miércoles, 22 de noviembre de 2017

383. La comedia de las mentiras



Asistir al Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida es una de esas experiencias que todo amante de la literatura tendría que incluir en su lista de “teatros imprescindibles que visitar antes de morir”. Afortunadamente, años ha que visité la capital extremeña y disfruté como una auténtica romana de la calidad y de la magia que desprende ese maravilloso teatro, testigo mudo de comedias y de tragedias que actualmente siguen interesando al público. Ahora parece que los astros se han alineado a nuestro favor, pues recorre los escenarios españoles una de las comedias que más éxito ha cosechado en la reciente 63 edición del citado festival. Se trata de La comedia de las mentiras, de Pep Antón Gómez y Sergi Pompermayer quienes inspirándose en las obras de Plauto nos presentan su particular homenaje al gran comediógrafo latino. Éste cultivó fundamentalmente la fabula palliata, piezas con acción, personajes y vestimenta griegos en las que hacía uso de la contaminatio, esto es, la refundición de varias obras griegas dotándolas de su personal toque romano. Del mismo modo, este nuevo espectáculo se sitúa en Atenas, si bien la estética está inspirada en los años 60. Los dramaturgos presentan su peculiar contaminatio, aunque más bien centrándose en la tipología de los personajes plautinos que en argumentos concretos de sus comedias.
La acción gira en torno a los problemas de dos jóvenes, Hipólita y Leónidas, que para lograr el éxito amoroso recurren a la inestimable ayuda de su criado Calidoro. Éste pergeña mentiras que se van enredando con más embustes, engaños y disparates hasta lograr los objetivos de los hermanos. Es, en definitiva, una reivindicación de la mentira como salvadora del orden social.
Como ya se ha señalado, los personajes intentan ser fieles a los esquemas de Plauto, pero en ellos hay una vuelta de tuerca más que los acerca al público actual.
Calidoro, el ingenioso esclavo interpretado por Pepón Nieto, aparece caracterizado como un servicial mayordomo que, guiado por el cariño que les tiene a sus jóvenes amos, accede a ayudarlos aunque ello suponga el esfuerzo y el problema de hilar un embuste tras otro. Nieto hace gala de una gran bis cómica y lleva el peso de la representación con una naturalidad digna de elogio. Ahora bien, si los esclavos de Plauto suelen urdir sus planes con antelación, Calidoro va improvisando a medida que la acción se va embrollando. El principal personaje al que debe engañar es Cántara, la tía soltera de los jóvenes a quien su padre –un avaro comerciante- ha dejado a cargo de sus hijos. Presenta rasgos de las matronas romanas, pero predomina en ella la frustración por haber sido abandonada por su amado hace cuarenta años. No obstante, acaba cayendo en las garras del deseo y evoluciona radicalmente desde un recatamiento absoluto hasta una exaltación del carpe diem. María Barranco da vida a este personaje que intercala una reivindicación feminista en las antípodas de Plauto.
Hipólita, personaje muy alejado del catálogo plautino, es antipática, borde, dada al manejo del insulto, controladora y caprichosa.  Angy Fernández, con gran gracejo, encarna a esta joven que impone su voluntad a su querido Tíndaro, fiel enamorado de ella que se caracteriza por su platonismo, su facilidad para el desmayo y una especie de atontamiento que encaja perfectamente en el registro interpretativo del divertido Canco Rodríguez.
Leónidas, hermano de Hipólita, también lucha por su amor hacia la meretriz Gimnasia, quien ha sido vendida a otro hombre. Cegado por un ardoroso amor, la rapta y la esconde en su casa. La interpretación de Raúl Jiménez queda eclipsada por la de Marta Guerreras, que presenta a una prostituta que nos recuerda a las ninis que desfilan –tristemente- por la televisión actual. Especialmente brillante es el monólogo en el que defiende la dignidad del oficio más antiguo del mundo.
Por último, no podía faltar el personaje del miles gloriosus. Pacp Tous interpreta a Degollus, militar que ha pagado por Gimnasia. Se presenta en casa de Cántara  reclamando su compra, mas toda su cólera desaparece cuando descubre que la solterona tía es su amor de antaño. A partir de ahí, se transforma en un inmaduro que confiesa haber huido por miedo al compromiso.
Todo ello salpicado de juegos de palabras, picardías, equívocos, chistes, hijos perdidos, canciones, piratas, poemas de Safo y mentiras, muchas mentiras que encaminan la comedia hacia un desenlace feliz.

Recordemos que la principal finalidad de Plauto era hacer reír al público con asuntos extraídos de la cotidianeidad, alejados de la solemnidad de la tragedia. Pues he aquí una obra que cumple con ese primordial objetivo plautino. La risa y la carcajada están aseguradas. ¡Les prometo que no miento! 

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