lunes, 9 de septiembre de 2013

221. Charnegos literarios


 
El diccionario de la RAE define “charnego” como el vocablo despectivo que designa al “inmigrante de una región española de habla no catalana”. Por su parte, el diccionario del Institut d’Estudis Catalans, también mantiene el cariz despreciativo del término como el “inmigrante castellanoparlante residente en Cataluña”. En ambos casos, se hace hincapié en el aspecto lingüístico. Sin embargo, esta palabra no siempre redujo su significado al tema idiomático sino más bien a los grupos sociales de inmigrantes sin otra característica más que su falta de adaptación o su comportamiento incívico. Algo antes, incluso, se aplicó el término a los hijos de una persona catalana y otra no catalana, especialmente francesa que, de hecho, es la primera acepción que recoge el diccionario catalán de marras. Según el gran etimologista Joan Coromines, la palabra procede de “lucharniego”, perro adiestrado para cazar de noche. Hay quien apunta a la falta de pedigrí de estos animales para explicar el uso de “charnego” aplicado a los catalanes que no son de pura cepa.

La figura del charnego en el ámbito literario no ha tenido mejor suerte que en los diccionarios. Terenci Moix, en su novela El día que murió Marilyn, pone en boca de uno de sus personajes, Amèlia, el siguiente comentario: “Antes de la guerra, Bruno, nuestra calle no era tan chabacana como ahora, con lo sucia que se ha vuelto, llena de xarnegos, mujeres de mala vida y tabernas de borrachos”. Y más adelante: “la purria subiría por el Distrito Quinto, mientras nosotros escapábamos hacia los barrios más elegantes, hacia una Barcelona residencial, recién construida, en la parte alta, donde los “xarnegos” tenían mucho dinero, estaban bien alimentados, no soltaban tacos y se les podía tratar. Pero, ¿quién iba a pensar que al dejar nosotros la calle la invadiría aquella gentuza grasienta, llena de piojos y sin pizca de modales?”

Por su parte, Juan Marsé, en Últimas tardes con Teresa, crea el inolvidable personaje de Manolo, el Pijoaparte, un rudo charnego murciano, medio analfabeto, que trata de medrar.

Soy admirador de Terenci Moix y de Juan Marsé. Del primero me deslumbró la maravillosa No digas que fue un sueño y de Marsé lo he leído prácticamente todo. Probablemente ambos trataron en sus novelas de reflejar una realidad social que, efectivamente existió. Y quiero pensar también que ninguno de los dos creyera que todos los inmigrantes del resto de España que acabaron en Cataluña fueran como los describe la tal Amèlia. Más bien al contrario, creo que ambos escritores pretendían censurar a una parte de la burguesía catalana que, como en el caso de Teresa, jugaba al marxismo, a la revolución y a la justicia social, eso sí, desde sus palacetes de Sant Gervasi. Pero sí me habría gustado que en sus novelas también hubiera aparecido la otra cara del inmigrante. La de aquellos que también levantaron Cataluña con esfuerzo, respeto, civismo y humildad; la de aquellos que se desvivieron por darles una formación y un futuro a sus hijos; la de estos hijos que ahora son ciudadanos catalanes (o eso creían) y que, por el daño de otros, han tenido que conformarse con una patria chica en las lindes de su barrio de periferia, ni catalanes ni andaluces ni extremeños, ni nada. Falta la novela que dignifique al charnego, empezando por la eliminación de este término denigrante y peyorativo, por mucho que se lo aplique a sí mismo Carod Rovira (de padre aragonés) para ganarle adeptos a su causa.  Y esta novela tiene que escribirla un catalán castellanoparlante, aunque a algunos les cueste aceptar que ambos conceptos son perfectamente compatibles. Y esta novela llegará. Y será himno.

 A mis padres, mi única patria.

6 comentarios:

M.Cortés dijo...

Soy pesimista con respecto a esa creación literaria que auguras para dignificar la figura del "charnego". Se me ocurre que podría ser una novela-saga en donde la última generación termina participando en la cadena humana de la Diada y quemando la foto en blanco y negro de sus antepasados.

Manuel Martin Torres dijo...

En estos tiempos donde se llena de la boca de palabras como libertades, opresión y respeto por una identidad, deberían mirarse primero en el ombligo para darse cuenta decir lo que dicen, que tal vez ellos primero de todo deberían cundir con el ejemplo. Magnífico articulo de mi gran AMIGO FERNANDO, me ha emocionado y me ha llegado muy dentro porque me siento como él. Muchas gracias Nando por esta reflexión. Orgulloso de ser lo que soy. Vaya también este reconocimiento para mis padres "charnegos" honrados y muy trabajadores.

Tisbe dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con la idea que defiendes en el artículo. Basta ya de menospreciar a las personas que llegaron a Cataluña para labrarse un futuro con la inmensa congoja de dejar atrás unas raíces que son tan respetables como las catalanas.
Te animo también a que cumplas cuanto antes tu promesa.

Lula Fortune dijo...

Me enamoré de Pijoaparte hace mucho tiempo. No sabía por aquel entonces el significado de "charnego", aunque vivía en Cataluña, hija de catalán y gallega. Sí que recuerdo algún comentario despectivo de mis compañeras de colegio, pero eran niñas repelentes y se lo he perdonado. Quizás por eso, por haberme criado en Cataluña, vivir ahora en Galicia y hablar castellano, tengo una aversión visceral a las patrias y a las banderas, a todas. Me quedo con las personas. Y algún que otro personaje de ficción. Precioso post. Un saludo.

Píramo dijo...

Marcelino, me temo que has dado en el clavo. De todos los nuevos nacionalistas los peores son los que reniegan de sus padres, los que buscan un compadreo rastrero con los independentistas para "integrarse" y chapurrean el catalán que da vergüenza ajena.

Manolo, sabía que te sentirías identificado con el artículo, como tantas otras personas. Gracias por tu apoyo, sobre todo teniendo en cuenta los tiempos que corren.

Tisbe, ardua promesa. Pero promesa. Gracias por tu apoyo incondicional.

Lula, "Últimas tardes con Teresa" es una grandísima novela. No quisiera que mi artículo pudiera condicionar su recuerdo o una posible relectura. Y qué gran apostilla con la que terminas tu comentario: las personas antes que las banderas. Gracias por tus palabras.

Anónimo dijo...

Sóc català i ara mateix independentista, no per ideologia, ja que l'independentisme no és ideologia, sinó una urgència per sortir d'una casa que no t'estima. Aclarit això, vull comentar que s'ha vessat molta tinta ja sobre el tema, no podem oblidar "Els altres catalans" de Paco Candel o "Les dues catalunyes" d'Àngel Carmona. Darrerament, Javier Cercas crea un protagonista "xarnego" a "Las leyes de la frontera". I sí, jo fa ja molts anys que vaig plegar de dir la paraula "xarnego". Tampoc dic "negre" en l'accepció despectiva, ni "moro". Una abraçada, Fernando, d'un company de taula al premi Planeta.