lunes, 17 de febrero de 2025

679. Veinte años en el vértigo

 


Mi relación con la Editorial Funambulista se remonta al año 1991. Yo era un adolescente de 14 años, cursaba 1.º de BUP y la Editorial Funambulista no existía. Pero sí existía Mario Lacruz, al que aún le quedan nueve años de vida, y también existía (y espero que aún exista) la profesora que tuvo la feliz idea de prescribir la lectura de El inocente, la novela de Mario Lacruz considerada por muchos la precursora del género negro en España. La edición que manejábamos era la de la colección «Tus libros», de la Editorial Anaya, fácilmente reconocible por sus tapas duras de color blanco y la icónica silueta sombreada de la parte superior que cambiaba según el género de la novela. La lectura de El inocente fue un alumbramiento para aquel joven lector que todavía estaba construyendo su propio canon literario. No es extraño, pues, que pasado los años, retomara su lectura, ahora ya con el criterio más sólido de quien acumula un amplio bagaje literario. Y, claro, me encandiló aún más. Así que decidí bucear por la obra de Mario Lacruz con igual encantamiento, y descubrí, además, que Mario Lacruz había sido uno de los editores más importantes de España y que sus obras habían dormido el sueño de los justos en varios legajos ocultos en un armario de su despacho hasta que los hijos descubrieron, a su muerte, el gran secreto del padre y empezaron a publicar póstumamente su obra. Uno de ellos, Max Lacruz, fundó en 2004 una editorial con la primera intención de continuar, humildemente, el legado de su padre. La editorial se llamó Funambulista, tomando la cita de Roger Callois quien, comentando el Zaratustra de Nietzsche, dijo del equilibrista que este «sólo logra su objetivo confiando en el vértigo y no intentando resistirse a él». En 2010, coincidiendo con el décimo aniversario de la muerte Mario Lacruz, escribí un artículo homenaje que, ya no recuerdo cómo, llegó a manos de Max, lo que me valió un breve período como colaborador, valorando manuscritos en la editorial. Siete años después, yo había acabado mi primera novela, e ignorante absoluto del mundo editorial, acudí a Max para que me ayudara a publicarla. La novela apareció en 2019. En 2023, publiqué, también con Funambulista, mi tercer libro, donde convertí a Mario Lacruz en uno de los personajes de la trama, cerrando con ello mágicamente un círculo que había comenzado 32 años antes en un instituto de la periferia de un barrio de Tarragona, cuando leí por primera vez El inocente desde mi pupitre de bachiller.

Durante estos 20 años, Funambulista ha devenido una editorial de referencia en el panorama literario español. No sólo por su arriesgada apuesta por las nuevas voces (un 20% del catálogo anual) sino también, y sobre todo, por la recuperación o el descubrimiento de numerosos clásicos inéditos. Con una edición primorosa, casi artesanal, sus bellas cubiertas, sus páginas limpias y su pequeño formato cuadrado, hacen inconfundible este sello, que cuenta con la profesionalidad de Gian Luca Luigi, verdadero maestro en la sombra de la maquetación, las correcciones y las jugosas sugerencias y enmiendas argumentales. Un prodigo de supervivencia en los tiempos de las grandes editoriales policéfalas que amenazan con fagocitar la resistencia del pensamiento independiente en favor de criterios meramente mercantilistas. Soplan fieros vientos sobre el alambre de la literatura, pero nosotros blandimos, con orgullo, arrojo y contra el abismo, del funambulista la indomable pértiga.

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