El diccionario de la RAE define “charnego” como el
vocablo despectivo que designa al “inmigrante de una región española de habla
no catalana”. Por su parte, el diccionario del Institut d’Estudis Catalans,
también mantiene el cariz despreciativo del término como el “inmigrante
castellanoparlante residente en Cataluña”. En ambos casos, se hace hincapié en
el aspecto lingüístico. Sin embargo, esta palabra no siempre redujo su
significado al tema idiomático sino más bien a los grupos sociales de
inmigrantes sin otra característica más que su falta de adaptación o su
comportamiento incívico. Algo antes, incluso, se aplicó el término a los hijos
de una persona catalana y otra no catalana, especialmente francesa que, de
hecho, es la primera acepción que recoge el diccionario catalán de marras.
Según el gran etimologista Joan Coromines, la palabra procede de “lucharniego”,
perro adiestrado para cazar de noche. Hay quien apunta a la falta de pedigrí de
estos animales para explicar el uso de “charnego” aplicado a los catalanes que
no son de pura cepa.
La figura del charnego en el ámbito literario no ha
tenido mejor suerte que en los diccionarios. Terenci Moix, en su novela El
día que murió Marilyn, pone en boca de uno de sus personajes, Amèlia, el
siguiente comentario: “Antes de la guerra, Bruno, nuestra calle no era tan
chabacana como ahora, con lo sucia que se ha vuelto, llena de xarnegos,
mujeres de mala vida y tabernas de borrachos”. Y más adelante: “la purria
subiría por el Distrito Quinto, mientras nosotros escapábamos hacia los barrios
más elegantes, hacia una Barcelona residencial, recién construida, en la parte
alta, donde los “xarnegos” tenían mucho dinero, estaban bien
alimentados, no soltaban tacos y se les podía tratar. Pero, ¿quién iba a pensar
que al dejar nosotros la calle la invadiría aquella gentuza grasienta, llena de
piojos y sin pizca de modales?”
Por su parte, Juan Marsé, en Últimas tardes con
Teresa, crea el inolvidable personaje de Manolo, el Pijoaparte, un rudo
charnego murciano, medio analfabeto, que trata de medrar.
Soy admirador de Terenci Moix y de Juan Marsé. Del
primero me deslumbró la maravillosa No digas que fue un sueño y de
Marsé lo he leído prácticamente todo. Probablemente ambos trataron en sus
novelas de reflejar una realidad social que, efectivamente existió. Y quiero
pensar también que ninguno de los dos creyera que todos los inmigrantes del
resto de España que acabaron en Cataluña fueran como los describe la tal
Amèlia. Más bien al contrario, creo que ambos escritores pretendían censurar a
una parte de la burguesía catalana que, como en el caso de Teresa, jugaba al
marxismo, a la revolución y a la justicia social, eso sí, desde sus palacetes
de Sant Gervasi. Pero sí me habría gustado que en sus novelas también hubiera
aparecido la otra cara del inmigrante. La de aquellos que también levantaron
Cataluña con esfuerzo, respeto, civismo y humildad; la de aquellos que se
desvivieron por darles una formación y un futuro a sus hijos; la de estos hijos
que ahora son ciudadanos catalanes (o eso creían) y que, por el daño de otros,
han tenido que conformarse con una patria chica en las lindes de su barrio de
periferia, ni catalanes ni andaluces ni extremeños, ni nada. Falta la novela
que dignifique al charnego, empezando por la eliminación de este término
denigrante y peyorativo, por mucho que se lo aplique a sí mismo Carod Rovira
(de padre aragonés) para ganarle adeptos a su causa. Y esta novela tiene que escribirla un catalán
castellanoparlante, aunque a algunos les cueste aceptar que ambos conceptos son
perfectamente compatibles. Y esta novela llegará. Y será himno.
6 comentarios:
Soy pesimista con respecto a esa creación literaria que auguras para dignificar la figura del "charnego". Se me ocurre que podría ser una novela-saga en donde la última generación termina participando en la cadena humana de la Diada y quemando la foto en blanco y negro de sus antepasados.
En estos tiempos donde se llena de la boca de palabras como libertades, opresión y respeto por una identidad, deberían mirarse primero en el ombligo para darse cuenta decir lo que dicen, que tal vez ellos primero de todo deberían cundir con el ejemplo. Magnífico articulo de mi gran AMIGO FERNANDO, me ha emocionado y me ha llegado muy dentro porque me siento como él. Muchas gracias Nando por esta reflexión. Orgulloso de ser lo que soy. Vaya también este reconocimiento para mis padres "charnegos" honrados y muy trabajadores.
Estoy totalmente de acuerdo con la idea que defiendes en el artículo. Basta ya de menospreciar a las personas que llegaron a Cataluña para labrarse un futuro con la inmensa congoja de dejar atrás unas raíces que son tan respetables como las catalanas.
Te animo también a que cumplas cuanto antes tu promesa.
Me enamoré de Pijoaparte hace mucho tiempo. No sabía por aquel entonces el significado de "charnego", aunque vivía en Cataluña, hija de catalán y gallega. Sí que recuerdo algún comentario despectivo de mis compañeras de colegio, pero eran niñas repelentes y se lo he perdonado. Quizás por eso, por haberme criado en Cataluña, vivir ahora en Galicia y hablar castellano, tengo una aversión visceral a las patrias y a las banderas, a todas. Me quedo con las personas. Y algún que otro personaje de ficción. Precioso post. Un saludo.
Marcelino, me temo que has dado en el clavo. De todos los nuevos nacionalistas los peores son los que reniegan de sus padres, los que buscan un compadreo rastrero con los independentistas para "integrarse" y chapurrean el catalán que da vergüenza ajena.
Manolo, sabía que te sentirías identificado con el artículo, como tantas otras personas. Gracias por tu apoyo, sobre todo teniendo en cuenta los tiempos que corren.
Tisbe, ardua promesa. Pero promesa. Gracias por tu apoyo incondicional.
Lula, "Últimas tardes con Teresa" es una grandísima novela. No quisiera que mi artículo pudiera condicionar su recuerdo o una posible relectura. Y qué gran apostilla con la que terminas tu comentario: las personas antes que las banderas. Gracias por tus palabras.
Sóc català i ara mateix independentista, no per ideologia, ja que l'independentisme no és ideologia, sinó una urgència per sortir d'una casa que no t'estima. Aclarit això, vull comentar que s'ha vessat molta tinta ja sobre el tema, no podem oblidar "Els altres catalans" de Paco Candel o "Les dues catalunyes" d'Àngel Carmona. Darrerament, Javier Cercas crea un protagonista "xarnego" a "Las leyes de la frontera". I sí, jo fa ja molts anys que vaig plegar de dir la paraula "xarnego". Tampoc dic "negre" en l'accepció despectiva, ni "moro". Una abraçada, Fernando, d'un company de taula al premi Planeta.
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