domingo, 7 de febrero de 2010

31. ¿De cuándo acá nos vino?

La Compañía Nacional de Teatro Clásico ha vuelto a recuperar una de las comedias de capa y espada más desconocidas de Lope de Vega con motivo de la celebración del 400 aniversario de la aparición del Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo que tuvo lugar en 2009. El montaje sigue de gira en este nuevo año, hecho que ha permitido al público alicantino disfrutar de nuevo del buen hacer de esta compañía.
El título de la comedia recoge una expresión que en la actualidad ha caído en desuso. Según el DRAE, "de cuando acá" se emplea "para indicar que algo está o sucede fuera de lo regular y acostumbrado". Precisamente es una situación atípica la que nos presenta el dramaturgo, pues en las tablas aparecen dos mujeres, madre e hija, disputándose el amor de un mismo hombre. La acción gira en torno a una realidad histórica del siglo XVII: la llegada a Madrid de soldados procedentes de Flandes que agudizan su ingenio para sobrevivir. Uno de ellos es Leonardo, un joven y apuesto alférez que arriba a la capital con la misión de entregar una carta a la hermana del Capitán Fajardo. Arruinado económicamente, decide cambiar el contenido de la misiva y le comunica a doña Bárbara que es el hijo secreto de su hermano. Ésta, madre soltera, decide acoger a su sobrino en su casa y colmarlo de atenciones pues desde que lo ve, siente una pasión irrefrenable hacia el joven. Su rígida concepción de la vida queda olvidada y no duda en enfrentarse a su propia hija, Ángela, la cual está perdidamente enamorada de su supuesto primo. La madre emplea sus peores artimañas para alejar a los enamorados y acuerda su propio matrimonio con el alférez, el cual acepta como solución última para seguir cerca de Ángela. El enredo, por tanto, está servido pues ante los ojos del espectador desfilan mentiras, trifulcas y engaños que logran arrancar la mejor sonrisa de éste. Y es que en esta comedia se puede saborear al más auténtico Lope, al dramaturgo que escribía pensando en el pueblo y para el pueblo. De ahí que el divertimento quede asegurado. Todo se complica aún más con la llegada del Capitán Fajardo, que descubre el engaño y de dos pretendientes de doña Ángela. No obstante, como es habitual en obras de este tipo, la acción tendrá un final feliz.
Por otra parte, la puesta en escena es brillante. El elenco de actores es un acierto, pues todos actúan bien sin caer en la exageración o la mala interpretación. Incluso entonan romances en escena con acompañamiento de instrumentos musicales barrocos -tales como el violín, el cello o el archilaúd- que ayudan, si cabe más, a sumergir al espectador en el siglo XVII. Todo ello con un vestuario muy cuidado y con un decorado austero formado por un tablado algo inclinado y algunos paneles móviles con los que el director del montaje, Rafael Rodríguez, intenta recuperar la esencia de los auténticos corrales de comedias. Así, bien podría el público imaginar que está presenciando la representación de la obra que tuvo lugar en 1615 en la Casa de Comedias de Toledo, salvando las distancias obvias.
He aquí una muestra más de la buena salud literaria de la que goza Lope de Vega, pues cuatro siglos después de su existencia sigue divirtiendo al público y conectando con él, corroborando así la vigencia atemporal de su obra. Como ejemplo, baste citar que en el siglo XX esta pieza fue adaptada para la zarzuela El hijo pródigo de José María de Arozamena, de modo que puede afirmarse que el dramaturgo sembró en ¿De cuándo acá nos vino? la semilla de lo que sería el vodevil.
En definitiva, es encomiable la labor que está llevando a cabo la Compañía Nacional de Teatro Clásico pues gracias a los montajes que organiza acerca a los espectadores el teatro del Siglo de Oro, uno de los mejores de toda Europa. Hemos de estar orgullosos de este legado y, por ello, animo a quien tenga oportunidad a asistir a esta representación. No se preocupen por el lugar que ocupen en el "corral", pues tanto en la cazuela como en la tertulia, la alojería o en el patio de los mosqueteros se divertirán igualmente con los enredos que Lope tan bien sabía tejer en sus comedias haciendo honor al sobrenombre con el que era conocido: "Fénix de los ingenios".

5 comentarios:

Píramo dijo...

Como siempre, una reseña lúcida y significativa. A mí me gustó mucho la inclusión de los romances, cuyas letras comulgaban con los acontecimientos del argumento; procedimiento éste tan característico del teatro del siglo XVII. Y ése es el gran mérito de la Compañía Nacional de Teatro Clásico; que respeta el espíritu del original para hacernos sentir espectadores de un corral de aquel tiempo. Las versiones vanguardistas queden para los que, en el intento de ocultar su incapacidad por crear obras meritorias, acuden al clásico con el pretexto del homenaje y de la originalidad y nos ultrajan con sus "arreglos". Tisbe, gracias por los datos que rodean a la historia de la obra. No los conocía y son muy interesantes. Ya estoy deseando compartir contigo la próxima. Un placer leerte.

Javier Angosto dijo...

Muy buena tu reseña, Tisbe, y muy acertada también la reflexión de Píramo a propósito de las versiones vanguardistas.

Capitán dijo...

Interesante la reseña, y además es una lástima que no se publicite más y mejor el trabajo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, si se concociese más otros "teatros" tendrían menos público.

Un saludo

Tisbe dijo...

Gracias a todos por vuestras aportaciones. Espero que podáis disfrutar de alguna representación de la Compañía Nacional -si no lo habéis hecho ya- y que os animéis a comentarla con nosotros.

¡Un saludo!

Anónimo dijo...

La verdad es que la obra nos encantó, para que luego digan que uno no se puede divertir con los clásicos. Merece la pena ver a la compañía, pero sobre todo se debería acercar a un público joven, ya que es una manera entretenida de conocer nuestro teatro del siglo de Oro.