domingo, 16 de mayo de 2010

46. Luis Alberto de Cuenca

Cambrils se está convirtiendo en el único bastión de Tarragona donde la literatura en castellano resiste los embates de indiferencia institucional con que la golpea la capital. Si hace un par de meses hablábamos aquí mismo de la visita del poeta Antonio Carvajal, la semana pasada fue Luis Alberto de Cuenca quien añadió su nombre al Aula de Poesía dirigida por Ramón García Mateos; por no hablar del hermosísimo homenaje celebrado en torno a la figura de Miguel Hernández del miércoles. Podría tomar buena nota la Consejera de Cultura del Ayuntamiento de Tarragona, la Sra.Carme Crespo quien, en la presentación del programa de la Primavera literària 2010, se jacta de la "voluntad integradora" que preside esa iniciativa; no será, digo yo, por el escuálido 5% de actividades en castellano que en ella se recogen.
Frente al localismo cerril de algunos, Luis Alberto de Cuenca representa la universalidad de la cultura, hilvanada en el fenómeno más bello que puede darse en literatura, que es el de la intertextualidad. El poeta madrileño leyó algunos de los poemas incluidos en su nuevo poemario, todavía inédito, titulado El reino blanco, que es un guiño al escritor francés Marcel Schwob y a su obra El libro de Monelle. La atracción por Schowb no es nueva en nuestro poeta. Ya en El hacha y la rosa (1987-1993), en la sección "Perfiles literarios", le dedica algunos poemas como aquel donde confesaba no soportar "la idea de que cualquier enciclopedia dedique siete páginas a Marcel Proust y siete líneas a Marcel Schwob. No es justo lo que han hecho con los dos Marcelos".


De L.A. de Cuenca se ha dicho que es un poeta hermético, sobre todo el de la primera etapa, inserta en lo que se dio en llamar "poesía culturalista". Pero los antiguos oráculos griegos cifraban también sus mensajes y todo héroe que se preciara sabía desentrañar el enigma. El lector de hoy debería ser también un poco héroe y participar activamente de sus lecturas, en lugar de abandonarlas cuando éstas se oscurecen. Es verdad que las continuas referencias culturales que preñan la poesía de L.A. de Cuenca pueden complicar la comprensión global de sus poemas, pero el poeta busca lectores curiosos, que se convertirán en lectores cómplices una vez superen los escollos de su formación media. Será entonces cuando vean desfilar por los versos escenas de cine, viñetas de tebeos, pasajes bíblicos, lienzos renacentistas, grandes personajes históricos, piratas olvidados, escritores, mitos de varias culturas, etc.


De lo dicho hasta ahora se puede caer en la tentación de tildar a la poesía de L.A. de Cuenca de elitista e, incluso, de pedante, pero no es nuestro poeta de los que amontonan en sus versos alusiones culturales de oídas ni se ha dejado aconsejar por aquel amigo de Cervantes en el prólogo del Quijote. Sus poemas son el resultado de la experiencia directa de sus lecturas, son acopio de amor hacia ellas y no de mero exhibicionismo.


La segunda etapa de su poesía tiene un carácter más diáfano, en pro de la comunicación sin barreras, aunque nunca acaba de abandonar (porque no puede, porque son intrínsecamente suyas) las menciones culturales. Su poesía se viste ahora de una radical cotidianeidad donde cualquier cosa puede ser objeto lírico. Aparece una melancólica ironía y brota una humanidad más sujeta al pálpito de la vida. En su "Advertencia al lector", correspondiente a la sección "A quemarropa" de su poemario Por fuertes y fronteras (1994-1996), invita al lector a evitar su literatura "como se evita a un huésped molesto, un erudito, una rata en el baño" pero si se quiere seguir leyendo "que entienda lo que lee como lo que es: un grito (o un susurro) de angustia y soledad". Aunque esta segunda etapa nos pueda parecer más auténtica, lo es tanto como la primera. La autenticidad está en la verdad de la experiencia. Y la verdad de L.A. de Cuenca, está en su piel de hombre pero también en la de los libros que le han acompañado siempre, libros "a los que odiar / o por los que morir".


