Al término de su novela Amor se escribe sin hache, Jardiel Poncela añade un apéndice titulado “Opiniones que habría merecido el presente libro a algunos personajes ilustres”. En él, Jardiel Poncela imita el estilo literario de algunos importantes escritores de la época parodiando las opiniones que éstos habrían vertido en relación a su libro. En todas estas parodias, incluso en las que el parodiado no sale precisamente indemne, se adivina la cariñosa voluntad con la que Jardiel rinde homenaje a sus colegas de profesión. Son muy divertidas las que dedica a Azorín o a Víctor Pradera, entre otros.
Yo no albergo la esperanza de que ninguno de los grandes escritores de hoy lea mis artículos, y casi lo celebro porque así evito el rubor y el acomplejamiento que ello me produciría. Pero si leyeran el de hoy y supieran que pienso remedar aquel apéndice de Jardiel Poncela con ellos, quizás opinarían más o menos así:
Muñoz Molina: “Acunado por el movimiento monótono de este tren eterno que pasa sin detenerse por todas las estaciones pero ninguna es la de Mágina porque Mágina es quizás ya una entelequia forjada por la infancia y la infancia ya no existe y de la nada no puede venir nada, me evoco a mí mismo en esta duermevela que produce el traqueteo del vagón, me evoco con el color ocre de la memoria, aunque sólo han pasado unas pocas horas, sentado solitario esperando en la madrugada el tren en la estación de Tarragona, hojeando el periódico local donde aparece mi nombre, mi identidad en letras de molde, papel caduco, y al deletrearlo se me antoja que no soy yo aquel de quien están hablando, que es otro”.
Juan Marsé: “Ha escrito su artículo con ese afán pijoapartesco del charnego que quiere redimirse mediante la cultura, para medrar en el espacio utópico claramuntiano que todavía no le ha sido concedido. Lo ha mandado a la sede del periódico, sito en la calle Domènec Guansé, número 2, cruce con la Rambla del President Companys. Al día siguiente, Juan lee la columna, dibuja una mueca irónica en su rostro, la boca en una semisonrisa torcida de viejo lobo de mar y, con un gesto firme pero liviano a la vez, tira el periódico a la papelera y se aleja a lo Humphrey Bogart mientras el viento juega caprichosamente con las hojas del diario.
Pérez Reverte: “Resulta que ahora los columnistas de tres al cuarto de los periodicuchos de provincias tratan lamentablemente de reparar su alarmante falta de imaginación imitando a escritores ya consagrados. Es el caso de uno de Tarragona a quien cuatro gilipollas lameculos que querrán medrar a su costa viendo su nombre en alguno de sus mediocres artículos, le han debido engañar diciéndole que tiene dotes para la escritura, hasta el punto de envanecerse tanto que se atreve ya con los que llevamos en esto más de 20 años. Pues, no chaval, a mí no me la cuelas. Así que vete poniendo el flotador que para surcar estos mares, piratilla de mierda, se necesita una patente de corso”.
Antonio Skármeta: “A mí la iniciativa me ha parecido choriflai, aunque debo decir que hasta a mí, chileno como soy, me ha costado cacharlo. Pero que siga la chacota y el carrete literario porque este smog no contamina. La cosa fue así: cuando leí la parte tocante a mi persona di grandes saltos de alegría. Y pensé, ¡caray! Alguien se acuerda de mí. Lo digo más que nada porque en las librerías españolas no se me ve. De vez en cuando mi carterito pero nada más. Así que gracias de corazón a este cura penitente de las letras y barbero trasquilador de farsantes”. Y yo: “gracias a usted, don Antonio”. Y mutis por el foro. Telón.
3 comentarios:
Me ha gustado mucho tu artículo de esta semana. Le has dado un enfoque muy original (más allá de que la idea se la hayas tomado prestada a Jardiel Poncela).
Los textos de Pérez Reverte y de Skármetea están especialmente conseguidos. Enhorabuena.
Has escrito un artículo muy divertido. Todas las imitaciones me han gustado, pero la de Pérez Reverte es genial. Felicidades.
Javier, Tisbe, gracias a ambos.
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