domingo, 11 de diciembre de 2011

131. Ana Torrent no es Madame Bovary

La semana pasada se produjo en el Teatro Principal de Alicante el estreno nacional de Madame Bovary, la versión sobre las tablas basada en la novela homónima de Flaubert. Alguna vez hemos hablado en este mismo espacio de la actual tendencia a transmutar unos géneros artísticos en otros y del riesgo que ello supone. Quizás por eso mismo, en el cartel promocional de la obra se advierte de que se trata de “una versión libre para la escena”, como queriendo adelantarse a aquellos lectores del novelista francés que pudieran juzgar con escrupuloso celo la fidelidad al original. Sin embargo, la puesta en escena no resulta tan libre como quieren hacernos creer y esa supuesta libertad se nos antoja un pretexto poco convincente para legitimar los errores de la representación. Bien al contrario, la excesiva dependencia respecto a la novela produce situaciones forzadas que socavan la fluidez natural que debiera tener el conjunto. Un ejemplo de lo que venimos diciendo es la sustitución de elementos argumentales no representados en la escena a través de parlamentos narrativos de los propios personajes. De este modo, la representación puede realizar grandes saltos en el argumento y solucionar los vacíos con estos resúmenes narrativos a posteriori. Pero el espectador que acude a ver una obra de teatro no busca que nadie le cuente lo que puede leer en la novela, sino comprobar cómo esos personajes cobran vida con sus acciones sobre las tablas. Los saltos argumentales así suplidos nos impiden, por ejemplo, asistir al reencuentro entre Emma y León en el teatro de Ruán, tan importante desde el punto de vista dramático, y que ya se da por sentado con la narración de Emma. El público se encuentra así con situaciones ya solucionadas sin ofrecerle la delectación del proceso. También se obvian personajes simbólicos como el de Justino, cuyas apariciones tan bien medidas en la novela, son la siniestra anticipación de la muerte de Emma.
Pero el mayor error de la obra es que Ana Torrent no es Emma Bovary. No sabemos si la directora Magüi Mira ha querido ponderar el origen campesino de Emma pero, en cualquier caso, la voz brusca, autoritaria y, casi diríamos, tabernaria de la actriz en esta obra, nada tiene que ver con el anhelo de sofisticación, la sutileza y el erotismo de Emma Bovary. Del mismo modo, a Armando del Río como Rodolfo, le falta una mayor degradación moral, la del donjuán canalla, y Fernando Ramallo, como León, aunque está correcto interpretando la inseguridad y timidez de su personaje, nos parece sobreactuado. Salva los muebles Juan Fernández en el papel de Carlos Bovary, que es fiel al carácter amantísimo y abnegado del marido de Emma.
Por otro lado, la obra adolece de pausas interminables en la acción donde los personajes se recrean en escenas absolutamente triviales y prescindibles; la música de fondo es repetitiva y privaba a veces de escuchar con nitidez a los actores; y aquel desnudo gratuito de Rodolfo, junto a los inmuerables sobeteos que recibe Ana Torrent, seguramente querían incidir en el carácter erótico del libro, aunque Flaubert, con mejor gusto, apenas lo insinúa, porque el erotismo jamás está en lo explícito.
Más allá de la obra de teatro en cuestión, el personaje de Flaubert sigue generando controversia entre los que piensan que Emma es una mujer superficial y caprichosa que justifica el adulterio y su mera vocación sexual a través de su patológica insatisfacción vital; o aquellos que quieren reivindicar la figura de la mujer libre, que supera los prejuicios sociales y que se toman muy en serio el vacío existencial de Emma resumida en aquel pasaje de la novela: “¡Todo mentira! Cada sonrisa disimulaba un bostezo de aburrimiento, cada goce una maldición, todo placer su saciedad, y los mejores besos no dejaban en los labios más que un irrealizable anhelo de una voluptuosidad más alta”. Juzguen ustedes la Emma por la que toman partido pero, esta vez, háganlo mejor leyendo la novela.

