“Por fin trajo el verde mayo/correhuelas y albahacas/a la entrada de la aldea/y al umbral de las ventanas”. Así empezaba Quintín su romancillo de mayo en El labrador de más aire, de Miguel Hernández. Y es que al Romancero y a la poesía popular en general, les gusta mayo. Quizás porque el verso corto y ligero del octosílabo palpita como el corazoncillo de la calandria o porque en su molde encuentran acomodo el brote de las flores y el nacimiento del amor.
“Era por el mes de mayo,/que los calores hacía”, cuando el príncipe Paris descansaba en medio de una arboleda. Y allí durmiendo le vino un sueño en que se le presentaron tres hermosas damas que litigaban por ver quién era la más bella. Decidieron que fuera el príncipe quien juzgara tal porfía prometiéndole cada una un don a cambio de su juicio favorable. La una le prometió ventura en armas; la segunda riquezas; la tercera le prometió la más linda doncella que en el mundo hubiera. Paris decidióse por esta última. Ignoraba que las tres damas eran las diosas Atenea, Hera y Venus. Y que la mujer que le prometiera Venus era Helena. Sin saberlo todavía, acababa de dar inicio a la guerra de Troya.
“El Padre Santo de Roma/tiene una hija bastarda”, a quien encierra en una sala. “Y con las calores de mayo/manda abrir una ventana”. Abajo tres segadores siegan paja y cebada. Al verlos, la hija del Papa les dice: “Dios os guarde, segadores,/¿queréis segarme un haza?”. Cuando éstos le preguntan por el haza, la dama responde que la tiene “entre cerro y cerro/en una honda cañada/que las espigas eran negras y la tierra colorada”. El Papa siente ruido de cama. Es que los segadores han entrado para segar su haza.
Y es en el mes de mayo cuando Gerineldo, secretario del rey Carlomagno, mientras da de beber a su caballo, entona un cantar que, escuchado por la infanta, provoca su enamoramiento. Esa misma noche ambos yacen juntos. A la mañana siguiente los amantes se despiertan hallando la espada del rey en mitad del lecho.
Guarinos, héroe de Roncesvalles apresado por el rey moro Marlotes, sufre tortura al negarse a convertirse al Islam. El rey escoge los días más señalados de las fiestas cristianas, como la Pascua de Mayo.
Es en mayo cuando Belardo venga a su primo Valdovinos, al hallarlo moribundo al pie de una fuente fría a causa de las heridas sufridas por un moro jactancioso.
Alfonso XII le llama “flor de mayo” a su Mercedes y otro Alfonso, el Sabio, perdió “todo el reino de Castilla/hasta allá al Guadalquivir” durante el mes de mayo en que se subleva su hijo don Sancho, el Bravo.
“En mil novecientos veinte/, día dieciséis de mayo/fue herido por un toro/ el más joven de los Gallos”. En el romance, el torero le pide a Manolete que sea él quien traslade su cadáver a Sevilla.
Otro romance hace ejecutar el 2 de mayo (posible cruce con el levantamiento antifrancés) a Juan de Oliva Mancusí, el anarquista de Tarragona que intentó asesinar al rey Alfonso XII.
En mayo, “cuando canta la calandria/y responde el ruiseñor”, el anónimo prisionero más famoso del Romancero lleva la cuenta de los días en su celda gracias a una “avecilla que [le] cantaba al albor”. Un día se la mata un ballestero: “déle Dios mal galardón”.
Y es que ya lo decía Rosalía de Castro: “Maio longo, maio longo/todo cuberto de rosas/para algús telas de morte;/para outros telas de vodas”.
Pero, en cualquier caso, “ya ha venido mayo/bienvenido sea,/que con su venida/las flores se alegran/porque los galanes/cumplan con doncellas”. Que campee, pues, mayo amoroso, que “el amor ronda majadas, ronda establos y pastores, ronda puertas, ronda camas, ronda mozas en el baile/ y en aire… ¡ronda faldas!
18 comentarios:
Muchas gracias por este florilegio tan grato de leer.
Un saludo,
También al refranero le gusta el mes de mayo: si abril es el mes peor tratado ("frío de abril, peor que el eneril" / "abriles y condes, los más traidores"...), mayo es, en cambio, quien recibe todos los parabienes: “marzo ventoso y abril lluvioso traen a mayo florido y hermoso”. Mayo nos trae, como cantaba Labordeta, la alegría de vivir. Y además, el amor: “mes de flores, mes de amores”. Cómo será la cosa que “en mayo todas las feas se casan”…
Precioso artículo muy bien traído en este mes de mayo.
Quiero hacerte llegar mi enorme agradecimiento por la "primaveral" y tierna dedicatoria con la que cierras tu columna "Romancero de mayo". Ya la tengo impresa y bien guardada, cual si fuera un tesoro :-) Es un honor que tengas un recuerdo para mí tras esa sucesión de versos y citas de autoridad que dan la bienvenida al mes de mayo y a la siempre lírica primavera...
Muchas gracias, Fernando
Fernando, tienes razón, es un artículo muy ligerito, ameno y accesible.
Buena entrada, me hice seguidor del blog. ¡Saludos!
¿No había alergias en el Romancero?
MARCELINO, gracias a ti por leerlo.
JAVIER, recuerdo muy gratamente tu artículo sobre el refranero de los meses.
TISBE, gracias. Tú eres mayo.
CARMEN, me alegro de que te haya gustado la dedicatoria. Está hecha con mucho cariño.
MERCEDES, ¿eso es bueno o malo? Lo digo porque muchos me reprochan cierto barroquismo en mis artículos.
CARLOS, gracias. Sé bienvenido.
PILAR, no me suena. Aunque yo sí me suene en mayo...
Pues ya somos dos del clan del lagrimón erapormáyico.
PILAR, déle Dios mal galardón.
¡Qué artículo más tierno! La última frase me ha hecho sonreír. Aprovecho para dar la enhorabuena a Carmen Silva, si lo lee por casualidad.
Gracias, Andrea. Conozco tu sensibilidad y la aprecio mucho. Felicitaré de tu parte a Carmen por si no lee tu comentario. Un abrazo.
Yo lo he dicho como algo bueno. Considero que acercar la literatura a los no literatos es muy bueno y no todo el mundo sabe. En tu artículo lo has conseguido y lo has cohesionado muy bien. No resulta pesado, sino fácil de leer y engancha. Y espero que este comentario no te suene a evaluación, por favor.
Gracias, Mercedes. Es que yo disfruto con los no ligeritos pero luego me llevo unas diatribas estilístiicas... A ver si consigo buscar un equilibrio. O no. Gracias, Mercedes.
Alegre, jocundo y rico artículo con la misma pícara gracia de algunos romanceros.
Gracias, Antonio. No viene mal entre tanto espino alguna flor de mayo.
Los romances, con su aparente sencillez y primitivismo, consiguen una dulzura e inocencia...!
Anna, a mí me parecen de los fenómenos más hermosos que ha dado la Literatura universal. Y el caso español es auténticamente milagroso, con esa longevidad a prueba de imprentas y e-books, aunque últimamente superviviente gracias a ellos, todo hay que decirlo. Cuando pienso en Menéndez Pidal y su esposa María Goyri, recogiendo romances del Cid por esos pueblos de Dios, tantos siglos después de haberse gestado aquéllos, se me impone la tradición como un venerable monumento en el que necesariamente nos reconocemos.
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