domingo, 13 de noviembre de 2011

127. La voz dormida

Desde hace unas semanas la figura de Dulce Chacón ha revivido con fuerza gracias al estreno de la película de Benito Zambrano La voz dormida, basada en la novela homónima de la escritora extremeña. La obra se inscribe dentro de la tendencia de la recuperación de la memoria histórica que tanto auge está teniendo en los últimos tiempos. En este caso, Chacón se centra en los avatares de cuatro mujeres que están presas en la madrileña cárcel de las Ventas: Hortensia, embarazada, Elvira, Tomasa y Reme;  y en la vida de Pepita, una cordobesa que no duda en trasladarse a la capital para estar cerca de su hermana Hortensia. A través de las dos hermanas, Dulce Chacón muestra la vida durante la posguerra fuera y dentro de la prisión. Así, son motivos frecuentes el miedo, la desconfianza, el dolor, el sufrimiento, la valentía, el hambre, las coacciones…
La versión cinematográfica se centra únicamente en la historia de las hermanas: Hortensia, fuerte y valiente hasta el final,  que no reniega en ningún momento de sus ideales pese a ser condenada a muerte y Pepita, temerosa e ingenua, que ayuda a su hermana desde fuera de la cárcel siendo el lazo de unión entre ella y su esposo Felipe, un militante republicano que vive escondido en el bosque. Pepita será la tabla de salvación de su hermana y gracias a los furtivos contactos que mantiene con la resistencia, conocerá al amor de su vida aunque tendrá que esperar décadas para poder vivirlo plenamente: son las otras víctimas de la contienda.
Benito Zambrano es bastante fiel al argumento de Dulce Chacón, pero inventa  episodios violentos sobre los que se incide con excesiva morbosa complacencia y  que remarcan la maldad de los vencedores: fusilamientos en los que aparecen en primer plano los cadáveres, el maltrato al que se ve sometida Pepita en Gobernación, las palizas que reciben Paulino y Felipe cuando son apresados, etc.; momentos que en la novela no son descritos con el explícito detallismo que presentan las imágenes sino insinuados, perfilados con palabras que dejan libertad al lector para imaginar. Quizá esta visión un tanto maniquea de los buenos contra los malos sea un punto en el “debe” del director pues no hay matices grises en la película a excepción de la humanidad de Mercedes, la funcionaria de la prisión.
Otro rasgo destacable es el carácter entrañable de los personajes. En la película sobresale Pepita, encarnada por la actriz María León, que tan buenas críticas está recibiendo; sin embargo, en la novela las cuatro encarceladas gozan de esta característica. El lector es capaz de sentir empatía por esas mujeres tan distintas y tan iguales a la vez, que acaban unidas por invisibles lazos  que superan la barrera del tiempo y del espacio. Detrás de cada una hay una tragedia que Dulce Chacón noveliza a partir de hechos reales sobre los que la escritora se había documentado. Página a página vamos descubriendo las  historias de Tomasa, Reme y Elvira que en la versión cinematográfica a duras penas llegan a ser esbozadas. Se entiende que el cine debe tomarse sus licencias respecto a la novela, pero esta amputación resta intensidad a la historia y merma el sentimiento de ternura que el lector acaba sintiendo por todas las encarceladas.
En definitiva, la película es un buen homenaje a la figura de la malograda Dulce Chacón, pero se pierden en ella líneas argumentales que enriquecen la obra hasta convertirla en una versión reduccionista del universo creado por la novelista.  De nuevo, la madre literaria supera a su vástaga cinematográfica y hay que leer la novela para tener una visión más acertada de las circunstancias que la autora quería reflejar. Con la película, pero sobre todo, con su libro, conseguiremos que la voz de Dulce Chacón no vuelva a quedarse dormida entre los castaños de El Torno en los que habita.

3 comentarios:

Javier Angosto dijo...

Yo en tiempos leí la novela y me gustó, pero con respecto a la película te diré que no creo que vaya a verla. Un crítico de cine que me merece toda la confianza, Celso Hoyo (tiene blog), manifestaba los mismos reparos que tú en una crítica de la película que le leí. Así es que...

Píramo dijo...

Estoy de acuerdo con Tisbe en que la película es maniquea en casi todo, hasta en la caracterización física de los personajes malos y buenos. Así la cruel funcionaria de prisiones es fea y hombruna, mientras que la mártir que muere por la República es ni más ni menos que Inma Cuesta. Daniel Holguín lo hace fatal, sin expresividad alguna. Cuando habla con su mujer tras los barrotes, parece estar de chanza, cuando la escena requiere un dramatismo mayor.También coinicido en la apreciación de Tisbe de esa recreación morbosa de las vejaciones de los encarcelados. La cinta, por otra parte, no aporta nada nuevo al género de la guerra civil. Del mismo tono, aunque mejor trabajadas, fueron "Las trece rosas" y "Salvador". La de ahora es una vuelta de tuerca más sin apenas nada nuevo que decir. En este sentido, el cine español debería reformular el tema, como ha hecho Alemania con el nazismo. De las pocas cosas que se salvan, está la interpretación de María León, que encarna fielmente el carácter entrañable de los personajes de la novela de Chacón. En fin, que como bien apostillas, Tisbe, hay que animar a leer el libro. Como casi siempre.

Tisbe dijo...

Javier, ciertamente es mejor leer la novela que ver la película, como casi siempre.
Píramo, haces un muy acertado análisis en tu comentario. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices.