto dijo...

Un artículo excelente. Explicas con una gran claridad el fenómeno del villancico a lo largo de la historia.
Precisamente hoy hablaba de los villancicos Elvira Lindo en su columna de EL PAÍS. Ya la leerás.

Píramo dijo...

Felicidades otra vez por tu artículo. Nuevamente lo expones con esa amena elocuencia que te caracteriza, términos muchas veces irreconciliables. Realmente son curiosos los orígenes de algunos villancicos. ¿Quién diría que "El Tamborilero" es checo, por ejemplo? Qué hermoso misterio tan español el de perpetuar nuestro patrimonio popular sin resentirse durante siglos. Y cuánto hemos de luchar contra los que asocian la tradición a lo antiguo y, por ende, a lo rancio y despreciable. Artículos como el tuyo, escritos desde el rigor pero también desde la emoción, contribuyen a defender esa causa. Pasar las Navidades a tu lado es un privilegio. Porque, perdida ya la infancia, consigues con tu ilusión, recuperar al niño que fui y me dibujas la sonrisa limpia como la nieve. Gracias.

Cris dijo...

¡Muy interesante el artículo!

Tengo que decir que en las escuelas todavía se siguen escuchando villancicos, y a los más pequeños les encantan así que aún tenemos canciones populares para rato. Aunque con esto de la interculturalidad cada vez es más frecuente villancicos como los que has comentado, y algunos otros como "Rodolfo el reno". Estos villancicos, en teoría "nuevos", siguen siendo un éxito en los teatrillos infantiles. Así que ¡VIVAN LOS VILLANCICOS!

Aprovecho para felicitaros a todos y todas la Navidad y que paseis unas FELICES FIESTAS y empecéis con buen pie el NUEVO AÑO.

Un saludo

Tisbe dijo...

Muchísimas gracias a todos por vuestros comentarios. Espero que hayáis cantado muchos villancicos y, sobre todo, que estéis pasando unas buenas navidades.
Un saludo y feliz año 2010.