Brevísima antología comentada
  • A los que alguna vez nos hemos adentrado en la lectura de la lírica griega arcaica, nos resulta muy familiar esa disposición fragmentaria de los textos a cuya reconstrucción se han dedicado los editores (pienso ahora en el gran Rodríguez Adrados). Aunque ignoro si L.A. de Cuenca quiso darle ese enfoque, este poema me sugiere un homenaje a esa lírica que sobrevivió en las piezas diseminadas de la cerámica griega y es un juego visual, que en la parquedad de su mensaje, lo dice todo.
ΟΣΤRAΚΟΝ
............……………………………………
……..διαβεβωστρυχωμένον…….la
xitud…………..vello dorado……...
...………Baltimore…………….tras u
n verano en el país de las eternas..
.............…………………………………….
piscina de Amazonas………………...


(Elsinore, 1970-1971)

  • Selecciono un fragmento de este poema por la bellísima plasticidad de las imágenes. Es Santa Eulalia martirizada. Inspirado en la Cantilène de Sainte Eulalie, texto del siglo IX


ALUCINACIÓN DE SANTA EULALIA

[...]

Dulce almendra tu boca, sima tibia, ámbar negro donde las venas
surgen estallando
hasta llegar al nácar de la muerte suavemente, la luz de Dios,
suavemente, agonía del lirio.
Eulalia, nomeolvides, pensamiento desnudo en el mar de los ópalos
de fuego,
bello cuerpo, alma bella, tus párpados ausentes refugio de los cisnes
del recuerdo.

(Elsinore, 1970-1971)

  • Dos poemas relacionados con el mundo del cine. El primero es un pasaje de la novela de Marcel Allain Fantômas. Le mort qui tue (1911). Louis Feuillade, la llevó al cine dos años después. La estampa, sea del libro o de la película tiene todo el sabor del cine. El segundo poema demuestra la predilección de L.A. de Cuenca por las películas de Howard Hawks y el cine negro; en él, la mítica calle de Chicago con sus gánsteres.


ÉLISABETH-JÉRÔME

Élisabeth Dollon,
difuminada por el vapor de los ferrocarriles,
ténder inolvidable de la noche,
combustible de sombra, chimeneas,
burbujas de azabache.
Jerôme Fandor,
aquel beso furtivo en La Glacière,
grabado en mármol o con un punzón
en pugillares de la Vrgbs:
JE T’AIME

(Elsinore, 1970-1971)



SOUTH WABASH AVENUE
Los aurigas flemáticos conducen sus berlinas
duales entre alondras y berbiquíes húmedos.
Un adusto censor de libros y milagros
recupera su alfombra de palabras dormidas.
El humo de la tarde, las metralletas Thompson,
el asfalto cobrizo, los caballos de plomo,
todo ese firmamento conyugal de girándulas
sindicando la muerte con guantes perfumados
y meretrices rubias de mirada feroz [...]

(Elsinore, 1970-1971)


  • En el siguiente fragmento L.A. de Cuenca ejerce esa comunicación con la tradición literaria precedente a través de un juego de intertextualidad con un poema de Manuel Machado, "Oriente", que le lleva, a su vez, a Plutarco, a Shakespeare o a Petrarca y también al cine. La elaboración del poema la cuenta él mismo en ABC . El título del libro en el que se inserta no puede ser más significativo, Scholia. Tras esa experiencia interliteraria, el poeta cierra el círculo y vuelve a Manuel Machado.

DE Y POR MANUEL MACHADO

[…]
puedo ver al poeta que ha repartido hoy su mentira conmigo,
puedo ver a Manuel Machado, sonriente en su princeps sobre la
mesa,
a Manuel el prodigioso, a Manuel el funámbulo,
a quien debo querer hasta el final, porque así lo quisieron mis
abuelos, y yo los obedezco en todo […]

(Scholia, 1972-1979)


  • La predilección por el cine negro (y sus matices) se plasma también en su "Serie negra", donde el poeta desarrolla unas estampas que a mí me recuerdan, salvando las distancias, a los romances, ya que en ellos se condensa la intensidad de una clímax inserto en un guión del que no sabemos nada. De ese modo, no importa ni el antes ni el después, sólo ese momento que se legitima a sí mismo (aquel fenómeno épico-lírico, del que hablaba Pidal).


EN PELIGRO
Había sangre en su vestido. Sangre
en el escote y en las piernas. Sangre
en las mejillas. Sangre seca. Oscura.
La desnudé y lavé. Mientras dormía,
fui en busca de cartuchos. No fue fácil
encontrarlos. Por fin aparecieron
entre viejos papeles y revistas.
Cargué el fusil. Había menos niebla.
Dos o tres horas, y amanecería.

