lunes, 7 de diciembre de 2020

510. Yo soy sintomático

 


Tal vez lo peor que pueda decirse de un libro tras su lectura es que el estado anímico del lector haya sido desplazado al limbo de los asintomáticos. Pero no hablo de esos asintomáticos a los que una PCR literaria demostrará luego que el virus sí había sido inoculado y que sus efectos llegarán con cierta demora. No. Me refiero al asintomático de verdad, aquel que tras la lectura no va a dar positivo jamás del libro en cuestión ya sea porque la carga vírica de las palabras daba risa a los exigentes leucocitos, ya porque estaba escrito con la asepsia de una luz fluorescente de sala de espera para la espera de algo que nunca llega.

Pues bien, Dicen los síntomas, el último libro de Bárbara Blasco, ganadora para más señas del recientemente fallado Premio Tusquets de novela, ha obrado en mí toda una septicemia. Lo dicen los síntomas: adicción desde la primera página, síndrome de abstinencia una vez concluido el libro y, sobre todo, un poso de grisura, melancolía, aprensión por la vida y acíbar en la mirada.

Virginia, la protagonista de la novela, aguarda la muerte de su padre comatoso en el hospital, y en aquel cuarto de tiempo detenido se hace balance de las relaciones familiares, con sus secretos desvelados, y de las frustraciones existenciales en que la vida y sus promesas han devenido. Uno de los méritos del libro es la construcción de su protagonista: Virginia tiene una voz propia, reconocible si nos la topáramos en otra novela, bien amasada en el obrador de la tahona literaria, tan real como la vida misma, tanto que importan más sus aristas, sus perfiles de sombra, sus incertidumbres y contradicciones. ¿Acaso no es eso la vida? No tal vez para esa gente que lo tiene todo claro y cuya biografía se desliza con la precisión de un tiralíneas, como su hermana Ester, con quien Virginia pierde siempre en la comparativa familiar de la hija ideal. Pero esa no es Virginia. Y tampoco sería interesante si lo fuese: la Literatura debe bucear en el conflicto, en la incomodidad, en lo sísmico vital, en la zozobra. Virginia es una mujer desnortada, que en su madurez aún no ha hallado su centro de gravedad: trabaja en un bar sirviendo cafés pese a su título universitario y todavía no es madre, desazón que le urge solucionar. Se acuesta, sin éxito, con varios hombres, que elige atendiendo a su salud y físico como falacias genéticas para su futuro hijo, y a los que engaña asegurándoles que toma anticonceptivos. Hay en ese uso de los hombres para sus fines una afirmación de su feminidad soberana que da una patada a todos los prejuicios asociados al rol tradicional de la mujer. También una contradicción: la de traer un ser humano a un mundo en el que ella misma no parece creer: una suerte de esperanza de redención que, como comprobará el lector, no solo la redimirá a ella.

Muy interesante es también la veta naturalista (en términos decimonónicos) de las imágenes y reflexiones que se vierten en la novela, esa reducción del ser humano a un aquelarre de células, fluidos, carne, humores, deterioro, enfermedad, aprensiones e hipocondría. Una contundente deconstrucción de la metafísica trascendente, de esa aspiración fútil a las alturas que en algún momento algún demiurgo inyectó en el arcano del primer hombre y que se ha revelado en el gran engaño en el que aún nos obstinamos en creer para escamotear nuestra muy humana y animal y biológica y fisiológica finitud.

Así pues, doctor, someto a su escrutinio las señales de mi posible enfermedad con el libro de Bárbara Blasco. Pero no, no hace falta que me lo confirme. Acumulo todos los indicios. Lo dicen los síntomas.

1 comentario:

tomae dijo...

Me ha gustado descubrirte Fernando Parra, y te cuento ...ahora soy más del Segre (Periódico local de LLeida, Bárbara) lo digo porque también soy muy del Diari ...soc un tarraconi afincat a LLeida des de fa 15 anys ... Pero me ha gustado descubrirte Fernando, porque me gustan las cosas que me unen, o puedo relacioar ..y en este caso "Los Sintomas..." de B.B con El Diari de mi Tarragona natal que tanto he leído y seguido ....

Dicho lo anterior me quedo en algo tu reseña que relaciono con la «Dicen los Sintomas» (y su autora) Qué grande es la Literatura cuándo en ella nos descubre la palabra ... esa palabra escurridiza que tan magistralmente narra la autora y genialmente pone en boca de Virginia cuando dice «El silencio es el original y la palabra es la copia» (o algo así) ...y qué grande es la Literatura (incluyendo claro está a la novela y tu artículo) porque en la palabra está el descubrimiento personal no solo en el significado, sino en el tono, el timbre, la experiencia interior, o en el significado propio que le pone el lector. ...

¡Me encata lo de «comatoso»! comatoso, comatoso ...
Diría que he descubierto esa palabra hoy, o ahora mientras la escribo he tenido la sensación que el adjetivo que se usa, pone en «dulce» a la tragedia de estar en coma; y aunque el estado de coma sea cercano a la muerte , lo de «comatoso» no suena doloroso ...es como un «algodonoso» reposo.

Comatoso, comatoso ¡qué gracia! ¿habéis probado el tandem separado la , «coma,toso»? :)

Gracias a ambos, me encantó esa Novela, me encanta pillar un Diari de Tarragona, cuando voy por Tarragona y me tomo un café en la barra del Moto Club.