De todos es conocida la influencia que los medios de comunicación ejercen sobre el uso del idioma. Modismos y neologismos, amén de otros fenómenos lingüísticos, se incorporan al habla cotidiana merced al poder imparable de la prensa escrita, la radio y, sobre todo, la televisión. Pero también los errores. De entre estos, no me preocupan tanto los que se cometen por desconocimiento de la lengua. Basta con incorporar a la plantilla a alguno de los miles de filólogos que se están muriendo de asco como dependientes en cualquier supermercado y que, de vez en cuando, matan el gusanillo filológico colocándole la tilde con un bolígrafo al cartel que reza que se venden “platanos” y lamentándose, purista él, de que no se escriban los kilos con “qu”. El problema serio está en los errores que se cometen premeditadamente, inmolando la corrección lingüística al dios tirano de lo políticamente correcto. Como hoy hay que ser tan buenos y buenas y condescender con todos y todas y ser tan progres y “progras”, nos pasa como a Bibiana Aído, que es ya “miembra” honoraria de la Academia. La ministra sabe de sobra que el género masculino es el género no marcado y que, como tal, incluye también al femenino. Pero ella, ministra de igualdad, claro, estaría dispuesta a que en los libros de Historia, cuando se dice aquello de que el hombre descubrió el fuego, se dijera también que lo descubrió la mujer. Faltaría más. Pero lo que más me subleva de estas mamarrachadas son los topónimos. Los hombres (y mujeres) del tiempo, con tal de tener un detallito con las comunidades autónomas que tienen lengua propia, pronuncian los nombres de las provincias respetando la “idiosincrasia” lingüística (otro término muy “progre”) de la comunidad correspondiente. Por eso hay borrascas sobre Ourense y A Coruña y anticiclones en Girona y Lleida. Pero nunca dicen que va a llover a mares sobre London. Es de una incoherencia supina. Porque si “una borrasca va a llegar a A Coruña”, estoy cometiendo cacofonía (no puedo en castellano colocar esas dos vocales juntas); y si el anticiclón ocupará la zona ilerdense y gerundense, ya no puedo hablar de Lleida y Girona que, en todo caso, son “lleidatana” y “gironina”, respectivamente. Y, ya puestos, debo pronunciar Barcelona con el sonido /s/, que es el que le corresponde a la letra “c” en catalán, igual que pronunciamos “Yirona”, en castellano pese a leer una “G”. He repasado los libros de estilo de algunos medios de comunicación, que supuestamente orientan al periodista sobre el uso del idioma. Respecto a los topónimos, el libro de estilo de El País dice en su versión más reciente (antes no lo hacía) que se debe escribir Cataluña y no “Catalunya”, pero debe escribirse “Girona y Lleida”. En cambio, no admite “Eivissa” para Ibiza... El libro de estilo de Vocento (ABC, entre otros) dice, en cambio: “se escribirán en español todos los topónimos que tengan grafía en esta lengua [en la española, se entiende] […]. No obstante lo anterior, en los medios de Vocento publicados en autonomías con lengua propia se utilizarán los topónimos en la respectiva lengua”. Una concesión más a lo políticamente correcto. Curiosamente, el autor de este libro es José Martínez de Sousa, quien en su Manual de estilo de la lengua española, obra ya clásica no vinculada a ningún periódico, se opone a esa concesión. ¿En qué quedamos, Martínez de Sousa? Me dicen que no sé qué parlamento aprobó que “Girona” y “Lleida” se llamaran de ese modo. Pues será verdad pero los hombres (y mujeres) del tiempo de TV3, siempre dicen “Saragossa”, “Xixó” y “Cadis” y ni zaragozanos ni gijoneses ni gaditanos han aprobado tal enmienda al nombre de sus ciudades. Pero es que en TV3 hacen muy bien. Están hablando en su idioma y mantienen la coherencia si la flexibilidad del mismo se lo permite. Pero, ay, la coherencia. Debió de marcharse con “el coherencio”.
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4 comentarios:
Que sepáis que el próximo jueves 14 de octubre a las 19.30 h tendrá lugar en el ayuntamiento de Tarragona una conferencia por parte del afamado escritor José Luís Olaizola organizada por el club III Mil.leni.
Gerard Fuster
El otro día, Píramo, hablaba en clase del "Cantar de mio Cid", y un alumno me preguntó que por qué decía "Játiva" y no "Xàtiva". Le contesté que porque Játiva era un nombre totalmente consolidado en español (otra cosa es que pretendiera decir, yo qué sé, "Cuchara" por "Cullera" o "Benicarlón" por "Benicarló"). Y de ahí me fui a lo cursis que se ponen los del tiempo en Televisión Española mientras que en TV3 y en Canal 9 hablan de "Saragossa" o "Terol" y no de "Zaragoza" o "Teruel".
Pienso que lo lógico y lo coherente es mantener la toponimia española si estamos hablando en español y mantener la toponimia en la lengua que sea (gallego, valenciano, vasco...) cuando estemos hablando en alguna de ellas. El propio uso es el que nos lo marca: lo lógico es hablar de "Figueras" o de "Lérida" porque así se ha dicho toda la vida; y lo lógico es mantener la forma catalana en topónimos como "Sant Cugat del Vallès" porque así se ha dicho siempre (aquí sería forzado emplear la forma de "San Cucufate"). Pero, en fin, como Alfonso Guerra: si con esto estoy molestando, pues retiro la palabra y las que hagan falta, que ya se sabe que algunos tienen la piel muy fina (sobre todo en relación a ellos; que otra cosa es que luego, en cambio, vayan pisando callos a los demás sin importarles un higo).
Has escrito una reflexión muy acertada sobre la coherencia en el uso lingüístico. Como siempre, claro y conciso y, esta vez, hasta me has hecho esbozar una sonrisa.
Gracias, GERARD, por la información. Como bien sabes, acudí al evento y la velada resultó de lo más gratificante. ¿Digna quizás de algún artículo futuro?
JAVIER, no esperaba menos de alguien que, esta vez sí, lleva la coherencia por bandera. Me han hecho mucha gracia esos topónimos castellanizados que mencionas, como San Cucufate.
TISBE, pues si tú sonríes el artículo ya merece estar entre mis querencias. Porque que tú sonrías es el regalo más grande. Y Alicante se engalana con tu sonrisa. ¿O es Alacant? Da igual, la geografía de tu sonrisa es universal.
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