domingo, 3 de octubre de 2010

60. El fiasco del libro digital en las aulas

Ha comenzado el nuevo curso escolar y cada vez son más los centros que sustituyen el libro de texto tradicional por el libro digital. Se trata del llamado proyecto “1x1”, marbete que suena a operación matemática tan simple como la de las mentes iluminadas que han parido el invento. También se le conoce como “Escuela 2.0”, otra acuñación de bellísimo lirismo informático que evoca más a una nueva versión del videojuego de turno que a un proyecto educativo serio. Dejo para los informáticos y oftalmólogos, respectivamente, las consideraciones relativas a la viabilidad técnica del asunto y a la salud ocular de los alumnos, que daría para mucho. Yo sólo voy a hablar de lo que entiendo, es decir, me voy a ceñir a lo estrictamente académico, aunque, como de educación entiende todo el mundo, ya se imaginarán que lo que yo vaya a decir aquí sirve tanto como lo que diga el butanero; y esto es tanto así pese a que me pase los días rodeado de alumnos, tanto como el butanero de bombonas de butano; sólo que yo no entiendo mucho de bombonas de butano y el butanero lo sabe todo de mis alumnos. Pues bien, pongámonos en situación. Para empezar, sólo existe una editorial (Digital Text) a la que se pueda aplicar con propiedad la etiqueta de entorno virtual. Las demás editoriales sólo aportan un PDF enriquecido del libro de texto impreso. Para eso no hacía falta ordenador, digo yo. La solución de contratar a Digital Text no me apaña, pues sus contenidos son tan pobres e infantiles que hasta los alumnos sienten insultada su inteligencia (y ya es decir). Bien. Entro en clase y hago encender los ordenadores a mis chavales: “Profe, a mí no se me conecta; profe a mí no se me descargan las actividades”, etc, etc. Solución: proyecto la lección desde mi portátil hasta la pizarra digital (que de ésas también tenemos) y vemos la unidad en la susodicha asesina de la tiza. Para eso no necesitábamos ordenador, digo yo. Si decido que resuelvan algún ejercicio en el ordenador, una vez apagado éste, se pierde la resolución del mismo, de manera que no pueden estudiarse las actividades. Solución: las actividades en la libreta, como siempre. Para eso no hacía falta ordenador, digo yo. Como la lección tiene sus carencias, les digo a mis alumnos que deben anotar al margen una pequeña ampliación que quiero ofrecerles. Ay, no. Que no hay márgenes. Me dice algún apologeta del tinglado que yo mismo puedo modificar los contenidos del libro a mi antojo. Claro, así seré profesor, policía, burócrata y ahora editor. Sólo que cobrando el primer oficio y ya ni eso, que nos han bajado el sueldo. Pero por ahí no sigo que luego vienen y me recuerdan la cantinela de las vacaciones de verano y toda esa pejiguera. Tampoco pueden subrayar los contenidos importantes; solución: que se descarguen la versión imprimible y subrayen y estudien de ahí. Para eso no hacía falta ordenador, digo yo. Porque estudiar en el ordenador es imposible: no sé si ustedes han experimentado la sensación de leer en un portátil para gnomos, pero les aseguro que entre la pantallita y que el acceso a la información se te va mostrando con la racanería del movimiento del cursor, uno pierde el sentido unitario de la información que se lee y que proporcionaban los libros impresos en un golpe de vista.

Es que los ordenadores motivan. Y un cuerno. A mí las que me motivaban eran las clases de Arte cuando el profesor apagaba las luces y, a oscuras, nos ponía las diapositivas o el vídeo VHS o BETA. Porque aquello era un acontecimiento. En esta era digital, en la que el alumno ha crecido ya con esta revolución tecnológica, el ordenador es más de lo mismo. Algunos alumnos me han pedido que baje las persianas porque no ven con claridad la pantalla de la pizarra. Claro, cómo va a entrar ese astro retrógrado que lleva millones de años dándonos luz, pudiendo embelesarnos con la luz sanísima y pura del oráculo digital.

El mejor profesor que he tenido, Don Ramón Oteo, nunca necesitó pizarra siquiera. Sólo su palabra. Y era más hermosa y más eficiente que toda la tiranía icónica de las nuevas pizarras y libros digitales. No nos olvidemos, por favor, de la palabra.

12 comentarios:

Capitán dijo...

