domingo, 2 de enero de 2011

76. El Auto de los Reyes Magos

Códice del Auto de los Reyes Magos
Los rituales litúrgicos llevan asociados en su ejecución un componente dramático muy evidente. La evocación de las palabras y hechos de Jesús van unidos, en muchas ocasiones, a dramatizaciones simbólicas que nos hacen más próximos y más comprensibles determinados pilares de la fe. Un ejemplo paradigmático es el del sacramento de la Eucaristía. Cuando el sacerdote eleva el cáliz y la oblea consagrada y pronuncia las mismas palabras que Jesús pronunció en la Última Cena, el cura, en cierta medida, está ejerciendo de actor, sólo que el dramaturgo de su texto es Dios mismo y el apuntador es la certeza de su fe. Luego, quien participa de la comunión, se une también a las tablas divinas y todos se vuelven actores espontáneos, algunos pendientes sólo del papel de su alma, otros demasiado atentos al público, que en esto de las misas también hay quien busca la aprobación de la galería.

No es extraño, pues, que la primera obra de teatro conocida en lengua castellana esté asociada a un tema religioso: se trata del Auto de los Reyes Magos, compuesta a finales del siglo XII. Descubierta en el siglo XVIII por Felipe Fernández Vallejo en un códice de comentarios bíblicos de la Catedral de Toledo, lo copió en sus Memorias y disertaciones… y fue publicado por vez primera en 1863 por Amador de los Ríos. Después, en 1900, el texto fue estudiado por Menéndez Pidal, a quien debemos el marbete de “Auto”, es decir, composición teatral de reducidas dimensiones en las que suelen aparecer personajes alegóricos o bíblicos. Todavía recuerdo la respuesta de uno de mis alumnos de Literatura al preguntarle por el título de la primera obra de teatro conocida en nuestra lengua. Contestó que el “Coche de los Reyes Magos”… Nuestro exconseller (alabado sea Dios) lo justificaría diciendo que bastante mérito tiene el chico, que encontró un sinónimo de “auto”.

Comienza el texto con tres monólogos de los Reyes Magos, en los que cada uno, por separado, afirma haber visto una extraña estrella que interpretan como señal del nacimiento del Mesías (respeto las grafías del documento original): “Dios criador, qual maravilla / no se qual es achesta strela! /Agora primas la e veida, / poco tempo a que es nacida. / Nacido es el Criador / que es de las gentes señor?”. Acto seguido, se ponen en camino y los tres coinciden en la ruta. Dudan sobre la certeza de sus pronósticos y Melchor se pregunta cómo van a comprobar “si es rei de terra o si celestrial”, a lo que Baltasar responde: “Queredes bine saber cumo lo sabremos?/ oro, mira i acenso a él ofrecremos: /si fuere rei de terra, el oro querá /; si fuere omne mortal, la mira tomará; si rei celestrial, estos dos dexará, tomará el encenso quel pertenecerá”. Llegados al palacio de Herodes, preguntan por el nuevo rey al que han venido a adorar. Herodes, extrañado, trata de conocer los detalles de esta nueva, y, una vez solo, iracundo, se lamenta: “¿Quin vio numquas tal mal, /sobre rei otro tal!” . Llama a los sabios de su corte para tomar consejo. El texto se interrumpe en el momento en que éstos debaten el asunto.

Más allá de ostentar la condición de primera obra de teatro conocida en castellano, el Auto de los Reyes Magos tiene el encanto de esos primeros tiempos donde el idioma es todavía un balbuceo vacilante (hemos visto cómo en un mismo verso se dice “incienso” de dos formas diferentes); el valor de la pureza de lo que está empezando, como esas iglesias del primer románico cuya extremada sobriedad aún las ennoblece más, con su robusta piedra desnuda depositaria de los tiempos. Leer estos textos es transportase al origen, ingenuo tal vez, pero donde las cosas no están adulteradas todavía por un progreso mal entendido. Bonita lección para estas fechas, en que la Navidad es casi de todo menos Navidad.

3 comentarios:

Javier Angosto dijo...

¡Qué buena la anécdota del "coche" de los Reyes Magos! Y qué buen artículo el tuyo, Píramo. Me ha encantado, sobre todo, la parte en la que hablas con tanto amor del arte románico.
Buen inicio de año ha tenido el blog. El mismo que os deseo a ti y a Tisbe y a todos los lectores de "Cesó todo y dejéme". Para todos, FELIZ 2011, feliz 2012 y así sucesivamente...

Tisbe dijo...

Me parece preciosa la imagen de las tablas divinas. Estoy de acuerdo con la pureza que tiene el texto. Resulta entrañable leerlo y más en estas fechas que acabamos de pasar.

Píramo dijo...

Javier, feliz 2011 también para ti y para todos los tuyos.

Tisbe, a ti todo lo que remita al teatro te resulta atractivo. Por eso, porque muestras tanto amor por el teatro, eres nuestra crítica teatral más autorizada.