domingo, 7 de agosto de 2011

112. La canción del verano

Todo el mundo conoce el concepto de “canción del verano”: melodías ligeras y optimistas, estribillos pegadizos y letras sin demasiadas pretensiones. A la canción del verano se lo perdonamos casi todo: la banalidad de sus temas, su ingenua simplicidad, la machaconería de su estructura… Simplemente es la canción del verano y no buscamos en ella filosofía alguna, más allá del tarareo autómata, el simpático baile o la evocación amable de la vida despreocupada y ociosa que se disfruta con el ritmo deliciosamente lento y legañoso de las vacaciones.
El problema de algunos artistas es que creen que se pueden permitir el lujo de componer canciones del verano durante todo el año quizás sin ser conscientes de que fuera del género y de la estación en cuestión, termina ya la inmunidad. Es difícil comprender cómo un cantante que dedica meses a la creación de su disco, privilegio del que no todo el mundo goza para la consecución de sus objetivos profesionales, pueda presentar sus trabajos con el poco esmero con que algunos lo hacen. No me refiero ya a las melodías, que eso va a gusto del consumidor, sino a la factura de las letras. La canción es un arte emparentado con la poesía y, de hecho, la poesía, en su origen, fue canto antes que nada. Por eso, del mismo modo que a la poesía se le reclama un ritmo y una cadencia especiales engastados en el molde de la palabra, a la canción, que ya de por sí tiene congénitos el ritmo y la cadencia, debe exigírsele el cuidado de la palabra.
La lista de canciones que adolecen de esta escasa atención al cuidado de las letras podría ser larguísima. Para abreviar y, de paso, para evitar las iras de los seguidores incondicionales de algunos cantantes, señalaré sólo unos pocos ejemplos de los errores más comunes y me atendré a las canciones que he oído durante el día en que escribo este artículo.
Uno de estos errores es el de rimar como sea. El cantante necesita una palabra que rime con la última palabra del verso anterior y entonces escoge una cualquiera, aunque no venga a cuento, o una pobre palabra comodín que rompe el pretendido contenido lírico de la canción. Otra opción es cambiarle el acento a una palabra, como hace Alejandro Sanz en su canción “Mi Peter Punk”: “si no me entiendes, no te entiendo y al revés / que hay cosas que dependen del interpreté”. Alejandro decide que la palabra “intérprete” debe dejar de ser esdrújula, la convierte en una aguda pero ¡ah!, la rima le cuadra. ¿En meses de trabajo esta es la única solución que se la ha ocurrido?
Luego están las letras que no tienen sentido por más que uno se rebane los sesos en intentar encontrárselo. Ana Torroja canta en su “Habitación helada”: “Es que se te olvidó, /corazón, / tu vida no es mejor / sino yo / como un encendedor / que alumbra tu calor”. ¿Quién es mejor, ella que la vida del otro? ¿Se puede ser mejor comparándose con un mechero? ¿Se puede alumbrar el calor? No entiendo nada.
También están los que se las quieren dar de ingeniosos y se limitan a concatenar una serie de sintagmas que, mediante juegos de palabras, aspiran a la sorpresa pero cuya ligazón en el conjunto de la canción es nula. Melendi, después de unos cuantos porros, escribió esto: “Y esa Juana sin Arco / y ese Bill sin Gates / aquella foto de aquel narco que viste de beis / y esa cabaña en el lago / sé lo que hicisteis el último verano”. ¿Alguien me aclara de qué va esta canción?
Cuando uno se para a analizar la desidia con la que se trabajan las letras de las canciones hoy en día, echa la vista atrás y encuentra en las hermosas historias de la copla y del bolero el respeto hacia las palabras, que es también el respeto hacia el que las escucha. Y no es que dichos géneros ostenten el monopolio de esa virtud pero hay en ellos la mano cariñosa del artesano, que hace su labor con paciencia, incluso en verano.

4 comentarios:

Hannibal Lecter dijo...

Buenos ejemplos, en mi opinión los versos más absurdamente rimados y con una metáfora igual de nefasta son de Fito y Fitipaldis: "No quiero estrella errante/no quiero ver la aurora/ quiero mirar tus ojos del color de la CocaCola". Ahí es nada...

La de Santiago dijo...

Por alguuna estraña razón el comenatrio anterior, salió a nombre de mi marido. POr lo cual, lo firmo a posteriori.

EMILIO dijo...

Interesante todo sobre la musica me parece interesante ya que es lo más entretenido del mundo aunque mi aficion sea el flamenco esta bien escuchar diferentes tipos de musicas gracias Fernando espero que estes pasando un buen verano.
Perdona las faltas de ortografía

Píramo dijo...

Completamente de acuerdo, Núria. Fito y Fitipaldis sólo necesitan encadenar una serie de frases que aspiran a ser ingeniosas sin más. "Yo te invitaría a bailar pero es que estoy sordo de un pie". En sí no está mal la frase pero en el conjunto de la canción, no tiene sentido. Ya lo dicen: todo el mundo puede hacer versos pero o todo el mundo puede ser poeta.


Emilio, también yo deseo que estés disfrutando del verano. Y el flamenco es una música con mucho arte. Me alegro de que sepas apreciarla. Pronto te veo en septiembre. Un abrazo.