Yo, en mi moderno despacho cargado de tecnlogía, tengo una pizarra que uso en el 90% de las reuniones y que sirve para aclarar todo, la capacidad de actuar de forma tan ágil no la da el ordenador ni de lejos.

Un saludo

Lourdes dijo...

¡Hola!, soy Lourdes,la mamá de una de tus alumnas de 1ºC, Selene Sánchez, he leído esta mañana tu artículo,(permíteme que te tutee),en el Diati de Tarragona sobre El fiasco de los libros digitales en las aulas, en primer lugar quisiera felicitarte por el mismo, y decirte que no podría estar más de acuerdo con todo lo que has escrito, los "entendidos", se empeñan en decir que es el progreso, que el futuro está en los ordenadores, y digo yo, pues ala, que no pierdan más el tiempo y que se dediquen sólo a estudiar informática, total ,con un simple click ya tenemos cualquier tipo de problema resuelto,tanto sea de información, la de horas que me habré tirado yo en la Biblioteca buscando información en las enciclopedis para realizar trabajos,ahora ya no ,es solo un click, y ya tenemos toda la información, pero eso sí,todos la misma ya que buscamos todos en el mismo sitio,leído un trabajo, leídos todos,o bien para corregir faltas de ortografía,click de nuevo y aquí no ha pasado nada, bonita forma de progresar.La de visitas al oftalmólogo que vamos a hacer...,sin contar dolores de espalda, de cabeza, en fin...luego, no queremos que los niños pasen tanto tiempo delante del ordenador, si se lo penen en bandeja! Bueno no me extiendo más solo repetir una vez más que estoy totalmente de acuerdo con el artículo y de nuevo mis felicitaciones por el mismo.Gracias y un cordial saludo. Lourdes.

Píramo dijo...

Acabo de recibir de mi amigo Augusto, un enlace genial que viene muy bien para el tema de nuestro artículo. Augusto es, además, informático, por lo que el envío de su enlace, le ennoblece todavía más. El enlace es el que sigue: http://www.youtube.com/watch?v=iwPj0qgvfIs&feature=player_embedded

Merece mucho la pena.

Javier Angosto dijo...

Píramo, me he reído muchísimo leyendo tu artículo (al ir leyéndolo, no podía por menos que recordar a Larra). Suscribo tu denuncia de la cruz a la raya. Y me sumo a tu reconocimiento a don Ramón Oteo. El profesor Oteo, ciertamente, nunca necesitó de "power point", ni de pizarras digitales ni de otras zarandajas para embelesar a sus alumnos. Eso sí: tenía la pasión por la palabra y había leído una barbaridad; de manera que podía mantener la atención de sus alumnos durante horas.
Asisto últimamente a algunos cursillos en los que determinados conferenciantes se parapetan tras el ordenador y se pasan toda la conferencia dale que te pego con gráficas, fotos y demás "novedades" del mundo de la informática. Y la verdad: ese tipo de conferencias me resultan pesadísimas.

E. Martí dijo...

Totalmente de acuerdo... Aunque estos niños son la generación de la imagen y el sonido, creo que eso ha sido producto del consumismo que nos rodea y al que interesa mantener viva su floreciente economía.
La palabra escrita y leída abre puertas a la imaginación.
Recuerdo noches de mi infancia, sentada en la camilla rodeada de padres, abuelos, a veces vecinos, escuchando la radio, contando historias, leyendo en voz alta...
Seguramente esa ha sido la base de mi amor por la literatura y el desarrollo de mi imaginación.
Saludos cordiales.

Tisbe dijo...

Por suerte, no ha llegado a nuestras aulas alicantinas el libro digital. Considero que las nuevas tecnologías pueden ser útiles para la docencia, pero en su justa medida. Personalmente, me resultaría imposible tener que estudiar directamente de la pantalla de un mini ordenador. ¿No se os cansan los ojos cuando lleváis un rato mirando la pantalla? Imaginarme lo que debe ser preparar un examen así me causa pavor. Por otra parte, está demostrado que cuando más lo necesitas, siempre surge algún problema con la conexión, bloqueos, pérdidas de información... Eso con el papel no pasa. En definitiva, larga vida al libro impreso, pues es un grave error creer que por usar esas tecnologías el fracaso escolar va a disminuir.

Píramo dijo...

