Confieso haber reaccionado con sorpresa al conocer que
uno de los textos que aparecieron en las pruebas de Lengua Española de la
Selectividad catalana de este año pertenecía a Mario Vargas Llosa. Sorpresa,
digo, porque el escritor peruano no es precisamente plato de buen gusto para el
nacionalismo catalán tras significarse claramente en contra de esa “religión
provinciana de corto vuelo, excluyente” que es para él cualquier forma de
nacionalismo, idea que se recoge en su discurso de recepción del Premio Nobel
de Literatura. Luego llegaron los diferentes manifiestos de intelectuales donde
se hacía frente a la oleada independentista de los últimos tiempos en Cataluña
y de los que Vargas Llosa ha sido uno de sus más insignes firmantes. Como a
estas alturas de la película a mí nadie me va a convencer ya del carácter
aséptico del sistema educativo catalán, no puedo más que pensar que esta vez el
censor de turno no ha estado muy atento a la jugada. En cualquier caso, ha sido
una buena noticia, sobre todo si pensamos en la situación marginal en que se
halla la Literatura Hispanoamericana en nuestros planes de estudio, reducida a
una especie de apéndice del currículum oficial, postergada a las últimas
páginas de los manuales y casi nunca abordada con la suficiente profundidad, si
es que se aborda, debido al apremiante
calendario del final de curso.
Llama también la atención el texto de Vargas Llosa
elegido, un fragmento perteneciente a Los jefes, relato menor cuyo
único interés reside en ser el primero publicado por su autor (que luego daría
título también a su primer libro), y en la anécdota autobiográfica a él
vinculada. El cuento narra la frustrada huelga de unos estudiantes de Secundaria
motivada por la decisión del director del centro de no establecer fechas
concretas para la celebración de los exámenes, sino de hacerlo
improvisadamente. El relato está basado en una experiencia real vivida por el
autor en el colegio San Miguel de Piura, donde Vargas Llosa estudió entre abril
y diciembre de 1952. De Piura guarda el escritor sus mejores recuerdos. Alojado
en casa de su tío Lucho, un brillante personaje que no supo canalizar su
indiscutible talento y cuya vida da para una novela, Vargas Llosa alternó sus
estudios en el colegio San Miguel con su trabajo a media jornada en el
periódico La Industria. Contaba entonces 16 años. Avanzado el
semestre, Marroquín, el director del centro que en el relato aparece con el
nombre de Ferrufino, decide tomar la decisión de marras para evaluar con mayor
exactitud los conocimientos de los alumnos y evitar los aprendizajes memorísticos
de la noche previa, que daban una idea imprecisa de la asimilación de los
contenidos. Vargas Llosa fue uno de los cabecillas de la huelga que no funcionó
por el amedrentamiento de sus compañeros y que acabó con la expulsión durante
una semana del futuro escritor.
El relato, que es perfectamente olvidable pese al aire
épico “en el que se traslucían las lecturas de Hemingway y Malraux” a decir del
escritor, fue publicado en 1957. En él se prefiguran algunos rasgos de la
narrativa de Vargas Llosa que él mismo enumera en sus memorias, El pez en
el agua: la realidad que asiste a la fantasía; la verosimilitud alentada
por la precisión geográfica y urbana; la objetividad lograda a través de los
diálogos, con distanciamiento del narrador; y una actitud crítica ante una
problemática. En Los jefes están también, de forma embrionaria y
metafórica, las preocupaciones políticas y sociales de Vargas Llosa. Para
terminar, me parece que la decisión de Marroquín tenía una buena justificación
pedagógica. Pero no lo diré muy alto, no
vaya a ser que me hagan huelga los alumnos.
3 comentarios:
Es importante reivindicar la literatura hispanoamericana. Cuando la descubrí más a fondo durante los años de la carrera, disfruté mucho de todas las asignaturas, especialmente de la Narrativa hispanoamericana desde los 60 a nuestros días.
Por otra parte, me resulta divertido pensar que la facultad de Filología les ha metido un "gol" a los censores de turno.
Sí, Tisbe, no han estado muy finos esta vez. Y encima un texto que alienta la revuelta estudiantil...
Tu nota, querido amigo, apunta en varias direcciones y todas muy acertadas. Por esto mismo creo que ahora tienes el compromiso de desarrollarlas.
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