domingo, 8 de enero de 2017

347. Instrucciones para comer palomitas



Apreciados lectores. Aunque en las íntimas estancias de mi espíritu jamás las fútiles veleidades de la vanidad hallaron su aposento, me permitirán hoy que, sin que sirva de precedente, me jacte por un día de acaudillar una de las mayores contribuciones que hombre alguno haya tributado a la humanidad en su ya dilatada historia de prodigios y descubrimientos. Y así, desde hoy mismo, paso a formar parte de toda esa pléyade de prohombres admirables que, merced a su inteligencia y buen juicio, jalonaron con sus brillantes revelaciones los tortuosos caminos de la filantropía, dicho todo esto, como advertí más arriba, sin atisbo de vanagloria alguna ni atildamiento, pues como dijo Honoré de Balzac, hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir. Y el obsequio que dono hoy al orbe, tras innumerables desvelos y congojas, es el de salvaguardar al mundo de la criminal especie que habita las butacas de nuestros cines: la perteneciente a las hordas del despreciable linaje del palomitero contumaz. Y para ello, procederé a enumerar las instrucciones que todo individuo descendiente de esta abyecta estirpe, deberá seguir para redimirse en la salutífera higiene de la civilidad.
En primer lugar, hay que advertir que no es en absoluto necesario comprar palomitas para el visionado de una película. Pero, como todo acto social requiere de sus rituales, no vetaré esta herencia de la tradición. Si, no obstante, se decide comprar un cartucho de palomitas, debe recordar, una vez empezada la proyección, que una de las dádivas recibidas de la historia de la evolución humana fue la función prensil de los dedos, que Darwin data de los tiempos del homo habilis, de principios y mediados del Pleistoceno, esto es, hace más o menos un millón y medio de años antes de que naciera el sofisticado homo digitalis. El procedimiento es bien simple: con el dedo pulgar y el índice en solidaria coordinación, se prende la palomita sin tocar el cartón y se lleva hasta la boca. No es necesario, pues, volcar el cartucho sobre el hocico ni tampoco hurgar burdamente en el interior del cartón para extraer más de una palomita, pues muchas se perderán por el camino o no cabrán en las tragaderas, aunque se use la mano entera como dique de contención. Evitará así un holocausto de palomitas despizcadas sobre su regazo y sobre el suelo, y los licenciados en Filología Hispánica que trabajan como limpiadores en los cines, se lo agradecerán; también el resto de espectadores a los que evitará el fragor de sus pesquisas palomiteras en el interior del cartón. Tampoco zarandee el cartucho cuando queden pocas palomitas: da igual las veces que lo agite, las palomitas seguirán siendo las mismas, no se van a multiplicar, y la habilidad prensil permite el acceso a la base del recipiente sin mayor esfuerzo. Una vez la palomita en la boca, debe evitarse la zafia masticación. Por su propia naturaleza, la palomita emite un crujido al ser triturada por los dientes; deje que la palomita se derrita en su boca, merced a las glándulas salivales y mastique luego, una vez reblandecida. Repita este proceso especialmente cada vez que la película se halle en un pasaje de especial relevancia y tensión argumentales, como aquel en que el personaje principal va a confesar en un susurro su crimen o su amor por la dama. Aproveche para masticar ruidosamente, con avidez si así lo quiere, cuando el Dolby Surround explote en su estallido de decibelios coincidiendo con la banda sonora, las persecuciones de coches o cualquier otra contingencia propicia, y vuelva a su discreta rumia, una vez la película retome su cauce remansado.

Siga todas estas instrucciones si no quiere que el espectador de la butaca contigua le coja del jodido gaznate y apriete con su función prensil hasta verlo morir con lujuriosa complacencia entre estertores. Dicho todo esto sin acritud.

4 comentarios:

Tisbe dijo...

¡Divertidísimo!

Rogerescribe dijo...

Una obra mestra. Me recordó muchísimo al estilo de Miguel Unamuno (no se me ocurre mejor elogio posible). Un placer leerte.

Píramo dijo...

¡Exagerado! Gracias.

rogerescribe dijo...

Exagerada la calidad de tus textos. 😊