5 comentarios:

E. Martí dijo...

Una pena que la maravillosa actriz que conocimos en El nido del cuco, Ana Torrent, no haya sabido representar a Mme Bovary. Supongo que es difícil caracterizar esta figura, pero mira, recuerdo cómo supieron encontrar actrices que representaran a la Regenta, personaje que goza de gran parecido con la heroína de Flaubert.
Invito a la lectura de esta gran obra , surgida, curiosamente, a partir de un suceso real: la historia de un antiguo alumno del padre de Flaubert, médico de profesión, cuya mujer, infiel, se había envenenado, hecho que le causó al doctor, la muerte por amor.
Esta obra, surge, después de la Tentación de San Antonio, considerada demasiado lírica, por los críticos.
Imposible recrear en el teatro esos detalles descriptivos de la obra de Flaubert: la boda en el campo, la inauguración del Comicio Agrícola...
"Mme Bovary c'est moi" decía Flaubert. Su heroína fue un tipo universal. Volvamos a la relectura de la obra. Navidades puede ser una buena época.
Gracias por el post.
Abrazos cordiales.

Javier Angosto dijo...

No son pocas -y todas bien argumentadas- las objeciones que le pones a esta versión teatral. Lo cierto es que las críticas que he leído tampoco le son favorables.
Al hilo de lo que apunta E.Martí, quizá lo que sucede es lo que decía aquél: que lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible...

Pilar dijo...

Completamente de acuerdo, como ya sabes. De los seis que íbamos, estábamos pendientes de la obra para comparar con la novela las tres que la habíamos leído. Los demás se aburrieron hasta el sueño con las pausas interminables y la falta de ritomo, y no entendían que una mujer tan áspera, fea y mal vestida, despertase semejantes pasiones. No acertaron con la actriz, no acertaron con el tono ni lograron hacer la obra verosímil. En cuanto a las críticas, creo que la del Información sí fue positiva, lo que me sorprendió.

Tisbe dijo...

Tienes razón en todo lo que apuntas, Píramo. La representación no brilla por su calidad. Se nos ofrece una imagen de Emma que dista mucho de la protagonista de Flaubert. La elección de la actriz, con todos mis respetos a la intérprete, no ha sido la más adecuada.
Esperemos que la próxima obra que veamos no nos deje un regusto tan amargo.

Píramo dijo...

Esmeralda, gracias por la información complementaria, tan interesante, que nos aportas. Respecto a la transmutación de un género a otro, yo entiendo que deban permitirse licencias. Pasa como con las adaptaciones cinematográficas de novelas. Uno no puede juzgar la película en función del libro porque los moldes son distintos y tienen sus propias leyes. Pero se espera que se conserve el espíritu, al menos.

Javier, el problema es que a veces las cosas sí pueden ser y sí son posibles, pero hay que ser cuidadosos y rigurosos. Pero tienes razón. Cada mochuelo a su olivo. Yo creo que la transmutación de géneros no es más que un claro indicio de la falta de imaginación actual. Ni los guionistas del cine ni los directores teatrales son capaces de inventar algo nuevo y acuden a la literatura para sus temas, lo que indica, a su vez, el gran filón que supone ésta para las otras artes y la buena salud de la que goza. El problema es que el público, conociendo (o quizás no) este fenómeno sigue prefiriendo las versiones en lugar del libro.

Pilar, el diario Información, en realidad, se limitó a hacer un resumen del argumento y una breve semblanza sobre el personaje de Flaubert pero no entró en detalles de la representación propiamente dicha. Sí dijo que "no naufragó" pese a la lluvia del viernes en Alicante. Y para esto debió basarse en el aplauso del público, que últimamente lo ovaciona todo, sin criterio, como si tuvieran que justificar el precio pagado por la butaca autoconvenciéndose con el aplauso. Hay obras para abuchear donde el público se pone en pie para lanzar los "bravos" y te juro que no lo entiendo. Pasó con la infame "Romeo y Julieta", de hace unos años.

Tisbe, no sólo la actriz, sino el ritmo, las elisiones, muchas cosas. Yo habría puesto de Madame Bovary a una Silvia Abascal o la chica mala (no sé cómo se llama) de "Águila Roja". Pero Ana Torrent, que habrá realizado con éxito muchas otras interpretaciones no es, como digo en el título, Emma Bovary. Gracias por otra velada de teatro. A ver la siguiente qué tal.