martes, 20 de noviembre de 2012

182. La loba




Nuria Espert es una mujer de teatro. Buena prueba de ello es que continúa de gira con su nueva aventura dramática: La loba, de Lillian Hellman. Esta pieza se presenta como una radiografía de los comerciantes americanos- los Hubbard- que, después de la Guerra de Secesión, exprimieron a sus trabajadores negros y se aprovecharon de la decadencia de la clase noble, que vio cómo estos nuevos ricos se  apoderaban de sus posesiones e, incluso, de sus ilusiones. La obsesión de los hermanos Hubbard por aumentar su riqueza les llevará a romper los lazos familiares que les unen. Sienten por el dinero una adoración tal que les conducirá a traicionarse los unos a los otros. Los Hubbard se presentan, por tanto, como modelo de la degeneración moral de esta clase social, como el germen incipiente del nacimiento del capitalismo y su feroz negación de los derechos de la clase obrera.
En esta carrera hacia la riqueza, destaca la hermana mayor, Regina Hiddens, una mujer sin escrúpulos que antepondrá su codicia y su deseo de seguir medrando en la escala social incluso al amor de su hija y a la vida de su esposo. Nada ni nadie podrán impedir que logre sus anhelos aunque para ello se condene a la más absoluta soledad. Podría verse en este personaje un gran drama, el de una mujer condenada a vivir en una pequeña ciudad con un marido al que no ama y rodeada de hermanos de los que no se puede fiar pues compiten con ella en codicia y ambición. Personalmente, considero que este personaje es bastante plano a lo largo de la obra. Desde el principio hasta el desenlace no experimenta cambio alguno, sigue siendo igual de malvada y, excepto un minúsculo atisbo de arrepentimiento cuando fallece su esposo, no hay en ella ningún dilema moral a la hora de llevar a cabo sus proyectos.
En mi opinión, el gran drama viene de la mano de los personajes secundarios como la criada, paradigma de la situación denigrante que viven las personas de color, y la cuñada de Regina, una mujer perteneciente a la nobleza arruinada que se casó con uno de los hermanos Hubbard pensando que era el amor lo que les unía, cuando el verdadero motivo eran las posesiones que tenía su familia y de las que se apoderaron los Hubbard. Es una mujer anulada por completo que se siente asfixiada en una jaula de oro, sin derecho para opinar pero con obligación de obedecer.
El elenco de actores está encabezado por Nuria Espert, quien, si se me permite la expresión, hace una interpretación algo achacosa. Recuerdo que en su anterior espectáculo, La violación de Lucrecia, su desenvoltura en las tablas fue sublime. Su actuación quedó grabada en mi alma como una de las mejores que he tenido oportunidad de presenciar. Por ello, a medida que iba avanzando la acción fui sintiendo una pequeña desazón, ¿qué le pasa a Nuria Espert?, ¿dónde está su fuerza interpretativa? En ocasiones le faltaba brío al hablar y se le notaba algo cansada al subir las escaleras. La elección de esta gran actriz como protagonista, obliga a elevar la edad del resto del reparto. Quizás este hecho reste algo de credibilidad a la acción, pues no es demasiado verosímil que una señora de una considerable edad tenga anhelos de marcharse a vivir a Chicago, cual jovencita obnubilada por el brillo de la gran ciudad. Tampoco en La violación de Lucrecia la edad del personaje estaba en consonancia con la de la intérprete, pero esto no suponía ningún impedimento para la verosimilitud porque por encima de todo relucía la brillante actuación de la actriz. Era la sublimación de la palabra en estado puro, el teatro en mayúsculas con el maravilloso texto de William Shakespeare.
No es mi intención minusvalorar el trabajo de estos actores. Sus actuaciones son correctas, por supuesto, pero me quedó ese sabor agridulce al ver a Nuria Espert, una loba con poca garra en esta ocasión. Esperemos que su aullido resurja con mucha fuerza en su próximo espectáculo y que renazca, cual Ave Fénix, esa magia interpretativa de la que hizo gala en La violación de Lucrecia, un maravilloso y ya inolvidable regalo para los amantes del teatro. 


3 comentarios:

Píramo dijo...

Me gusta la expresión "actuación achacosa" que utiliza Tisbe para referirse a Nuria Espert en esta obra. Y tiene toda la razón. Hay algo en las ínfulas de la Espert que empieza a disgustarme. Respeto muchísimo a la actriz pero no entiendo cosas como que el precio de las obras que llegan a Alicante y en las que trabaja ella siempre sea superior al de cualquier otra obra. Imagino que esto pasa igual en el resto de teatros españoles. Igual que me molesta que en el cartel promocional de la obra rece: "Nuria Espert y..." y a continuación aparezca el listado del resto de actores. Es como decir: "Nuria Espert y los otros". Como si el resto del elenco no importase. Como dama del teatro que es, debiera negarse a tales privilegios por encima de sus compañeros de tablas. Diga lo que diga el imperativo del "marketing", hay un imperativo moral relacionado con el compañerismo y el trabajo en equipo sobre un escenario.
Dicho esto, LA LOBA es una obra correcta sin más. Como preludio del capitalismo y del poder del dinero como tema central no está mal pero no es una obra memorable. Y, como apunta Tisbe, Nuria Espert, que es la gran atracción, decepciona bastante. Nada que ver con LA VIOLACIÓN DE LUCRECIA, maravilla destinada a fijarse en los anales de la gloria teatral.
Muy de acuerdo en la importancia de los personajes secundarios y en la inverosimilitud que supone un reparto de tanta edad (otra concesión a la Espert que avisa de los peligros de subordinar un texto y una "performance" teatral al actor o actriz estrellas de turno). Estupenda reseña, Tisbe.

Tisbe dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo, Píramo. Nadie duda de que la magnífica trayectoria profesional de Nuria Espert avala el lugar que ocupa en la escena española, pero sí es cierto que parece rodearle un cierto halo de diva que no me parece del todo acertado.
Por otra parte, LA VIOLACIÓN DE LUCRECIA ha quedado fijada en mi memoria como una de las mejores representaciones a las que he tenido la oportunidad de asistir, pero LA LOBA, como tú dices, no deja de ser correcta sin más.
Muchas gracias por tu comentario y por tus ánimos.

Érie Bernal dijo...

Ains pues que pena... Vi un reportaje sobre la obra y me pareció una de esas obras que no te puedes perder. Me has dejado con el corazón partío... :-(. Buena entrada, Tisbe.