(La caja de plata, 1979-1986)



  • Algunos poemas de amor se tiñen de un elegante erotismo. Qué preciosa la imagen del pelo de ella derramándose sobre la almohada.


NOCTURNO
Apagaste las luces y encendiste la noche.
Cerraste las ventanas y abriste tu vestido.
Olía a flor mojada. Desde un país sin límites
me miraban tus ojos en la sombra infinita.
¿Y a qué olían tus ojos? ¿Qué perfume de oro
y de agua limpia y pura brotaba de tus párpados?
¿Qué invisible temblor de cristales de fuego
agitaba la seda lunar de tus pupilas?
Recamaste la almohada con hilos de azabache.
Tejiste sobre el sueño un velo de blancura.
Eras la rosa pálida tiñéndose de rojo,
la rosa del veneno que devuelve la vida.
La blusa, el abanico, una pluma violeta,
el broche con la perla y el diamante en el pecho.
Todo abierto y en paz, transparente y oscuro,
sin dolor, navegando rumbo a tus manos frías.

(La caja de plata, 1979-1986)


  • Un ejemplo de los poemas donde se vierte la realidad en su dimensión más explícta:

MI MONSTRUO FAVORITO
Qué va a pasar cuando mi novia sepa
que no puedo vivir sin tus pseudópodos,
sin tu horrible humedad en mi bolsillo.
Qué va a pasar cuando descubra un día
las huellas de tu baba entre mis dedos,
y empiece a hacer preguntas, y la rabia
y los celos se agolpen en sus ojos,
y yo confiese al fin que la he engañado
contigo,y que no puede comparársete,
y le enseñe orgulloso el agua sucia
donde se reproducen nuestros hijos.
Qué va a pasar cuando no entienda nada
y nos denuncie a Sanidad.

(El otro sueño, 1987)


  • En los frescos de Cnoso impera todavía el azul. Es el color que más ha resistido la inquina del tiempo. Por eso, el poeta esparce las cenizas de su madre sobre los frescos minoicos.


CNOSO
Y, de pronto, mi madre, abanicándose,
se me aparece en Cnoso, y yo le sirvo
el enésimo vaso de agua, y se me muere
otra vez, y otra vez me entregan sus cenizas.
Y el capricho de Evans se transforma
en un improvisado sanatorio
donde sólo se escuchan los lamentos
de quienes no verán el nuevo día,
en una especie de necrópolis cercada
por guerreros micénicos que ignoran la piedad.
Y, de pronto, me veo con mi madre
-o lo que fue mi madre- entre los brazos,
tratando de burlar el estricto bloqueo
para llegar al puerto. Y lo consigo.
Y vierto el contenido de la urna
en el azul de los frescos minoicos,
que es el inagotable azul del mar.

(Por fuertes y fronteras, 1994-1996)


  • Es conocida la enorme pasión que el mundo del tebeo despierta sobre L.A. de Cuenca. Varios poemas están dedicados al género, como aquel sobre Roberto Alcázar, incluido en Elsinore. Recojo este otro por lo prolijo de la enumeración, que da buena cuenta de la afición de nuestro poeta.

TEBEOS
Los Karzenjammer Kids, Popeye, Blondie,
Little Nemo, Flash Gordon y Li’l Abner,
Mandrake, Daredevil y Prince Valiant,
Dick Tracy, Spiderman y Silver Surfer,
los Vengadores y esa Cosa tierna
y acorazada de ojos azulísimos
(me refiero a Ben Grima),
sin olvidar una novela gráfica
del Ivanhoe de Scout,
¿qué haría sin vosotros?
¿Buscaría el amor?, ¿pelearía
con una espada por un territorio?.
¿marcaría ganado en las praderas
infinitas del Middle West?,
¿navegaría bajo las estrellas
con una Jolly Roger ondeándose
en el palo mayor de mi navío?...
¿Qué haría yo sin mis tebeos?

(Sin miedo ni esperanza, 1996-2002)



En una obra tan vasta, la selección se me antoja cortísima. He dejado, por ejemplo, todos esos poemas de encantadora desazón que merece la pena leer y releer en días de lluvia. Y aquellos otros que recuperan grandes semblanzas de personajes históricos o literarios. Pero no hay tiempo ni espacio para una selección quizás más representativa. No lo sé. En cualquier caso, todos están recogidos en la antología Los mundos y los días (Visor), donde se encuentra una selección al cuidado del autor de las obras comprendidas entre 1970 y 2002.

