Lo primero que llama la atención del nuevo libro de
Pablo Gutiérrez es la capacidad del autor para crear un universo estilístico
propio. Efectivamente, el lenguaje de Gutiérrez es refrescante, dinámico,
torrencial a veces; las palabras se vinculan a través de asociaciones
semánticas sorprendentes y sugestivas, cercanas al neologismo, y se permite
alguna licencia sintáctica. La prosa de Gutiérrez no llega a alcanzar la
transgresión pero sí se acomoda a una suerte de desparpajo insolente, en el
buen sentido de la palabra, que tan bien casa con el tono general del libro.
Buen síntoma este, el de la singularidad expresiva, en un panorama literario en
el que casi todo el mundo escribe igual y donde cuesta diferenciar voces
particulares; “triunfitos” de la literatura abocados a la insustancialidad
general.
Los libros repentinos (Seix Barral, 2015) cuenta la historia de Reme,
anciana habitante de un barrio de la periferia, que un día recibe por error una
caja de libros. Reme se encerrará con ellos en su casa y los leerá con obsesiva
delectación. Al mismo tiempo, aparece un bando municipal escrito por el nuevo
teniente de alcalde, un joven e inexperto concejal del distrito, que insta a
los vecinos a no tender la ropa en los balcones para mejorar la imagen del
barrio. La anécdota se convierte en el acicate definitivo para la rebelión de
un suburbio agraviado por el abandono en que los tiene el ayuntamiento
intramuros. Sus habitantes no pueden entender que no se solucionen sus viejas
demandas y, en cambio, la mayor preocupación de los próceres gubernamentales
sean las bragas de la Reme ondeando al viento. Es precisamente Reme, que es ya
otra persona tras sus ávidas lecturas, quien liderará simbólicamente la
revolución.
Aunque, a primera vista, el libro parezca escrito bajo
una pátina reivindicativa muy 15-M, lo cierto es que Pablo Gutiérrez no se casa
con nadie. A través de la ironía, el autor establece una marca distanciadora
muy evidente que le permite no dejar títere con cabeza y evitar el maniqueísmo.
Y así, al mismo tiempo que se deja en evidencia la doble vida del concejal, el
papanatismo religioso, las corruptelas o la hipocresía tutelar del gobierno,
también se burla de la insurrección impostada de los grupos antisistema o de
los que, bajo un falso altruismo oportunista, buscan protagonismo y medra
personal.
La novela es, además, un homenaje a la literatura. La
trama argumental está jalonada de citas de los libros que ha leído Reme o de
guiños cariñosos en su deconstrucción de obras clásicas, como las ironías homéricas
o los divertidos epítetos épicos que acompañan a los personajes y a sus
circunstancias. Pero, ante todo, el libro de Gutiérrez nos habla de la
capacidad de la literatura de hacernos libres, de adquirir la competencia del
juicio crítico e independiente, de librarnos de la manipulación. Al final de la
novela, el autor se pregunta qué hubiera pasado si aquellos libros repentinos
no hubieran llegado a la vida de Reme. Quizás ésta hubiera continuado con su
vida anodina, sin horizontes; habría retirado sus bragas del tenderete; habría
pasado sus últimos años de viudedad resignada, apoltronada en un sofá tragando
las bazofias de la televisión. Los libros, en cambio, le permitieron
experimentar, tal vez, la única sacudida real de toda su banal existencia. Los libros
le permitieron, en definitiva, sentir la vida.
4 comentarios:
La literatura tiene el maravilloso poder de cambiarnos a golpe de palabra. A pesar de lo que algunos dicen, los libros nos ayudan a conocernos y a ver el mundo con otra mirada más abierta, más cálida, más humana. Es de agradecer que se escriban libros como éste y que haya gente como tú, Fernando, que hable de ellos. Un abrazo.
He oído comentarios muy elogiosos de este libro que hoy nos presentas. Y en concreto, en "El ojo crítico", de Radio Nacional, lo pusieron por las nubes.
Un libro muy muy recomendable
Tiene muy buena pinta esta novela. Será una de las que me acompañen este verano.
Leer para ser libres, ahí está la clave.
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