domingo, 6 de noviembre de 2011

126. Rafael Morales Barba

Rafel Morales en Cambrils
Es el año 1968. Sobre la tapia que rodea la casa situada en la calle Velintonia, número 3 de Madrid, descuella la majestuosa copa del cedro que Vicente Aleixandre ha plantado en el jardín. Dentro, el poeta sevillano ha recibido la visita de otro poeta insigne, Rafael Morales Casas.  El hijo de éste, Rafael Morales Barba, que cuenta 10 años de edad, se queda fuera y entretiene la espera de su padre jugando con los guijarros del jardín. “Al fondo, la azulada masa de la Sierra, casi vaporosa bajo un cielo de luces increíbles”.
Embebido en sus juegos infantiles, Rafael Morales Barba no sabe todavía que la vida le ha concedido bien temprano el privilegio de vivir la literatura desde dentro, hortus conclusus aquel jardín de don Vicente, cuyo oreo perfumado no dejará ya nunca de aspirar con delectación.
Y como de esas pequeñas casualidades se forjan los grandes destinos como el de Rafael Morales Barba, el poeta atiende ahora en sus versos a las pequeñas cosas como alegorías de las grandes. Y así, en su único poemario publicado hasta la fecha (exceso de celo, complejo ante la figura paterna o, sobre todo, ingente trabajo de investigador tenaz) titulado Canciones de deriva (2006), la imagen de la medusa muerta sobre el mar, “esta medusa frágil / y cuerpo cercenado, vela / profunda de hastíos transparentes”, es trasunto de su “orfandad deshojada”. Del mismo modo que una estatuilla romana hallada por el poeta casualmente en Haro, La Rioja, y que donó a los museos, le evoca el abismo del tiempo detenido sobre la figura: “Silueta y sigilo, emoción tan sencilla / me habita en el silencio que sostengo, / y en su escueto florilegio /de vendimias de barro”. Igual ocurre en su siguiente libro en ciernes, Climas,  a cuyos versos asistimos en primicia el pasado viernes en el Aula de Poesía de Cambrils. El “Valls triste”, de Sibelius, quizás una de las obras menos pretenciosas del compositor finlandés, le sirve a Rafael Morales para rendir un homenaje a esas horas de incertidumbre funámbula; una caña de pescar le sugiere la muerte si es la Parca quien “tirando de la seda acerca el Infinito”; una escalada a una montaña (nuestro poeta es aficionado a este deporte) puede ser otro símbolo ascensional como ocurre en “Crestería”; y el tema clásico de la rosa como paradigma de la caducidad de la vida es reformulado por el poeta en el que él llama su “poema largo”, imperativo éste el de la extensión, al que no pudo sustraerse tras la declaración de su maestro Claudio Rodríguez que afirmaba que un poeta no podía preciarse de serlo si nunca ha escrito un poema largo. Redimido está, pues, don Rafael, que, sin embargo, acostumbra a escribir poemas cortos, versos que en su brevedad sugieren, apuntan y en su consistencia tangencial hieren como filo. Porque la poesía de Rafael Morales es triste y melancólica, pese a que el poeta opine que “la declaración del dolor es impúdica”. Sin embargo, no rema nuestro poeta asistido por esa corriente hipócrita que él llama “prestigio de la desolación” en poesía; es más bien una incapacidad que considera en tono de chanza “patológica”. Y nosotros nos congratulamos de esa enfermedad que ahonda en el sentimiento humano y universaliza el verso.
Especial protagonismo tiene también el mar en sus poemas, como aquellos en los que rinde homenaje al Mediterráneo y desde cuya contemplación se aglutinan las honduras más profundas.
En su poesía, Rafael Morales Barba proyecta su dolor existencial sobre la naturaleza y las pequeñas cosas que le rodean en íntima complicidad. Pero con diez años, en aquel jardín de Aleixandre, todavía no sabía que “los tantanes de lo incierto” se verterían en los guijarros con los que jugaba.   

10 comentarios:

Javier Angosto dijo...