Termino con un último poema, que deseo dedicar a Tisbe.



ESTOY AQUÍ

Estoy aquí, mi amor, estoy aquí,
velando tus naufragios en las noches
en que nadie responde, en las heladas
madrugadas vacías, en las tardes
de desesperación y de locura.
Pon en duda, si quieres, que la Tierra
gire en desolado precipicio
del espacio infinito alrededor
del Sol, o que los astros sean fuego,
o que el amargo río de la vida
desemboque en la muerte. Pero nunca
dudes de que, en la fiebre del fracaso
o en la sed de la angustia, en el abismo
de la ansiedad y del desasosiego,
estoy aquí, amor mío, estoy aquí.
Aunque tú no me veas ni me oigas.

(Sin miedo ni esperanza, 1996-2002)

4 comentarios:

Javier Angosto dijo...

- Esto se avisa, Píramo. Uno abre inocentemente la página de tu blog un domingo por la mañana, y le estallan en la cara esos trallazos líricos de Luis Alberto de Cuenca. Que no, hombre,que no: que las cosas no se hacen así. Estas cosas se avisan, hombre, no se sueltan a bocajarro. Hay que ver...
- En cuanto a lo que dices a propósito de las jornadas poéticas de Cambrils, pienso que la labor de Ramón García Mateos es, desde hace años además, impagable. Y me alegra mucho saber, desde la distancia, que Ramón sigue al pie del cañón porque en Tarragona, Ramón es de los pocos que mantenían -y por lo que veo, mantienen- viva la llama de la esperanza. Tú ya me entiendes...
- Si se admiten "peticiones del oyente" como en la radio de antaño, me gustaría que en tu próxima página nos hablaras del concierto de Amancio Prada que presenciaste ayer sábado.¿Podrá ser?

E. Martí dijo...

Enhorabuena a mi amigo de infancia Ramón, por esa labor que está realizando en el aula de poesía. Acercar a Tarragona un poeta de la talla de L.A. de Cuenca es un lujo inconmesurable.
Un placer leer esta selección de poemas, amigo Píramo.
Un abrazo

Tisbe dijo...

Como siempre, un artículo brillante. La selección que haces de los poemas es muy acertada, pues creo que nos muestras las distintas aristas que podemos encontrar en la poesía de Luis Alberto de Cuenca.
Con respecto a este poeta, el año pasado, en un curso de doctorado sobre poesía española del posfranquismo a nuestros días se produjo una anécdota muy curiosa que pone de manifiesto hasta qué punto Cuenca no deja a nadie indiferente. Píramo, tú ya la conoces pero nuestros amigos no. Resulta que estábamos leyendo el poema titulado "La malcasada" y una de las compañeras pidió la palabra muy indignada porque el texto era machista y denigrante para las mujeres. El profesor, pacientemente, le explicó la ironía y el humor que contenía el poema y defendió en todo momento al poeta. Pero la chica no claudicaba. La discusión se alargó más de la cuenta y siguió, doy fe de ello, por medio de correos electrónicos. El profesor, indignado, comenzó la clase al día siguiente muy enfadado pues no entendía la actitud de esta compañera que bombardeó literalmente su bandeja de entrada. En fin, un total despropósito. Al resto de compañeros, he de confesar que la lectura del poema nos hizo esbozar una sonrisa.
Píramo, recuerda que yo también "estoy aquí". Un beso.

Píramo dijo...

Javier, celebro que te hayan gustado los trallazos líricos de esta entrada. Y sí, García Mateos mantiene viva la esperanza. Pero hay muertos cerebrales sepultados en lápidas esteladas.

Esmeralda, no sabía que Ramón fue amigo de tu infancia.El mundo es un pañuelo. Si me das más detalles sobre ti, quizás pueda hablar con Ramón sobre vuestra antigua amistad.

Tisbe, recuerdo que me explicaste esa anécdota y entonces no daba crédito a la resentida tozudez de aquella iluminada. Para leer a Luis Alberto de Cuenca uno tiene que tener una especial disposición de ánimo que neutralice esos prejuicios. Lo que ocurre es que en estos tiempos está muy de moda eso de ir de liberal progre. Y, claro, a veces, se mete la pata.

Gracias a Luis Alberto de Cuenca por sus amables palabras en mi correo personal. Y millones de disculpas por rebautizarlo como Luis Antonio. Afortunadamente, los correctores del Diari de Tarragona estuvieron atentos.