Hay escritores y libros que
esconden una intrahistoria que bien podría ser material narrativo para escribir
otra novela. Imaginen una obra prohibida por el régimen nazi, que tuvo la
suerte de circular de forma clandestina por manos de inteligentes lectores como
Hermann Hesse, quien auguró que esa novela tendría vocación de perdurabilidad.
Imaginen a un joven enamorado de la literatura, perteneciente a una familia de
editores, un escritor vocacional que tuvo que ver cómo una bomba aniquilaba su
tesoro más preciado, su biblioteca, un hombre valiente que escribía en un país
en el que “no se permite respirar”, un autor al que muchos libreros vetaron por
miedo a las represalias del régimen, obligado a trabajar en una oficina del
Ministerio de Interiores para informar de las noticias de la prensa aliada, un
intelectual que no contempló el exilio como una opción y que, al ser confundido
con un nazi, fue asesinado por una patrulla del Ejército Rojo cuando paseaba
por los bosques de Kleinmachnow.
Todo esto rodea a Friedo
Lampe y a su primera novela: Al hilo de
la noche. Esta breve joya de la literatura alemana, publicada por primera
vez en España gracias a la editorial Funambulista, trascurre en una noche de
verano en el puerto de Bremen. Sin una trama argumental definida, el autor nos
presenta escenas de las vidas de una treintena de personajes, muchos de ellos
seres grises, solitarios, con miedos, con secretos que esconder, con
aspiraciones frustradas… De la mano de Lampe, el lector conoce retazos de vidas
sin que ningún personaje destaque por encima de los demás. No es una novela de
individualidades sino de una colectividad, la de la sociedad alemana de
entreguerras, y en la que la ciudad y el puerto constituyen un espacio casi
mítico.
Los diálogos sostienen muchas
de las escenas descritas por Lampe, pero alternan con delicados pasajes
descriptivos que consiguen que el lector empatice con los personajes y que sea
capaz de sentir la brisa nocturna, con olor a salitre del puerto; la ilusión de
unos jóvenes que embarcarán rumbo a una nueva vida; la frustración de los que
sufren un choque entre la realidad y sus anhelos; la muerte de un anciano
mientras escucha la música que toca su vecino; la amistad de dos ancianas
unidas por la soledad; el desamparo de una madre viuda que debe cuidar a sus
hijas; las expediciones nocturnas de unos niños para ver las ratas que se
adueñan del puerto durante la noche y que atacan a los cisnes; el desgarro
vital de quien no quiere volver a casa porque nadie lo espera ni lo visitará;
la vida dentro del Astoria -un local del puerto en el que hay actuaciones
variadas, desde musicales hasta lucha libre o números de hipnotismo-; el amor
adúltero entre una mujer casada y un hombre negro; la inclinación homosexual de
un luchador… (estos dos últimos temas pudieron ser la causa de que la novela
fuera incluida en la “lista de libros perniciosos e indeseables”).
Al hilo de la noche es una novela de sensaciones, para dejarse llevar por las emociones que
transmite y por los mensajes que subyacen, como ríos subterráneos, por las
escenas que Lampe recrea como, por ejemplo, el miedo que la niña Luise tiene a
las ratas, las cuales son capaces de matar a los cisnes en una horrible
pesadilla que la atormenta. Su madre, para tranquilizarla, le dirá que ya hay
quienes las “combaten con acierto, y un día, ya lo verás, no quedará ni una”.
Friedo Lampe era uno de esos combatientes que hizo de la escritura su arma, un
cisne que fue confundido con una rata. Ironías del destino.
(Beatriz Pastor)
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