miércoles, 7 de abril de 2010

39. Los amantes de Teruel

Una de las historias de amor más trágicas de nuestra literatura es la protagonizada por Isabel de Segura y Juan Diego de Marcilla o lo que es lo mismo, Los Amantes de Teruel. La leyenda se remonta al siglo XIII y se basa en la imposible relación amorosa de estos jóvenes, amigos desde la infancia. La literatura que se ha generado alrededor de este suceso es muy numerosa. Por ejemplo, hacia 1555 Pedro de Alventosa escribió la Historia lastimosa y sentida de los dos tiernos amantes Marcilla y Segura, naturales de Teruel, ahora nuevamente copilada y dada a luz por Pedro de Alventosa, vecino de dicha ciudad; en 1566 Antonio Serón describió en su Silva tercera el final de estos amores; en 1581 aparece la primera obra de teatro inspirada en estos hechos de la mano de Andrés Rey de Artieda; en 1616 Juan Yagüe de Salas escribe Los Amantes de Teruel. Epopeya trágica con la restauración de España por la parte de Sobrabe y conquista del reyno de Valencia; en 1635 Tirso de Molina publicó sus Amantes de Teruel... Así hasta un sinfín de publicaciones que se hacen eco de la leyenda más famosa de la citada ciudad. Una de las versiones más conocidas es la de Juan Eugenio Hartzenbusch, un drama romántico que en la actualidad sigue gozando de reconocimiento y que le valió para ser propuesto por Mesonero Romanos como miembro del Ateneo de Madrid.
La versión de Hartzenbusch se inicia con Diego luchando en Valencia. Gracias a su valía ha conseguido las riquezas que le permitirán tomar la mano de su amada. Mas una fuerza superior con forma de mujer se cruzará en su camino, pues Zulima -esposa del rey moro de Valencia- se ha enamorado del joven. Éste la rechaza y se apresura hacia Teruel, ya que debe regresar antes de que se cumpla el plazo de seis años o Isabel se tendrá que casar con Rodrigo de Azagra. Por el camino, Diego sufre el asedio de unos bandoleros y su mensajero es herido. El enlace debe celebrarse puesto que el plazo ha expirado y la joven ha recibido la falsa noticia de boca de Zulima de que Diego ha fallecido. Al principio Isabel se niega a contraer matrimonio, pero "la tiranía de las leyes del honor" la obligan a aceptar pues Azagra tiene en su poder unas epístolas que ensuciarían el nombre de su madre y, por consiguiente, el honor de su padre. El joven enloquece de dolor al conocer la situación y no duda en acudir a casa del recién matrimonio tras haberse batido en duelo con Rodrigo de Azagra. Allí le suplica a Isabel un beso pero ella no puede aceptar: "Tuyo es mi amor y lo será: tu imagen/siempre en el pecho llevaré grabada,/ y allí la adoraré: yo lo prometo/ yo lo juro; mas huye sin tardanza./ Libértame de ti, sé generoso:/ libértate de mí..." La firme decisión de Isabel de ser fiel a su esposo le provoca a Diego la muerte: "¡Era amor suyo/ el aire que mi pecho respiraba!/Me le negó, me le quitó: me ahogo,/no sé vivir". Isabel, ante este trágico desenlace expira también junto a su amado, ese hombre del que no ha podido disfrutar pues un funesto fatum se ha interpuesto en su camino.
¿Leyenda o realidad? En 1555 se descubrieron dos momias enterradas en la capilla de San Cosme y San Damián. Desde el principio se pensó que podrían ser los restos de Los Amantes puesto que fueron enterrados en la iglesia de San Pedro. La hipótesis cobró fuerza cuando el notario Yagüe de Salas descubrió un documento que recogía el suceso. Más recientemente, se les ha realizado la prueba del carbono 14 y parece ser que se trata de los cuerpos de dos jóvenes que vivieron en la fecha en que tuvieron lugar los hechos y que las causas de sus muertes fueron naturales. Parece demostrado, pues, que son Isabel y Diego y así lo creen firmemente los turolenses. Basta con visitar la ciudad para palpar el orgullo que siente Teruel hacia sus amantes más universales. No en vano, reposan las momias bajo unas preciosas estatuas de alabastro esculpidas por Juan de Ávalos en un mausoleo que lleva su mismo nombre. Las huellas de Los Amantes en Teruel no son pocas, pues no sólo encontramos el mausoleo ya citado sino también homenajes que se han convertido en tradiciones como la de representar cada 14 de febrero la leyenda o como el grabado en piedra que preside la preciosa escalinata que conecta la ciudad con la estación de ferrocarril. Incluso la repostería les hace su particular guiño a los enamorados, pues quien vaya a Teruel podrá degustar los deliciosos "suspiros de amantes". El espíritu de los jóvenes está pues más vivo que nunca en Teruel, basta con pasear por sus calles para sentirlo. Ahora sí, sus cuerpos descansan juntos, en paz, en un lugar digno, si bien sus frías manos no llegan a juntarse, símbolo del amor imposible que marcó sus vidas y sus muertes.

4 comentarios:

Javier Angosto dijo...

Siendo como soy de Teruel, ya te podrás imaginar, Tisbe, con qué emoción he leído tu artículo sobre "los amantes de Teruel".

Píramo dijo...

¡Qué pasiones la turolenses! Como la de aquellos dos arquitectos de las torres mudéjares que se disputaron el amor de una dama compitiendo en la construcción de la torre mejor y suicidándose el perdedor. Enamorarse en Teruel tiene su peligro; pero enamorarse de Teruel es casi un imperativo del corazón del viajero. Gracias por compartir ese viaje conmigo y por todos los viajes que hacemos juntos. A ver si toman nota mis alumnos de la reseña de Hartzensbuch para el próximo examen del Romanticismo...

Tisbe dijo...

Gracias a los dos por vuestros comentarios.
Javier, tu ciudad tiene encanto. Píramo y yo hemos pasado unos bonitos días en ella. Lástima no haber coincidido para conocernos en persona. Fernando me habla mucho de ti.
Píramo, gracias a ti por ser mi mejor compañero de viaje y... de vida.¡Ah, suerte para tus alumnos!

Escarlati dijo...

También yo nací en Teruel. Me alegro de que publiques esta entrada sobre Los amantes. No está de más recordar que desde hace algunos años se ha recuperado una representación popular en la que participa toda la ciudad durante varios días, con un texto dramático de gran calidad y que ha tenido un gran éxito. Hay videos de la representación que a mí (claro, soy natural de la ciudad del Torico) me emocionan.