domingo, 8 de enero de 2012

135. Jane Eyre

Hasta hace escasos días la película Jane Eyre había ocupado un puesto humilde en nuestras carteleras. Nunca se proyectó en las mayores y mejores salas; a la semana ya había reducido su horario de forma considerable; y un día, sin que nadie notase su falta, su nombre se apagó de los paneles luminosos. Yo aún pude ofrecerle la extremaunción cuando ya languidecía en un vetusto cine a pie de calle, de aquellos de toda la vida, sentado en una vieja butaca que exhibía los muñones de unos brazos mutilados por la lepra del tiempo.
En esto, la película se ha comportado igual que el personaje que le da título. Jane Eyre recorre las páginas de la novela de Charlotte Brontë con la humildad abnegada de los grandes héroes. La enorme riqueza interior de la que nos dan cuenta los pensamientos de Jane a través de su narración en primera persona, contrasta con la absoluta indiferencia y desprecio con que es tratada durante la mayoría de etapas de su vida. Su familia adoptiva la acoge como una carga y como tal la humillan y denigran; en el internado de Lowood sufre la tiranía de algunas de las maestras; y, ya adulta, como institutriz, debe soportar las observaciones clasistas de las personas de mayor rango social que ella. Sin embargo, todo lo sobrelleva con la dignidad de los justos y la sólida convicción de su proceder sin tacha. La supervivencia de Jane, pues, se cifra en la fortaleza de su moral, en su sentido de la justicia y, sobre todo, en actuar siempre de acuerdo con su conciencia, hasta edificar una vida sin fisuras en lo ético donde nada puede reprocharse a sí misma. Este diálogo entre las circunstancias externas y el mundo interior de la protagonista, es uno de los grandes atractivos de la novela, que queda diluido en la película al ser narrada ésta desde fuera; ni siquiera aparece una “voz en off” que pudiera haber compensado esta carencia pero no es algo que tengamos que poner en el “debe” del director porque probablemente tampoco hubiera sido la solución más acertada.
Por lo demás, la película es perfecta tanto en la caracterización de los personajes como en la ambientación. El modelo narrativo del inicio, mediante saltos temporales que agilizan largos pasajes argumentales de la novela, es una fórmula correcta para ajustar la trama al molde de las casi 2 horas de duración de la cinta. Si acaso, hubiéramos preferido que el enamoramiento de Jane y el Sr. Rochester se hubiera madurado con más paciencia. Aspecto éste, el de las transiciones argumentales, que es mal endémico del cine actual. La película, además, interpreta erróneamente (o versiona libremente) algunos diálogos entre Jane y el Sr. Rochester, que en la novela desprenden un sabrosísimo aroma a batalla dialéctica, de tono ligero y deliciosamente impertinente, y que en la película se tiñen de una gravedad melodramática que la autora no deseó incorporar salvo en contadas ocasiones. Desaparece de la película cualquier atisbo del contenido religioso del libro. Éste llega en la novela hasta la mojigatería misma pero no para comulgar con ella, sino para poner en entredicho el seguimiento a ultranza del puritanismo victoriano y ponerle el límite allá donde las libertades individuales se resienten o donde se constriñen sentimientos altos como el amor entre un hombre y una mujer. Por ello, Jane rechaza acompañar como esposa misionera a St.John.
La novela es un relato edificante respecto a la entereza moral. Aplaudidos el incivismo y el comportamiento deshonesto en virtud de la simpatía que siempre nos ha producido el personaje pícaro, defendemos, con Jane Eyre, la rectitud ética, cuyos depositarios, esos sí,  son los verdaderos héroes de nuestro siglo. Porque son admirables. Y porque son raros.




















  • La foto que encabeza el artículo corresponde a una edición de Penguin Classics de Jane Eyre. El retrato que figura en la portada es de la propia autora Charlotte Brontë. Y es que Jane Eyre es un trasunto clarísimo de la biografía de Brontë. Para un resumen de las concomitancias entre el personaje y su autora, recomiendo la edición de Cátedra de María José Coperías, con una magnífica traducción de la novela a cargo de Elizabeth Power.
  • La foto que cierra el artículo es el cartel de la reciente versión cinematográfica.

3 comentarios:

Javier Angosto dijo...

Me ha gustado mucho tu artículo (especialmente el arranque).
Feliz 2012 para ti y para Tisbe y para todos los lectores del blog.

Tisbe dijo...

La película me gustó bastante. Quizás faltó un poco más de desarrollo en la fase del enamoramiento. En cualquier caso, es una de las novelas que más me ha gustado de las que he leído últimamente. Vuelvo a recomendar, como casi siempre, leerla antes de ver la película.
Píramo, fue un placer compartir esta película contigo en un cine "ochentero".

Píramo dijo...

Javier, respecto al arranque (que celebro que te haya gustado), debo decirte que ver la película en un cine de segunda fue una experiencia con un tremendo encanto. Y esta película en concreto pedía a voces verla en un cine de esas características: por la escasa atención que ha recibido por parte del público y porque ese cine era, simplemente, Jane Eyre.

Tisbe, me encanta que disfrutes con los libros. Totalmente de acuerdo contigo sobre la prevalencia de la lectura sobre la película. A mí también me gustó la velada. Tuvo algo de la magia del reencuentro. La próxima vez quiero ir al mismo cine a ver una peli muy muy mala.