CAPITÁN, efectivamente. No es una cuestión de mayor o menor habilidad en el entorno de la pizarra digital. Es que se tarda mucho menos con la pizarra tradicional. Sólo encender la pizarra digital ya te lleva unos minutos que no estoy dispuesto a perder en mis clases. Si mis alumnos tienen que aprender cuándo se pone tilde en las palabras, no necesito ninguna puesta en escena espectacular.

Estimada LOURDES. En primer lugar, encantado de conocerla. La felicito yo también por su hija, que es un verdadero ejemplo de alumna aplicada, responsable y buena persona. Lidiaremos este año con el aula digital como bien podamos pero le aseguro que nunca supeditaré lo que verdaderamente importa, que es que los alumnos aprendan, a esa verbena tecnológica. Comulgo con la mayoría de afirmaciones que hace en su comentario. La tecnología debería ser un complemento, no un fin en sí mismo. Quedo a su disposición. Atentamente.

JAVIER, gracias por tus palabras. Pero ya quisiera yo parecerme a Larra. Es verdad, qué aburrimiento las conferencias con "power points" y demás parafernalia. Es la tiranía de la imagen sobre la palabra.

ESMERALDA, mientras los que pensamos como tú perpetuemos ese amor hacia el libro y lo hagamos con el entusiasmo que se deriva de tus palabras, los megabytes tienen la batalla perdida con las páginas.

TISBE, el fracaso escolar tiene que ver con la voluntad. Y las voluntades no se ganan con una pantalla de ordenador. Al contrario, el ordenador anula la voluntad.

Anónimo dijo...

Hola, en el blog de abajo recogemos la visión de los padres sobre el Educat 1x1 en un instituto de Barcelona.
La situación es alucinante: los alumnos no lo quieren, los profesores tampoco, los padres estmaos hasta las narices y algunos con pánico de ver a sus hijos desarrollando adicción, la Generalitat actual ya no apoya el proyecto (aunque dejará llegar la subvención de Zapatero para adquirir nuevos ordenadores en los centros que empezaron a implantarlo). La pregunta es ¿QUIEN NARICES SIGUE APOYANDO ESTE PROYECTO FRACASADO Y ESTÁ IMPIDIENDO QUE SE RETIRE YA? La respuesta creo que es: las direcciones de los centros que lo apoyaron en su día y no saben, es humano, reconocer que se equivocaron. Creo que habrçia que organizarse entre padres, profesores y alumnos para borrar ya de las aulas este proyecto zombie.

http://problema1x1.blogspot.com

Rafael García dijo...

Cuánta razón por palabra escrita. Felicidades. Eso no es el progreso, es el proceso de que en España se enriquezcan engañando una vez más. No se puede estudiar en un portátil pequeño y retroiluminado, si se me permite, como mucho en un dispositivo de tinta electrónica y que a la vez sea dinámico y se pueda interactuar con él. Pero eso es caro y está a años luz todavía.

Verónica Padilla dijo...

¿Quién dijo que las TIC eran el único camino posible? Son sólo una senda más... ¡Si puedieras ver las aulas con dotación 0 en las que trabajamos por estas tierras! Ni un diccionario de mala muerte que consultar, la biblioteca cerrada con ll...ave (¿qué ladrón entraría a robar a una despensa vacía?), ni un mísero proyector en el que observar (aunque fuera muy de vez en cuando) algo que no sea blanco sobre verde, ni siquiera persianas que bajar cuando el sol nos regala sus reflejos... Ojalá se atascaran de vez en cuando los miniportátiles de mis alumnos, ojalá pudiéramos elegir entre libreta y e-book, ojalá...

Rafael García dijo...

¿Bibliotecas? ¿Eso qué es? En vez de incentivar a los alumnos para que cojan un libro, les venden el aula 2.0 y ya han cumplido. Un ordenador para cada niño y hasta la próxima foto.

David Jiménez dijo...

Completamente de acuerdo, Fernando. En Digital-Text sólo son unos peseteros egocéntricos que hacen libros llenos de carencias, "pobres e infantiles", como quienes "dirigen" esa editorial. Lo digo de primera mano porque trabajé ahí durante un tiempo como corrector de textos y traductor, y casi me dejo la vista y la paciencia, aunque jamás la profesionalidad. El libro de texto tradicional debe primar, así como el rigor de la palabra. Un saludo