2010 ha nacido con nombre y apellidos propios: Miguel Hernández Gilabert (1910-1942) pues este año se celebra el centenario del nacimiento del famoso poeta oriolano. Se presentan ante los lectores del escritor interesantes meses plagados de actos conmemorativos. Ayer, 25 de enero, tuvo lugar el pistoletazo de salida con el estreno nacional de Miguel, canto y vuelo en el Teatro Principal de Alicante -ciudad en la que, como es sabido, reposan los restos mortales de Miguel-. Se trata de un espectáculo multidisciplinar dirigido por José Luis de Damas y producido por Paco Marsó en el que se conjugan la recitación de poemas, el diálogo teatral y la danza al son del acompañamiento musical en directo de piano, violoncello y percusión.
Con un decorado austero formado por elementos tan simbólicos en la vida del poeta como son la higuera, la luna y las ventanas enrejadas de la prisión, el director del montaje logra crear un ambiente íntimo capaz de envolver al espectador a través del lenguaje corporal de Josefina Manresa -interpretada por la bailarina Macarena Vargas- y del verbal, basado éste en la palabra. ¿Y qué mejores palabras que las escritas por el propio poeta? Por ello, son los poemas de Miguel Hernández los que ocupan el grueso de la representación/recitación. La obra comienza con el encuentro casual de dos Migueles, uno que regresa de Madrid y otro que se dispone a emprender su viaje a la capital. Este desdoblamiento del protagonista explica el título, pues uno de ellos -Alberto Delgado- representa a "Miguel Canto"- el poeta ingenuo que desea triunfar con sus escritos, generoso y optimista que acaba resignado- mientras que el otro -Miguel Molina- da vida a "Miguel Vuelo" -el luchador infatigable que desea ser libre-. A partir de aquí, Canto y Vuelo mostrarán al público algunos de los momentos más importantes en la vida del poeta-pastor declamando, como ya se ha señalado, varios de sus poemas más conocidos: "Llegó con tres heridas", "Me llaman barro aunque Miguel me llame", "Nanas de la cebolla", "Elegía a Ramón Sijé", "Eterna sombra", "Después del amor", "Sino sangriento" y "Vuelo".
Por otra parte, el texto propiamente teatral está basado en el cuento inconcluso El gorrión y el prisionero, un relato entrañable que muestra el sufrimiento del poeta en la cárcel. En el escenario, Miguel Canto está encadenado y recibe la visita de un gorrión con el cual conversa. Son palabras desgarradoras de un hombre conocedor de la cercana tragedia que le acecha: "Al cabo de un día y una noche me voy a morir. Me matarán. Dicen que soy una mala persona y que es preciso que muera. No sé qué habré hecho. Ni en sueños ni despierto me acuerdo de haber sembrado ni cosechado el mal. Sólo una mujer pudiera salvarme, pero su casa está lejos de aquí, en la región más soleada de estas tierras (...) Mañana no viviré... Lo siento por mi hijo, ¡quién tuviera tus alas, gorrión loco!". Entre el pajarillo y el prisionero se establece una comunicación especial y es éste el encargado de volar hasta los brazos de Josefina para hacerle entrega de un desgarrador escrito que le envía su esposo. Cumple, de este modo, el deseo de Miguel Canto de ver por última vez a su familia, pues el gorrión no es otro sino Miguel Vuelo, capaz de romper hasta los barrotes más duros de la cárcel. El desenlace inventado para este cuento en las tablas es, realmente, estremecedor.
Miguel, canto y vuelo combina, por tanto, la danza, la recitación y el diálogo teatral para mostrar al público la figura de Miguel Hernández en profundidad, con todos sus matices: como esposo y padre, como amigo, como escritor, como luchador infatigable, como alma libre, como persona resignada, como un ser generoso... Su figura queda así ensalzada positivamente y se consigue que el espectador sienta empatía hacia él. En este sentido, es encomiable el trabajo de los actores, que declaman e interpretan con la intensidad justa, sin caer en la exageración patética del drama que están representando. Buena muestra de ello fueron los intensos aplausos con los que el público asistente reconoció el mérito del montaje, así como las lágrimas de la nuera del poeta.
Queda inaugurado el año hernandiano. Serán muchos los actos que se celebren en su honor, los congresos, las conferencias, los conciertos... , todos ellos merecidísimos pues, más allá de consideraciones políticas, es incuestionable su valía como poeta y su integridad como persona -paradigma de fidelidad a sus principios y de coherencia- mas no olvidemos que el mejor homenaje que se le puede rendir a un poeta es leer su obra.