domingo, 24 de julio de 2011

110. Hogares del arte

Es habitual, desde hace ya mucho tiempo, el aprovechamiento de los espacios que revisten algún tipo de valor artístico o histórico para desarrollar en ellos espectáculos de toda clase. Y así, por citar un ejemplo cercano, dos elementos tan dispares como una antigua cantera romana y un auditorio de música clásica convergen en un mismo ámbito para crear juntos aquellas veladas verdes del Mèdol que de tanto éxito gozaron durante los años 30. A los esforzados picapedreros de aquella Tarraco imperial, no podía nunca pasárseles por las mientes que el agujero de sufrimiento en el que enterraban su sudor, y acaso su dignidad, podría albergar, con el paso de los siglos, el placer para los sentidos; que el monótono sonido del golpeo de los picos hiriendo la roca,  tañido fúnebre del esclavo, se sustituiría por los acordes armónicos de una sinfonía; que donde había harapos ajados por el filo agudo de la pobreza y por el látigo del tirano, se enseñorearía en un futuro inconcebible la etiqueta y la libertad que sólo la cultura, ese asilo sagrado e inexpugnable, puede otorgar a quienes deciden traspasar el atrio de su templo y acogerse a su amparo.
Casos como el del Mèdol se pueden encontrar en todas partes. Parece que los actos que se realizan en el marco de estos monumentos venerables, adquirieran bajo su tutela secular, una solemnidad mayor que la que de natural ofrecían, y los contagiaran de ese misticismo que exhalan las cosas que triunfan del tiempo, de cuyo arcano son depositarias.
Pero la más bella de las simbiosis entre ese espacio mítico y el acto que en él se lleve a cabo es aquel que perpetúa la función original del monumento, siempre y cuando, claro está, esa función primitiva reúna las virtudes que entendemos ennoblecen el espíritu. Y así, no querremos  más esclavos en el Mèdol ni ajusticiados en los edificios que otrora pertenecieran a la Inquisición. Y sí ver a Lope de Vega redivivo en el mismo corral de comedias donde representase, como en tantos otros, sus obras en el siglo XVII o a Plauto en cualquiera de los teatros romanos donde llegó a despertar la catártica carcajada de plebeyos y patricios.
En España se hace realidad este milagro en Almagro y Mérida. La ciudad castellana alberga en su Plaza Mayor el único corral de comedias conservado del mundo y cada verano organiza su Festival de Teatro Clásico. Durante el día merece la pena contratar un guía para conocer los innumerables secretos de esta pequeña población llena de historia o escaparse a Villanueva de los Infantes y visitar los diferentes enclaves asociados a los últimos días de vida de Francisco de Quevedo, incluida la catedral, donde reposan sus restos en un cofre con la enseña de la Orden de Santiago. Ya por la noche, toca la velada teatral, que habremos reservado con meses de antelación y más si el viajero desea presenciarla en el maravilloso corral. Si no ha podido ser, no hay que frustrarse. Existen en la ciudad otros espacios habilitados para las representaciones. Yo asistí a una en el Convento de las Bernardas y, en su reducido espacio, casi en la intimidad, los actores de Alma Viva, lograron que viviese una de las experiencias más inolvidables de mi vida: en aquel recinto sin decorado ni escenario, a pie de público, el teatro se dio puro como se ofrece la fe ante la piedra desnuda de una iglesia del primer románico, sin ostentosos retablos ni recargadas capillas. Después hay que cenar  en la Plaza Mayor y allí mezclarse con los actores que colonizan la ciudad.
Y qué decir de Mérida y su imponente teatro romano. El alma se viste de túnica y estola y así ataviada siente el alivio esperanzado de que el tiempo es sólo una falacia. Hasta que los aplausos le despiertan a uno del sueño imposible de la eternidad.


Los enlaces corresponden a otros artículos publicados aquí sobre el Mèdol y Mérida. 
Arriba, el Corral de Comedias de Almagro; abajo el Teatro Romano de Mérida.

3 comentarios:

Tisbe dijo...

El verano siempre es una buena época para disfrutar de los festivales de teatro que mencionas. Es una experiencia casi mágica ver una representación en recintos originales que siguen conservando el espíritu de hace siglos. Seguro que repetiremos en alguna ocasión.

Javier Angosto dijo...

"Hogares del arte" los que mencionas, Píramo, y "hogar del arte" vuestro espléndido blog. SEGUID ASÍ. Aunque eso sí: a poder ser, con una mayor presencia de la tímida Tisbe, que la queremos leer más a menudo.

Píramo dijo...

Gracias, Javier. Viniendo de ti es todo un halago. Y sí, coinicido contigo en que Tisbe debería aparecer más. Ya creo que está preparando algo. En realidad, el hecho de que yo acapare el blog no es más que el resultado de la disciplina que me impone tener que presentar los artículos en el Diari de Tarragona. Ella te da las gracias por tus palabras.