domingo, 13 de enero de 2013

190. Yerma





Yerma, estrenada en el Teatro Español de Madrid hace casi ochenta años, está de gira por toda España de la mano del director Miguel Narros. Como es sabido, se trata de la segunda parte de la trilogía dramática de la tierra española que Federico García Lorca no pudo completar y que había iniciado con Bodas de sangre. Al componer esta pieza, el propio Lorca señaló su intención de recuperar la tragedia clásica, a la manera griega, y así no faltan la heroína- una joven casada con un hombre al que no ama-,  el destino aciago contra el que lucha desesperadamente -su infertilidad- y el inevitable final trágico; un esquema que se completa con la presencia del coro -las lavanderas- que como ocurría en la tragedia clásica, tiene la función de ir dando cuenta del cariz que van tomando los acontecimientos.

Parafraseando las palabras de Lorca, en Yerma no hay un argumento sino más bien el desarrollo de un carácter. Los espectadores asistimos a la transformación de la protagonista, una mujer que tras dos años y veinte días de matrimonio no consigue concebir un hijo, hecho que va minando su moral y que la conduce a un proceso de enajenación a medida que pasa el tiempo. Su optimismo inicial se transforma en una desesperación absoluta que la conduce a aceptar remedios de curanderas y romerías en la que se funden los elementos paganos y cristianos.

En esta ocasión es la actriz Silvia Marsó quien da vida a la nueva Yerma. Su interpretación comienza siendo algo fría, carente de intensidad en algunos momentos, mas a medida que avanza la tragedia aparece el espíritu de la verdadera Yerma, de la mujer que encarna uno de los más terribles dramas femeninos: la imposibilidad de concebir hijos en un marco social en el que se espera de la mujer dicha función. A esta tragedia se suma la frustración erótica de la protagonista, leit motiv constante en el teatro lorquiano. Recordemos que el matrimonio de Yerma no está sustentado en el amor, un elemento que la joven considera fundamental para engendrar una nueva vida. Se siente, por tanto, una mujer incompleta y prueba de ello es su pérdida de feminidad a lo largo de la obra. Este sentimiento de asfixia vital que experimenta la protagonista es interpretado magníficamente por la actriz barcelonesa. Preciosos son los monólogos en los que se evidencia su desesperación, una enajenación que la conduce a envidiar, incluso, a la mismísima naturaleza que constantemente le da muestras de su desbordante fecundidad. Por otra parte, destaca el empleo simbólico del agua como elemento fundamental de la escenografía. Son muchos los momentos en que los actores mojan sus pies en ella, un agua que puede ser símbolo de fecundidad y de libertad pero también de muerte cuando está estancada. Asimismo, luce bastante la escena de las lavanderas, unas muchachas que, además de lavar la ropa airean los trapos sucios de la pobre Yerma. Gracias a sus conversaciones, que sustituyen pasajes omitidos de la trama, los espectadores conocemos el avanzado estado de desesperación que sufre la protagonista. Aunque flojea la interpretación de alguna de estas actrices corales, en conjunto, presentan una escena muy aceptable.

 El momento final en el que Yerma acaba estrangulando con sus propias manos a su esposo Juan, es un trallazo sobrecogedor que no podrá borrarse ya de nuestro imaginario teatral.

En definitiva, Lorca renace con fuerza con este nuevo espectáculo con el que se nos brinda la oportunidad de disfrutar de la magia poética de su palabra y de empatizar con la tragedia humana de la frustración vital. Que cunda el ejemplo y desfilen por las tablas españolas las Adelas, Yermas, Marianas y tantas otras para mayor gloria de nuestro inolvidable Federico.

 



6 comentarios:

Javier Angosto dijo...

Tu análisis de "Yerma", Tisbe, es magnífico.
Qué fuerza tienen los personajes femeninos de Lorca. Y, por desgracia, qué vigencia en algunos casos. Hace dos o tres años, llevamos a los alumnos a Castellón a ver una representación de "La casa de Bernarda Alba". A un compañero mío, unas alumnas magrebíes le comentaron que se sentían muy identificadas en lo que a la opresión de la mujer se refiere.

E. Martí dijo...

Tomo nota para la próxima visita a Madrid. Es una suerte que los clásicos siguen teniendo interés para autores y público.
Gracias por tenernos al día.
Abrazos

Píramo dijo...

Coincido con Javier en lo atinado del análisis de Tisbe. Añadiré que el gusto de Lorca por lo fusión de lo cristiano y lo pagano que aparece en "Yerma", viene de lejos. En sus discursos sobre el "duende", Lorca gustaba de hallar reminiscencias en los pueblos ancestrales que habitaron Andalucía, como los tartesos. De esa manera sublimaba el folklorismo y eliminaba su carácter limitador, preñado de lugares comunes, hasta hacerlo enraizar en la noche de los tiempos. Como no pudo sustraerse a su educación cristiana, el resultado es esa fusión ritual tan atractiva, mágica y misteriosa, que en "Yerma" tiene su máxima exprsión en la onírica escena de la romería. Tisbe, has hecho una estupenda e ilustradora reseña.

Ramón García Mateos dijo...

Muy acertada la reseña de Beatriz. Yo vi otra versión de Miguel Narros en 1998 en el teatro Goya de Barcelona, producida por el CAT (Centro Andaluz de Teatro), con Amparo Marín en el papel de Yerma. Respetaba el espíritu lorquiano y la recuerdo con agrado. Excelente la música del maestro Morente y la voz límpida de una jovencísima Estrella.
Lorca, siempre Lorca.

Mari Carmen Pidal dijo...

Bea, me ha gustado mucho tu crítica. Creo que Lorca expresó muy bien el sentimiento de frustación de la mujer y el momento del asesinato es sobrecogedor e incluso inesperado.

Tisbe dijo...

Muchas gracias, Javier. Es una lástima que todavía haya mujeres que se puedan sentir identificadas con la situación planteada en LA CASA DE BERMARDA ALBA. Lorca tiene una sensibilidad muy especial para caracterizar a la mujer y, en general, para plasmar el sufrimiento del ser humano.
Esmeralda, espero que tengas ocasión de ver esta nueva versión. Suelo sentir una gran alegría cuando se representa una obra de un autor clásico y el teatro se llena. Somos muchos los que disfrutamos con ellos. Gracias por tu comentario.
Píramo, Lorca siempre pretendió huir de los lugares comunes del folklore. Su intención era ir mucho más allá tal y como tú apuntas. Muchas gracias por tus palabras.
Gracias, Ramón. Esta nueva versión también cuenta con la música de Morente. Considero que es todo un acierto. Esperemos que haya más compañías que sigan recordando al genial e inigualable Lorca.
Gracias, Mari. Coincido totalmente contigo. El desenlace es sorprendente e impactante y verlo representado es mucho más sobrecogedor. Por otra parte, considero que Lorca tiene una capacidad prodigiosa para mostrar la frustración del ser humano, de cualquier índole.