lunes, 6 de octubre de 2025

702. La novela inédita de Maria Beneyto

 


Se celebra el año de Maria Beneyto y proliferan las iniciativas editoriales que tratan de recuperar algunas de sus obras inéditas o de reeditar títulos olvidados. En esa línea, pronto estará en las librerías una antología comentada de la poesía de la escritora valenciana de la mano de la editorial Lastura y coordinada por Manuel Valero y Elia Saneletuerio en la que he tenido el gusto de participar; también la editorial Llibres de la Drassana ha rescatado El río viene crecido (1960), novela casi inencontrable que el sello ha decidido traducir al catalán. De Ofelia 25, novela inédita programada por el Ayuntamiento de Valencia, nada se sabe de momento. Y la Acadèmia Valenciana de la Llengua acaba de publicar otro texto, también inédito, titulado Al límit de l’absurd, del que hoy nos ocupamos aquí.

La novela, que en principio iba a titularse Retrat de família, narra la historia del clan Coloma, dedicando los diferentes capítulos a darle voz a cada uno de los integrantes del mismo, lo que redunda en un perspectivismo muy interesante. Con todo, el protagonista principal es Joan, que ha decidido recluirse en soledad en una casa de montaña propiedad de su hermana, huyendo del crimen que –erróneamente– ha creído perpetrar. Los monólogos de los personajes, que en principio parecen responder a una estructura epistolar, son más bien pensamientos lanzados al vacío que corroboran uno de los aspectos de la narrativa de Beneyto, en la línea de Carmen Martín Gaite: la búsqueda de un interlocutor que no siempre se concretiza. La incomunicación resultante es, en parte, la causa de la tragedia. Durante esos parlamentos, los Coloma van desgranando, entre reproches, las miserias familiares a la manera de los personajes de Harold Pinter o de Tennessee Williams o también de algunas novelas de Faulkner, como bien aprecia Carme Manuel en la esclarecedora introducción que precede a nuestra edición.

Al límit de l’absurd es quizás la novela más onírica de Beneyto, culminación de su vocación por la renovación estilística y estructural con cuyos resortes experimentó en varias de sus obras narrativas, sobre todo desde La dona forta o Antigua patria. Así, durante su encierro, Joan convivirá con una figura etérea que llamará «Ella», en la que se quintaesencia una feminidad de agreste erotismo e ideal romántico que representa la perfección de la Naturaleza trascendida más allá de los actos de los hombres y de la sociedad. La interpretación de esta entelequia puede dar para muchos tratados de psicología, pero en ella parece atisbarse la idea del doble, tan presente en otros libros de la autora, en donde Joan desea reflejarse para aliviar su condición finita e imperfecta.

De todos modos, para mí, la tesis de esta novela es, sobre todo, la crítica a un tipo de masculinidad que victimiza, paradójicamente, a los propios hombres. De Joan se espera, como el hombre de la familia que es tras la muerte de su padre, que ejerza su virilidad contra Antonio, el advenedizo que se está apoderando del negocio familiar. Esa presión contrasta con la verdadera naturaleza de Joan, un ser apocado y sensible, que echa de menos los cuentos populares con que la vieja Rosa, sirvienta de la familia, reconfortaba su infancia y la de sus hermanos, traumatizada por la presencia de un padre severo y distante. Su arrebato violento contra Antonio parece fruto de esa expectativa que su condición de primogénito varón obra sobre su sentido de la responsabilidad. Y su acto será el causante de toda el subsiguiente malentendido: Joan cree haber matado a Antonio. Cuando Helena, su hermana, le informa de su error es ya demasiado tarde. El fatum de la tragedia griega ha hilado ya el tapiz del destino y una terrible casualidad fulminará el supuesto restablecimiento del orden y la perspectiva de un futuro feliz.

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