¡Qué jugosas anécdotas las que recoges en tu artículo, Píramo!
Un artículo, además, que como siempre, invita a leer al autor por ti tratado.

Tisbe dijo...

Coincido con la opinión de Javier. Te estás convirtiendo en todo un experto en poesía contemporánea. Enhorabuena por tu artículo.

Pilar Alberdi dijo...

Un buen libro garantiza una buena reseña, y una buena reseña como esta, nos invita a buscar y leer el libro.
Me lo apunto.
Saludos.

Rafael Morales dijo...

Rafael Morales Barba responde a Píramo, no sé si como Tisbe. Lo pasé muy bien en Cambrils y disfruté sinceramente. Mi libro Canciones de Deriva es inencontrable, pero Ramón García Mateos tiene uno, con tachaduras y puede prestarse. Si me escribís, os mando el original vía internet. Es raro encontrar tanta gente atenta a la poesía en un acto hoy. El público y la atención, quiero decir la intuición, de quién yo era realmente fue maravillosa. Lo digo sinceramente. Un editor, llamado Alfredo, me caló muy bien, en el mejor sentido.
Gracias por tu preocupación, atenciones y delicadas palabras. Seguro que escribes buenos poemas. Un abrazo.

E. Martí dijo...

Qué historia tan entrañable!!!
Aleixandre fue un motor importante para que yo amara la poesía. Leeré a Rafael, seguro que me conmueve.
Un abrazo

Píramo dijo...

Javier, gracias. La verdad es que el entorno literario de Rafael Morales ya lo quisiéramos para nosotros.

Tisbe, exageradísima. De hecho he podido hablar bien poco de Rafael Morales. Sus CANCIONES DE DERIVA son inencontrables porque se publicaron en Italia y con una limitada tirada. Y CLIMAS todavía no se ha publicado. El material con el que he contado ha sido prácticamente lo que el poeta pudo declarar en su lectura de Cambrils. Pero para experto en poesía contemporánea, el propio Rafael Morales:
es autor, entre otras obras de "Última poesía española" (2006), "La poesía española entre 1980 y 2005" (2008) y también "Poetas y poéticas para el siglo XXI en España" (2009).

Pilar, es mejor el libro que la reseña. Eso garantizado.

Rafael, celebro que le gustase el artículo que le dediqué, que a mí me pareció tan corto y tan parco, sobre todo en lo que respecta al análisis estrictamente literario de su obra. Pero lo hice con mucho respeto y con el desamparo del poco material del que disponía. Y también que se sintiera tan a gusto en Cambrils. Ese Alfredo debe de ser Alfredo Gavín, tan lúcido siempre en sus clarividencias. Claro que estaré encantado de que sus canciones tomen la deriva de la costa tarraconenese. Para que no se pierdan, ponga usted en la botella la dirección que le mandaré por correo electrónico. Muchas gracias por tan hermosos obsequios, el de su libro por llegar y el de su presencia en Cambrils. Reciba un saludo afectuoso.

Esmeralda, la literatura trae a veces estos encuentros mágicos, más allá del libro. Un abrazo a ti por tu fidelidad incondicional y por tu amor contagioso al verso.

Pepa Melgar dijo...

Después de leer el artículo y los comentarios siento aún más no haber podido asistir

Mariam dijo...

Las clases magistrales de Rafael Morales Barba en la Universidad Autónoma de Madrid son un regalo para el alma...¿Y qué mayor gozo para ese alma sensible que tener por profesor a un poeta?

Píramo dijo...

Mariam, eres afortunada. Disfrútalo mientras puedas. Luego uno se lacera pensando que no lo aprovechó lo suficiente. Que eso no te ocurra. Vive cada instante y guárdalo en tu corazón. Y llévalo siempre contigo. Porque no hay mayor tesoro que vivir y ser en el Arte.

Mario dijo...

Siempre busco en internet textos sobre distintas personas que me inspiran o busco el trabajo de escritores que vale la pena conocer. Por eso trato de leer mucho diariamente para ejercitar mi mente. Obviamente tambien le dedico el espacio al entretenimiento y por eso me gusta disfrutar de ver películas en mi
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