miércoles, 16 de febrero de 2011

85. El alcalde de Zalamea

El pasado fin de semana pude disfrutar de nuevo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico con la representación de El alcalde de Zalamea, pieza que ya había sido puesta en escena por esta compañía en 1988 y 2000, pero que se renueva ahora para que el público pueda disfrutar de las andanzas de Pedro Crespo.
Su argumento es conocido universalmente. El labrador más rico de Zalamea, Pedro Crespo, se ve obligado acoger en su casa al capitán Álvaro de Ataide puesto que sus tropas se dirigen hacia Portugal. El villano decide que su hija Isabel aguarde escondida en una estancia de la casa para evitar que el soldado la vea. Mas el capitán descubre la existencia de la joven y no ceja en su intento hasta que la rapta y la fuerza. A partir de este momento, el honor de Pedro y su familia ha quedado manchado, están muertos ante los ojos de la sociedad pues en el siglo XVII no se concebía mayor agravio que éste. El villano hace gala de su cordura y espíritu conciliador y le ofrece al capitán la posibilidad de contraer matrimonio con su hija, pero éste declina la invitación puesto que Isabel no es más que una campesina. Ante la negativa, Pedro Crespo hace uso de los poderes que ha adquirido al haber sido nombrado alcalde y condena a Álvaro al garrote (de ahí el título originario con el que fue publicada la pieza: El garrote más bien dado).
La pieza es una de las más representativas de los llamados "dramas de abuso de poder" que tanto fueron cultivados por nuestros escritores áureos. Sin embargo, la novedad radica en que Calderón de la Barca lleva a cabo la defensa del honor horizontal, aquél que se pierde o se logra en relación a  las propias obras frente al honor vertical -que es inmanente, adquirido desde el nacimiento por el simple hecho de pertenecer a una determinada clase social-. Pedro Crespo representa el arquetipo de persona humilde que es sabedora de su valía, que se siente orgullosa de sus orígenes, no aspira a medrar en la sociedad pero que reconoce que su honor es tan importante como el del más noble. Por ello, no duda en vengar la ofensa que se ha cometido hacia su familia y no titubea al presentar ante el rey sus argumentos en defensa de la justicia que ha administrado al capitán. Se erige, por tanto, en casi un héroe para la sociedad del siglo XVII que tantas injusticias tenía que soportar en su vida cotidiana. Por fin un personaje que le planta cara a la nobleza y que, no lo olvidemos, recibe el beneplácito del rey Felipe II cuando aparece al final de la comedia.
El producto final es impecable.Los actores juegan con la ventaja de trabajar con un texto redondo y no desmerecen en absoluto la valía de Calderón de la Barca puesto que  elegancia, mesura y perfección definen sus interpretaciones. Con una dicción impecable que presenta el verso a los oídos del público con una fluidez nítida, los intérpretes trasladan al público de inmediato a la Zalamea de Calderón. Destaca también la sencillez de la puesta en escena, no hay un decorado recargado sino que son el decorado verbal y los movimientos y cambios de posición de los actores en el escenario los que sitúan al público. He aquí una muestra más de que un texto de estas características no necesita más que un buen elenco de actores y ello no falla con esta compañía. Incluso, los actores permanecen casi siempre en el escenario, sentados en hileras de sillas mientras se va desarrollando la acción. Por otra parte, uno de los momentos más brillantes fue el largo parlamento que Isabel dedica a su padre tras haber sido deshonrada por el capitán. La actriz Eva Rufo hizo una interpretación magistral, capaz de conmover al espectador más insensible que estuviera sentado en el patio de butacas. Y es que no hay ecuación teatral más perfecta que la suma de un texto impecable más unos actores entregados, que aman su trabajo y que son capaces de captar la atención del público desde el primer verso. Desde aquí, mi más sincera enhorabuena a estos actores que quizás no son conocidos para el gran público pero que son los que ennoblecen  una profesión que cada vez está más repleta de personas sin formación y sin aptitudes que únicamente buscan el éxito de alfombras rojas o verdes, pero que no son capaces de subirse a las tablas y crear la magia que derrocha la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Estoy segura de que Calderón, allá donde esté, disfrutará con el buen hacer de esta compañía, La Compañía.

(Agradezco enormemente a Píramo la entrada a esta representación que me regaló por motivo de mi cumpleaños. Disfruté muchísimo de la representación con tu compañía).

6 comentarios:

Javier Angosto dijo...

Como diría alguno de nuestros alumnos, ahí le has "dao", Tisbe. Si es que, en realidad, el teatro es eso: un buen texto y unos buenos actores; ni más ni menos. Es ya tema recurrente en este blog, por desgracia, pero qué rabia da cuando un director o una compañía teatral se aprovechan de un texto clásico para hacer de su capa un sayo y darnos gato por liebre en aras de un supuesto "aggiornamiento" de la obra clásica.

Píramo dijo...

Presenciar una obra de la Compañía Nacional de Teatro Clásico es un privilegio como pocos. Es teatro en estado puro. El arte hecho palabra sin más aditivos. En el terreno del teatro, no hay mérito mayor que el de estos actores. Tisbe, y más que llegarán...

E. Martí dijo...

Magnífico texto. Mensaje universal y atemporal. Además, con esos actores, todo un lujo.
El pasado sábado vi: Un tranvía llamado deseo. Buena interpretación y el mensaje también busca trascender.
Encantada de saludarte

Tisbe dijo...

Javier, tienes razón en que es un tema recurrente en el blog. Espero no resultar demasiado pesada, pero seguiré defendiendo el respeto a las obras clásicas. Detesto a quienes las destrozan con el pretexto de que hay que ser "modernos". Muchas gracias por tu comentario.

Píramo, lo has definido muy bien: "teatro en estado puro". Espero y deseo que lleguen muchas más...

Esmeralda, si no has tenido ocasión de ver a estos actores te lo recomiendo. He leído que en el festival de verano de Almagro laCompañía Nacional estrenará EL PERRO DEL HORTELANO.
En cuanto a la obra que mencionas, no he tenido oportunidad de verla pero me la apunto por si se me presenta la ocasión. Muchas gracias por visitarnos.

Un saludo a todos.

Pilar dijo...

Yo también asistí, el viernes siguiente a Cambrils, acompañando a veinte alumnos de 1º de Bachillerato. Y quedaron encantados.Cuando se encuentran con exotismos como, por ejemplo, que Zalamea sea el Berlín nazi y el capitán un oficial de las SS, ad maiorem gloriam del ego del directorcito de turno, los chavales son los primeros en enojarse, en no querer entrar en ese juego. Y yo debo de andar adolescente perdida, porque tampoco.

Tisbe dijo...

Pilar, muchas gracias por tu comentario. Coincido totalmente contigo. Ojalá podamos contagiar nuestro entusiasmo por el teatro a todos nuestros alumnos.
Un saludo.